La campaña del Ciclón ni siquiera merece el calificativo de “discreta”. Los pobres números que exhibe el equipo de Ramón Díaz en la tabla así lo demuestran. Pero eso no es lo peor. La falta de jerarquía del plantel no da para ilusionarse con una pronta mejoría.
por Jorge Fuentes
De los últimos 27 puntos, San Lorenzo sumó cinco. Esta penosa cosecha es la que normalmente padece cualquier equipo que pelea por no perder la categoría. Y, lastimosamente, esta es la triste y cruda realidad que vive el Ciclón. La tabla no miente. El equipo de Ramón Díaz está en el lugar que se merece. Evidentemente, hay varios motivos que explican por qué San Lorenzo está atravesando este indeseable momento. Para arrancar, hay que mencionar lo más evidente de todo, lo que los cuervos observamos una vez por semana: al plantel le sobran jugadores “del montón” (para decirlo de una manera elegante) y le faltan futbolistas de jerarquía. Y uno no se refiere a la inexistencia de un Lionel Messi o de un Iniesta en la plantilla azulgrana. Ni siquiera se pide un Verón o un Riquelme, por poner un par de ejemplos vernáculos. Con que haya alguno que se la dé redonda al pobre Pipi Romagnoli y un delantero que haga más goles que Tul
a, ya estaríamos mucho mejor.
La responsabilidad en la conformación del plantel, está claro, es de la dirigencia. Y allí hay otro punto a analizar. Si San Lorenzo es uno de los equipos del mundo que más laterales izquierdos tiene, algo debe estar funcionando mal. Diego Placente, Aureliano Torres, Nelson Benítez y Germán Voboril son las cuatro opciones que tiene Ramón Díaz para un puesto que casi no utiliza ya que, muchas veces, decide jugar con una línea de tres en el fondo. Encima, cuando decide jugar con cuatro atrás utilizó a José Palomino, un central, como tres. Los dirigentes no deberían haberlo permitido, por más insistente que sea el entrenador. También tendrían que haber puesto algún reparo a la hora de contratar a ciertos jugadores. Las llegadas de Diego Herner o Sebastián Balsas, por ejemplo, son injustificables. No haberse animado a decirle “no” al técnico fue su mayor pecado.
¿El gran DT?
Extrañamente, la figura de Ramón Díaz aun permanece inmaculada para muchos hinchas de San Lorenzo. Su personalidad carismática y su notable currículum, especialmente en la página que hace referencia a su trabajo
en 2007, le permiten ser inmune a un descontento popular. Ni siquiera en esta penosa campaña el Pelado ha recibido algún tipo de recriminación desde la tribuna. A todos los que idolatran al DT riojano, entonces, no le caerá muy en gracia este artículo. En el párrafo anterior ya se ha dejado entrever, de manera no tan solapada, algunas críticas hacia su persona. Placente y Balsas llegaron por expreso pedido suyo. Aureliano Torres y el Burrito Rivero, hoy confinados al olvido, siguieron en el club gracias a sus ruegos. Y Menseguez arregló un fabuloso contrato para seguir en el Ciclón sólo porque el Pelado así lo exigió. A estas decisiones futbolísticas, como mínimo polémicas, hay que sumarle el escaso tacto que tuvo el DT para manejar al grupo. Este ha sido, desde siempre, el talón de Aquiles de Ramón desde que es entrenador. En Núñez, más allá de su merecida condición de prócer, pueden dar fe de ello. Y en Boedo también podemos atestiguarlo. En 2008 lo sufrimos. Y todavía lo seguimos sufriendo… Si bien Agustín Orión, Adrián González, Santiago Hirsig y compañía son grandes culpables de lo que ocurrió en aquella ocasión, no se puede soslayar que el Pelado fracturó al grupo cuando trajo a sus hijos Emiliano y Michael a la Primera de San Lorenzo, como si el Nuevo Gasómetro fuera “el living de su casa”, como escribimos en aquella ocasión, aun mareados por la borrachera post festejo del Clausura 2007, algo que no nos impidió criticar al DT cuando lo único que recibía el riojano eran elogios y estampitas. Y ahora vuelve a ocurrir algo parecido. En los entrenamientos hay caras largas, grupos por acá, gente cuchicheando por allá… todo en un clima bien espeso. Esta vez, el desencadenante fueron las largas veladas de póker en la concentración que protagonizaron varios integrantes del plantel. La falta de profesionalidad de los futbolistas es para reprochar. Que el técnico no haya podido manejar la situación, también.
La tabla de posiciones no miente. San Lorenzo se viene en picada. Protagoniza un descenso directo que aun no tiene piso. Culpables, como vimos, hay varios. Pero no hay tiempo para peleas inútiles. El ejemplo de River, un grande agobiado por la Promoción, está ahí nomás, para que lo veamos y aprendamos. Hay que despertarse ya mismo. Antes de que sea demasiado tarde.