Por Gastón García
Se jugaba el segundo tiempo entre Argentina y Corea del Sur y un horrendo rechazo de un defensor coreano hizo que la bola vuele por el aire para caer cerca de la humanidad de Diego. Este, sin despeinarse ni mucho menos ponerse nervioso, la devolvió al campo de juego con un precioso taco que desprendió con exquisitez su pie izquierdo (cubierto con un elegante zapato negro), que hizo bramar a los 82174 espectadores que estaban presentes en el Soccer City, de Johannesburgo.
A un costado, al técnico coreano Huh Jung Moo se le abrieron sus ojos de alcancía como nunca, y dio la sensación de que tuvo que morderse la lengua y contener sus ganas de ir a golpear al D10S del fútbol, como lo hizo en 1986 cuando, como jugador, no se cansó de pegarle a Diego dentro del campo de juego, en aquel recordado triunfo tres a uno.
Los que no se mordieron la lengua sino que explotaron de alegría fueron los miles de argentinos que presenciaban la victoria albiceleste, luego del hat-trick del Pipita Higuaín, que instantáneamente se lanzaron a cantar “que de la mano, de Maradona, todos la vuelta vamos a dar”…
El sueño de Diego de volver a levantar la Copa del Mundo crece partido a partido. Y es el mismo sueño que tiene todo el pueblo argentino. Es un camino largo y hay paso a paso.
Por lo pronto, disfrutamos del equipo que conduce Diego, y de su magia, que sigue intacta.
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