Por Eduardo Bejuk
En alas de su gente
Si fuimos capaces de construir una leyenda desde un grupo de pibes de barrio y nunca traicionamos su esencia...
Si fuimos capaces de construir una cancha que después se convirtió en mito, desde su fantasmagórica presencia eterna...
Si llevamos más gente en la B que el River-Boca de la A...
Si somos la hinchada que admira Maradona, imitan hasta en Tokyo (http://www.youtube.com/watch?v=AxZOCicIYGU) y tiene el copyright del 85% de las canciones del fútbol argentino...
Si levantamos un nuevo estadio, ganamos títulos en todas las décadas y representamos el paradigma del optimismo invencible...
Si nunca pudieron parar a esta gloriosa hinchada... ¿Cómo no vamos a volver a ser?
Sacar Carasucias de las Inferiores, recuperar la mística para trasladarla al equipo, armarnos de nuevo para pelear un campeonato. Y soñar con la histérica Copa. Y obligar a la gente a reventar estadios. Y rompernos la garganta de tanto el-Ci-clón-el-Ci-clón.
¡Claro que volveremos a ser!
Pero así como estamos, estamos mal. Porque ni siquiera le damos un susto a nuestro primogénito del Riachuelo, aún en su opaca versión cabaretera. Y eso duele. Este amargo y olvidable campeonato, por suerte, se está terminando. Un suplicio. Pero basta... Que los que toman las decisiones, estén a la altura de lo que se merece San Lorenzo. Porque así, estamos mal. Muy mal.
Cuervo al fin, el epílogo es optimista: de alguna forma, todos sabemos que el Ciclón resurgirá. Bah, de la única forma posible: en alas de su gente, negras alas que siempre brillan. En el sol o en la tormenta.
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