Editorial edición impresa 238
Por Gastón García
Yo soy de Boedo. Tu eres de Boedo. Él es
de Boedo. Nosotros somos de Boedo. Vosotros sois de Boedo. Ellos son de Boedo.
Sí, hermano cuervo, el sueño se hizo
realidad. San Lorenzo logró la epopeya. El jueves, en una jornada inolvidable y
llena de emociones, y de tensiones, la Legislatura porteña aprobó por
unanimidad la Ley de Restitución Histórica. Fue 50 (votos) a 0. Una goleada
impresionante a la historia. Un acto de justicia esperado y soñado desde hace
más de treinta años. Casi 33 para ser precisos, desde aquel oscuro 2 de
diciembre de 1979. Todo estaba preparado para que sea el 22 de noviembre. Para
ese jueves, el próximo, se había programado el tratamiento definitivo de la ley
y su votación. El mundo azulgrana ya se había reservado su espacio y todos hablaban
(hablábamos) del 22N. Se esperaban más de 200 mil cuervos en las calles para
hacer fuerza. Se presagiaba la caravana más grande del mundo. El país se
preparaba para la explosión azulgrana. Pero todo se adelantó. De repente, el
22N comenzó a convertirse en el 15N. En la tarde del jueves empezó a circular
el rumor por las redes sociales: “Algo bueno está por pasar”, se decía, aunque
nadie se animaba a confirmar nada. Se pararon todas las rotativas, incluso las
de esta revista, que ya había mandado a imprimir una tapa alusiva al 22 de
noviembre (ver página 14).
Que “se vota hoy”. Que no. Que “hay una contramarcha antivuelta de empleados de
Carrefour”. Que “no vaya nadie de San Lorenzo a la Legislatura”. Que “todo
queda igual y se define el 22”. Que “se vota a la madrugada”. Que “sí vayan”.
Se llegó a decir de todo. Todos opinaban. Todos tenían su versión. Hasta que,
entrada la noche, la gente no aguantó más y salió a copar las calles. Una vez
más. Al menos, por las dudas. Los cuervos no se querían perder el día más
importante de la historia azulgrana. Entonces, había que ir. Y fueron. Con gran
incertidumbre, los sanlorencistas fueron marchando hacia Perú 130. El recinto
se convirtió otra vez en una tribuna azulgrana. Afuera, miles de cuervos se
aglomeraban y se preguntaban qué pasaba. Pasadas las 22:30, los legisladores
anunciaron un cuarto intermedio. Fueron minutos de pura tensión. Adentro,
afuera, en los autos, en las casas, los cuervos se comían las uñas. El suspenso
crecía. Los nervios también. Se sentía olor a victoria. Hasta que los
legisladores volvieron a salir. Y a las 22:59 lo anunciaron: “Es ley”.
¡Unánime! Y la restitución fue un hecho. La expropiación será una realidad. Y
el “vamos a volver” pasó a ser “volvimos”. Y llegaron los abrazos. Las lágrimas.
Las emociones... Y ahí estaba Adolfo Res, el San Martín azulgrana. Y toda su
gente de la grandiosa SCH. Y el presidente Matías Lammens. Y los cuervos, esos
locos soñadores. Los mejores hinchas del mundo. Cientos, miles, que
representaban a millones. Todos juntos. Para gritar bien fuerte, con más razón
que nunca, “soy de Boedo, soy de Boedo”. Y San Lorenzo fue leyenda. A lo San
Lorenzo. Sufriendo, temblando, padeciendo. Pero, al final, festejando, celebrando,
gozando.
Ya lo dijo alguna vez Osvaldo Soriano: “Ser
de San Lorenzo es un interminable sobresalto”. Gran verdad la del querido
Gordo. ¡Salud cuervos! La misión está cumplida.
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