Esta columna fue extraída del sitio oficial de San Lorenzo
de Almagro: http://www.clubsanlorenzo.com.ar/
Desafortunadamente no pude estar en el "Gallinero"
para apoyar al Ciclón en vivo, pero vi el partido en la compu. Se notó desde el
vamos que los de Almeyda le daban importancia a este encuentro. Hicieron todo
lo que les era posible para buscar el gol, conscientes de que ganarle a un
grande ayudaría a reivindicar el retorno a la Primera División. Bastante
desordenados, en realidad, pero trataron de ganar. El planteamiento de San
Lorenzo fue el conservador al que nos vamos acostumbrando últimamente, dejándole
el medio campo al adversario. Menos mal que Migliore estuvo tan atento,
salvándonos de la derrota varias veces. Jara hizo un gran partido, pero se fue
al banco frustrado, con ganas de más, de ir a por la victoria. Él y sus
compañeros saben que sin riesgo no hay gloria ni juego lindo, pero hicieron lo
que se les pidió, y pudieron evitar una segunda derrota en este nuevo torneo.
Pase lo que pase, los hinchas cuervos siempre estaremos con el equipo. A ver si
de verdad sigue afinándose el juego colectivo y San Lorenzo puede empezar a
sumar de a tres. Hasta que eso ocurra, para mí la noticia más positiva con
respecto al CASLA es que la operación a la rodilla izquierda de Romagnoli ha
sido un éxito. ¡Qué bien! Te esperamos con los brazos abiertos, Pipi.
Lamento que, estando físicamente tan cerca del equipo la
semana pasada mientras presentábamos la película "Todos tenemos un
plan", no pude librarme para verlo jugar o entrenar. Tuve una agenda muy
llena, haciendo entrevistas hasta el último momento de mi demasiada breve
visita a la capital, y eso hizo imposible acercarme a la Ciudad Deportiva. Al
menos pude pasar, como siempre lo hago por cábala cuando vuelvo a Buenos Aires,
un momento por Avenida La Plata después de llegar a Ezeiza. Era muy temprano,
antes del amanecer, y cuando me bajé del auto a la altura de la sede del CASLA,
me encontré totalmente solo. Caminé sin prisa de Las Casas a Inclán,
comprobando que ese supermercado no se ha caído todavía, pero que el lugar
sigue poblado de un millón de almas cuervas coreando su apoyo inquebrantable.
Solo entonces seguí el viaje al centro donde tenía que trabajar. Ya en el auto,
pasando la esquina de San Juan y Boedo, pensé que las generaciones de hinchas
que llenaron los tablones del Viejo Gasómetro estarían perplejos si pudieran
ver el juego de pelotazo ciego y marcha atrás al que se le da preferencia en el
San Lorenzo de ahora.
El martes vinieron al avant-premiere de la película dos de
nuestros jugadores más corajudos, el legendario Pipi Romagnoli y nuestro
arquero el Loco Migliore. Fue una hermosa sorpresa -- y un alivio -- verlos ahí
en medio del quilombo mediático. Mientras los invitados daban sus vueltas
ansiosas por los pasillos del Hoyts DOT antes de la proyección, ahí estaban
nuestros guerreros imprescindibles esperándome tranquilamente cerca de la
entrada a la sala principal. Imperturbables,
seguros de si mismos, parecían superhéroes de otra galaxia al lado de todos
nosotros, los mortales con sus pochoclos, micrófonos, cámaras y efímeras
urgencias. Pipi quiso permanecer de pie, a pesar del dolor que seguramente
sentía en su rodilla izquierda. Un torero, un matador de verdad. Vino a ver la
película en vez de quedarse en casa descansando antes de la operación que le
iban a hacer. La presencia y la actitud luchadora de Romagnoli nos honró a
todos los que participamos en la producción más que toda la atención que nos
pueda llegar del público y los medios. Como sabrán muchos cuervos, Pipi ha ido
a los entrenamientos de San Lorenzo desde su lesión en el partido contra
Belgrano, alentando a sus compañeros e insistiendo silenciosamente con su
presencia en el más alto nivel de entrega. Según me han contado, estuvo
presente los primeros días después de sufrir la lesión a pesar del dolor que
estaba pasando. Un Grande, la conciencia del equipo. Agradezco de todo corazón
que Migliore y Romagnoli hayan venido a representar a San Lorenzo en nuestro
estreno. Nos sentimos muy orgullosos por haber contado con su presencia.
Por último, cierro esta breve entrega agradeciéndole a
nuestra directora y guionista, Ana Piterbarg, por llevarnos en un viaje
inolvidable. Para mí era una deuda pendiente rodar en Argentina, sumarme a la
historia cinematográfica de este país. Sabía que los actores y los equipos
técnicos argentinos eran de lo mejor que existe en el mundo del cine, pero
nunca esperé encontrarme con un cuento tan lindo y original como "Todos
tenemos un plan", o una jefa tan habilidosa y justa. Bostera incurable, eso
sí, pero mejor capitán no tuvo nunca un barco.
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