La
lesión de Martín Cauteruccio no solo genera bronca y una solidaridad inmensa
para con el uruguayo, también obliga a Juan Antonio Pizzi a buscar alternativas
para un equipo que se estaba acostumbrando a jugar con un funcionamiento que
tenía al ex Quilmes como actor principal e irremplazable. ¿Vendrá algún
refuerzo? ¿Volverá el 4-4-2 que tan buenos resultados dio en el torneo pasado?
¿Podrán Verón o Villalba ser referentes de área? Todas preguntas que deben
responderse más temprano que tarde.
Por
Jorge Fuentes
Es
como una ley no escrita. O algo genético, que acompañará a los cuervos a lo
largo de sus vidas: Antes de gozar, San Lorenzo siempre tiene que sufrir. La
lesión de Martín Cauteruccio, que lo dejará afuera de las canchas hasta marzo o
abril de 2014, es un nuevo ejemplo de que el Ciclón recurrentemente tiene que
sobreponerse a golpes arteros e inesperados, de esos que dejaría noqueados en
la lona durante un rato largo a cualquiera. Pero San Lorenzo, lo sabemos, no es
cualquiera. Siempre supo levantarse, volver a subir la guardia, y continuar con
la pelea. Gallardo y heroico, como lo marca su historia en infinitos casos. Y
esta no será la excepción. Los cuervos lo sabemos. Y Cauteruccio, que en poco
tiempo se ganó el cariño de la gente y entendió lo de nuestro ADN, también lo
sabe. “Estoy mejor, me queda un día menos de recuperación”, le dijo al diario
Olé, un par de días después de su rotura de ligamentos de su rodilla derecha,
en Rosario. Una declaración bien cuerva. Cargada de optimismo y buena onda. Y
con la convicción de que las buenas, al final, van a venir. Sin dudas.
¿Un San Lorenzo sin 9?
Para
Juan Antonio Pizzi, la llegada de Martín Cauteruccio significó la solución de
varias cosas. En principio, remedió un déficit que San Lorenzo venía sufriendo
hace bastante, como lo era el de no tener un nueve con gol. Muchos de los que
se calzaron esa camiseta amagaron con romper ese maleficio y no pudieron. Otros
ni siquiera amagaron…
Pero Caute, en un puñado de partidos, confirmó lo que se
esperaba de él. Anotó cinco en seis encuentros. Y un par de ellos, el primero a
Racing y, especialmente, el del domingo pasado a Central, demostrando que es un
delantero que puede autogestionarse las situaciones de gol. Además, le permitió
al DT armar su esquema favorito: el 4-2-3-1, con el uruguayo como ese “1”
movedizo que precisa ese dibujo. Su baja, dolorosa desde cualquier punto que
quiera analizarse, le abre al técnico un gigantesco interrogante. En el
plantel, no hay otro futbolista que juegue de Cauteruccio. La primera opción de
recambio, aun con características muy distintas, es Héctor Villalba, que cada
vez que entra la rompe y hace golazos, aunque lo hace arrancando desde más
atrás, casi como mediapunta. Podría ser, también, Gonzalo Verón, aunque está
claro que el hábitat en el que mejor se mueve el ex Italiano es por los
costados de la cancha, para, desde ahí, desbordar o hacer diagonales hacia el
centro del área. Con diferentes cualidades, Rodrigo Contreras también podría haber
sido su reemplazante, pero el juvenil volvió a desgarrarse en el partido de
reserva ante Central…
La
ausencia de Cauteruccio, además, plantea otro escenario posible. Uno que dio
buenos resultados en la recta final del torneo pasado, cuando obligado por las
bajas performances de Denis Stracqualursi y Franco Jara, tuvo que recurrir a
Ángel Correa y a Verón como hombres de punta. Así, San Lorenzo jugó con un
clásico 4-4-2 y Angelito y Gonzalo se amoldaron al sistema sin mayores
inconvenientes y terminaron siendo claves con su velocidad y sus goles (Correa
hizo cuatro y Verón, cinco). ¿Volverá Pizzi a mover las piezas para cambiar el
esquema? El DT ya demostró que no tiene problemas en regresar sobre sus pasos
si la mano viene mal. Lo hizo al modificar planteos. También al cambiar la
forma de marcar en las pelotas paradas. Y, tranquilamente, podría volver a
hacerlo. Si es así, está claro que Villalba tiene que ser uno de los dos
delanteros. Por afuera o por adentro (“Me banco ser el 9 de San Lorenzo”, tiró
Tito en la semana). Verón o Correa podrían acompañarlo. Y eso no significa que
el otro debería esperar en el banco, porque cualquiera de los dos podría
retrasarse hasta la línea de cuatro volantes.
También
se barajó la posibilidad de utilizar el cupo que deja vacante Cauteruccio y
traer un refuerzo pero, despejado el humo, se comprobó que los nombres que
estuvieron en danza eran imposibles de contratar, ya sea por una cuestión
reglamentaria o por una lógica razón económica. De todos modos, aun hay tiempo
para negociar y no hay que descartar ninguna sorpresita…
En
fin, reemplazar a Cauteruccio es un enorme dolor de cabeza. Pero la riqueza del
plantel hace que el técnico tenga unas cuantas variantes a disposición. Por lo
pronto, no queda otra que maldecir al destino, apretar los dientes, y seguir
para adelante. Y salir con la frente en alto, claro. Como lo hicimos siempre. Como
lo vamos a hacer ahora, apoyando a Cauteruccio, como nuevo integrante de la
familia cuerva que es. Y con la certeza de que sus goles van a volver.
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