Por Gastón García
Los campeones de la dignidad
Esta tarde se termina una temporada para el olvido en San Lorenzo. De la ilusión de lograr grandes cosas se terminó en el fracaso de un plantel que no supo ni quiso alcanzar la gloria futbolística. Viene bien el recuerdo de los Camboyanos, un grupo de jugadores a los que les sobraba orgullo.
…“Esto es lo que vale en la vida: la dignidad. Porque los muchachos les han demostrado a todos que en un mundo donde el dinero parece imponerse a los sentimientos se puede tener un cacho de ternura, de amor, de fe. Salieron a la cancha y se mataron por la camiseta, por la hinchada, por su dignidad… Hoy es un día muy feliz para mí, porque sé que lo que pregoné toda la vida sirve. Ellos me lo demostraron. En la vida, sin dignidad no se vive y al plantel de San Lorenzo le sobra”…
Esta tarde se termina una temporada para el olvido en San Lorenzo. De la ilusión de lograr grandes cosas se terminó en el fracaso de un plantel que no supo ni quiso alcanzar la gloria futbolística. Viene bien el recuerdo de los Camboyanos, un grupo de jugadores a los que les sobraba orgullo.
…“Esto es lo que vale en la vida: la dignidad. Porque los muchachos les han demostrado a todos que en un mundo donde el dinero parece imponerse a los sentimientos se puede tener un cacho de ternura, de amor, de fe. Salieron a la cancha y se mataron por la camiseta, por la hinchada, por su dignidad… Hoy es un día muy feliz para mí, porque sé que lo que pregoné toda la vida sirve. Ellos me lo demostraron. En la vida, sin dignidad no se vive y al plantel de San Lorenzo le sobra”…
Cuánto nos gustaría a los hinchas del Ciclón que estas palabras hubieran sido referidas al plantel actual de primera división. Cómo nos endulzaría los oídos a los cuervos, escuchar que el DT de primer equipo azulgrana dijera que a pesar de la derrota deportiva, sus jugadores “salieron a la cancha y se mataron por la camiseta, por la hinchada, por su dignidad”.
Sin embargo, en este fútbol moderno, donde la mayoría de los jugadores sólo se matan por la plata, transpiran sus pilchas pero en los vestuarios y para reclamar premios, y emigran a cualquier destino del mundo con el único fin de engordar sus billeteras, las declaraciones de Nito Veiga (fallecido en 2004), parecieran estar a años luz de nuestra triste realidad.
Sin embargo, inmersos en esta triste realidad que no toca vivir, viene bien recordar lo que pasaba en San Lorenzo 23 años atrás. Así describía la revista El Gráfico, en su edición 3492 (del 9/9/1986), cómo era la crítica situación que vivía el club:
“San Lorenzo llegó a Avellaneda sin director técnico para enfrentar a Independiente. Y con seis de sus jugadores sin el contrato firmado aún. Nadie recibió un solo Austral por los puntos obtenidos en las primeras ocho fechas. Y esta semana, la del clásico, trabajaron sólo dos días. Pero, a pesar de todo, se mataron en la cancha. Y tras ir a la tribuna a ofrendar sus camisetas, dedicaron la victoria al hombre que los dirigió, apoyó y alentó: Nito Veiga”.
En 1986, San Lorenzo estaba literalmente en la miseria. Además de que no cobraban un sólo peso de lo que les habían prometido, los jugadores tenían sus contratos sin firmar y sin saber cómo sería su futuro. No tenían una buena base física ni mucho menos habían hecho una digna pretemporada. Sin embargo, a la hora de salir a la cancha se olvidaban de todos los problemas y dejaban la vida para que San Lorenzo gane. Por el orgullo que sentían como futbolistas y por el respeto, mutuo, que había con su hinchada.
Así ocurrió aquel 7 de septiembre cuando tuvieron que enfrentarse con Independiente. Llegaron a Avellaneda sin técnico (Nito Veiga había renunciado el día anterior porque no le habían cumplido a sus futbolistas) para enfrentarse con uno de los animadores del campeonato. El Flaco Cousillas, que era el arquero suplente, también se puso el buzo de DT y mandó a la cancha a: Chilavert, Malvárez, Marchi, Luongo, Jorge García, Alul, Giunta, Siviski, Fabián García, Hernández y Perazzo.
El partido fue muy parejo pero el gol de Walter Perrazo, a los 18 minutos del segundo tiempo, le dio el triunfo a los de Boedo. Tras el pitazo final de Francisco Lamolina, llegó el gran desahogo de un grupo de jugadores que, a pesar de los problemas extra futbolísticos, se habían comprometido a dejar todo de sí en la cancha.
Por eso se acercaron a la tribuna visitante a festejar con la gloriosa hinchada azulgrana. Por eso, también le dedicaron el triunfo a su ex técnico, que los miraba desde una de las plateas. Y por actitudes como esas se ganaron el mote de “Camboyanos”.
Cuando uno revive este tipo de situaciones no puede más que emocionarse por lo que alguna vez sucedió. Pero también se llena de bronca, de impotencia, de resignación por lo que le toca vivir. Esta tarde se termina una temporada futbolística para el olvido en San Lorenzo. Se armó un equipo con la intención lograr grandes cosas pero los jugadores, más preocupados por el dinero que por la gloria, no lo supieron interpretar y el fracaso fue gigante.
Ahora habrá que barajar y dar de nuevo. Pero antes de comenzar la nueva historia, sería bueno que los que queden entiendan que en la vida no todo pasa por la plata. Y si es necesario, que aprendan de los Camboyanos. Aquellos jugadores que quedaron en el recuerdo de los hinchas de San Lorenzo, a pesar de no haber logrado ningún título. Aunque como lo señaló quien había sido su conductor, Nito Veiga, el mejor título que se ganaron fue el de la “dignidad”. Y no es poco cosa.
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