jueves, 2 de septiembre de 2010
Torneo Apertura (Revista 210)
Gol, triunfo, fiesta ¿y después?
El cabezazo de Sebastián Balsas le permitió a los cuervos festejar una esperada victoria ante nuestros hijos de Avellaneda. Sin embargo, la alegría no debe tapar una realidad incontrastable: a San Lorenzo le cuesta una enormidad generar juego. Así, pelear arriba va a ser difícil.
Por Jorge Fuentes
De repente, el coralito indigno que Racing le ofrece a los hinchas de los equipos visitantes pareció explotar. Apretujados y detrás de cientos de banderas, los cuervos adivinamos que, a lo lejos, Sebastián Balsas al fin había cabeceado una pelota y que esa pelota había terminado adentro del arco defendido por Roberto Fernández. El grito de gol, con la o estirándose hasta poner en jaque mate a la garganta, fue tremendo, alucinante. No era para menos. San Lorenzo estaba consiguiendo una de esas victorias que los hinchas disfrutamos de manera especial. Porque, vamos a admitirlo, ganarle a Racing y enmudecer a la hinchada más marketinera del fútbol argentino, tiene un plus. Y si encima sirve para pasarlos en el historial, mucho mejor.
Con la chapa puesta, y los tres puntos en Boedo, ponerle peros a este festejado triunfo resulta un tanto antipático. Sin embargo, no marcar lo aspectos negativos que muestra el equipo sería un grave error. Ya sea con la mirada de hincha o de periodista que conviven en quien esto escribe, hay que admitir que el Ciclón juega bastante feíto.
No puede decirse que lo hace mal, porque Ramón Díaz diseña el equipo de acuerdo a lo poco que tiene en el plantel. De hecho, ante Racing el planteo fue muy inteligente. Se paró bien atrás y los volantes estuvieron atentos y cubrieron los espacios correctamente.
El problema surge cuando hay que generar fútbol. Los únicos que podrían hacerlo son el Pipi Romagnoli, que sufre una lesión de la que no puede recuperarse, y Seba González, un chico que tiene condiciones pero al que aún le falta madurar. No hay más. Por eso se ven tantos pelotazos y tantos pases mal dados. Así, el peligro que puede generar San Lorenzo se reduce a pelotas paradas, a algún error del rival o a tiros de media distancia, como el de Guillermo Pereyra en el primer gol ante la Academia. Demasiado pobre para la historia de San Lorenzo. Pero, como se dijo en la edición pasada: “Es lo que hay”. Habrá que resignarse…
El Burro, de arranque
Con este escenario, que Diego Rivero no tenga un lugar dentro de los once titulares resulta un chiste de mal gusto. Es cierto que Ramón Díaz ve cosas que los que no estamos dentro del plantel no observamos, pero no existen explicaciones lógicas para la ausencia del Burrito. Cuando ingresó ante Godoy Cruz revitalizó al equipo con un par de corridas y metió el gol del empate, cuando parecía que los tres puntos viajaban a Mendoza y que el Nuevo Gasómetro iba a ser un concierto de silbidos. Y en el ratito que estuvo contra Racing aportó un par de piques con la pelota que sirvieron para salir del fondo, hizo amonestar a un par de rivales y le metió una excelente pelota a Emiliano Alfaro para que el uruguayo pusiera el 2-1. Ya sabemos cómo terminó la jugada. Piadoso silencio con el bueno de Emiliano…
Uno imagina que, después de estos partidos, Rivero recuperará su lugar en el elenco inicial. Si eso no ocurre, entonces los cuervos estaremos en todo nuestro derecho de imaginar que hay algo extrafutbolístico que motiva la ausencia del volante.
El partido de esta noche ante All Boys es una excelente ocasión para dar un paso hacia delante. Para volver a mostrarse como un equipo duro, aguerrido y luchador. Con esos atributos, San Lorenzo puede seguir ganando partidos e ir acomodándose en la tabla. Y, ojalá, armando una estructura sólida quizás pueda llegar a aparecer el juego que hasta ahora no vimos. Lo va a necesitar el Ciclón. Para pelear bien arriba no va alcanzar con errores del rival o alguna pelota parada salvadora.
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