Por Jorge Fuentes
Dentro de un rato, el Ciclón culminará uno de los peores campeonatos en toda su historia। Si no fuera por la pobre campaña que hicieron los descendidos Chacarita y Atlético Tucumán, estaríamos hablando de un equipo que, tranquilamente, hubiera salido último। Una vergüenza।
Todos los que amamos el fútbol sentimos un cosquilleo especial cada vez que se aproxima un Mundial. Uno ya va pispeando los horarios y los días de los partidos para empezar a programar qué encuentros se podrán ver en casa, cuáles en algún “recreo” laboral y qué choques son merecedores de un faltazo al colegio o de una llegada tarde al laburo. Pero los hinchas más ansiosos por la llegada del 11 de junio, día en que arranca la Copa del Mundo en Sudáfrica son, sin dudas, los de San Lorenzo. Es que este Torneo Clausura se nos terminó demasiado rápido. La ilusión por pelear el título se deshizo bastante antes de la mitad del certamen. Los cuervos fuimos (y somos) testigos de uno de los campeonatos más indignos en la historia de San Lorenzo. Las once derrotas, que hoy pueden ser doce, ya son una marca tristemente indeleble en la vida del club. Solo en el Clausura 1996 se había registrado esa cifra. Claro que en aquella ocasión el Ciclón estaba jugando simultáneamente la Copa Libertadores (llegó hasta cuartos de final) y en esta oportunidad no hubo ningún otro objetivo en el que ocuparse, lo que demuestra que desde la instauración de los torneos de una sola rueda, esta es la peor actuación de San Lorenzo. Quizás no desde lo numérico, ya que en Clausura 1992 (también estaba jugando la Copa) y en el citado campeonato de 1996 finalizó decimonoveno (ver nota de la las páginas 8 y 9), pero sí desde lo futbolístico, rubro en el que fue infinitamente inferior a la mayoría de sus rivales.
Una triste despedida
Ponerse a analizar el rendimiento futbolístico de San Lorenzo en las últimas dos fechas, las dos que se disputaron desde la última aparición de La Revista del Ciclón, es innecesario por lo reiterativo. Palabras más, palabras menos, se escribiría lo mismo que en la edición anterior: que Sebastián Méndez se sobrepasa de conservador y que los rivales, con poquito, hacen méritos para ganar. Y lo hacen. Ante Argentinos, por caso, luego de un respetable primer tiempo, el equipo se abroqueló demasiado atrás y le permitió al Bicho arrimarse al arco de Migliore (hubo mérito del conjunto de Borghi también, por supuesto). Eso hizo que los de La Paternal se llevaran un triunfo tan agónico como justo. Algo parecido ocurrió ante Lanús, el lunes pasado. Una primera etapa medianamente digna, un gol a favor y luego lo de siempre: todos atrás y que Dios nos ayude. Pero como el Señor tiene problemas más urgentes por resolver, surge el mismo final: el rival termina festejando.
No da para criticar con dureza al Gallego. De hecho, este equipo ya era un desastre antes de que él asumiera. Pero está claro que su breve gestión, que terminará en un rato, no deja muchas cosas positivas para resaltar. Apenas algunos pasajes del partido ante Huracán y poco más.
De Simeone ya se ha escrito y hablado mucho. El es uno de los principales responsables de este triste presente. Pero como el Cholo ya no está, tampoco da para volver a agarrárselas con él. Lo mismo ocurre con los jugadores. La mayoría de ellos también son grandes protagonistas en esta película de terror que fue San Lorenzo en el Clausura 2010. Ya los hemos sacudido bastante. Y como el final está, por suerte, a sólo noventa minutos, desde este espacio vamos tener un poco de piedad.
Lo que viene debería ser mejor. No tiene que ser algo extraordinario, ni mucho menos, para serlo. La llegada de Ramón Díaz, y de algunos refuerzos, seguramente revitalizará el ánimo. Ojalá que no tengamos que volver a padecer otro torneo como este que se va. Porque la situación ya se tornaría de una gravedad extrema. Y ya no habrá Mundial para consolarnos.
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