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lunes, 4 de abril de 2011

Ramón Aramayo: Así lo mataron

Crónica de una muerte registrada (recordamos la nota publicada un año atrás)

La Revista del Ciclón fue testigo presencial del momento que Ramón Aramayo fue detenido por efectivos de la Policía Federa. En ese momento, pudimos registrar distintas imágenes que después fueron distribuidas y difundidas por los medios periodísticos nacionales y partidarios. Ahora, te contamos todo lo que vimos.

El domingo 20 de marzo fui uno de los más de 4000 cuervos que tenía un ticket para ver el Vélez-San Lorenzo perteneciente a la sexta fecha del Torneo Clausura 2011. Llegué a Liniers apenas pasadas las tres de la tarde y estacioné el auto sobre la calle Ventura Bosch, un poco alejado de la zona de legalización de los malditos trapitos ¿cuida autos?

Hice una previa de diez o quince minutos en la esquina de Lisandro de La Torre y Rivadavia, en la puerta del banco HSBC, donde me crucé y compartí algunos diálogos con muchos cuervos conocidos. Nada fuera de lo habitual. Al rato, con dos amigos que encontré por ahí, encaré para el José Amalfitani por la calle Barragán. Alrededor de las 15:20 llegué al primer retén policial. Me hicieron el cacheo correspondiente y fui uno de los últimos en avanzar hasta que los uniformados volvieron a interrumpir el paso, para que no se acumule mucha gente en el siguiente control. A los veinte metros de ese primer retén sentí un murmullo a mi espalda. Cuando me di vuelta, pude apreciar como dos policías intentaban detener a una persona que ofrecía una tenue y quizás normal resistencia. Segundos después, esos dos policías se convirtieron en varios más (seis o siete, no lo recuerdo con precisión) con el objetivo de arrestar a ¡una sola persona! En ese momento, me pregunté si eran necesarios tantos efectivos y la utilización de ciertos métodos para detener, reitero, a ¡una sola persona! Entre forcejeo y forcejeo el hincha del Ciclón cayó al piso y los efectivos fueron sobre èl para continuar con si misión de apresarlo. Un policía lo agarró de los pelos y lo mantuvo con su cabeza contra el asfalto. Otros dos lo tomaban de sus manos y brazos. Otro, le torció las piernas hacia arriba. Otro, en un momento, lo tomó de sus genitales, intentado, imagino, inmovilizarlo. Si bien la situación me pareció fuera de lugar, en ningún momento vi golpes brutales. Sin embargo, mientras todo eso sucedía, al hincha del Ciclón se le fueron marcando los codos y sus rodillas con sangre, por los raspones contra el suelo. También, mientras eso ocurría, indignado y con un poco de impotencia por lo que estaba sucediendo, yo ya había encendido mi cámara digital y capturado varias imágenes. Una vez que los efectivos lograron su objetivo de esposar al hincha del Ciclón, que aun permanecía en el piso y boca abajo, corrí una de las vallas que dividían a la vereda del asfalto y me ubiqué apenas arriba del cordón. Cuando lo levantaron, comencé a grabar. En las escenas del video (que dura menos de un minuto), se puede observar como al hincha de San Lorenzo lo llevan hasta un portón verde. En ese momento, que la situación estaba aparentemente controlada, los efectivos de la Federal habilitaron el paso de los cuervos que estaban expectantes en el primer retén. Ahí, guardé la cámara y me fui para la cancha. Ya en la tribuna visitante y con el partido estaba comenzado, se empezó a escuchar que había muerto un hincha en las afueras del estadio. Primero se decía que era un chico de 17 años, después que era más grande, pero todos coincidían que lo había “matado la policía”. La situación se descontroló, el partido se suspendió y fui uno de los últimos cuervos en retirarme de la cancha. Cuando me iba por la calle Barragán, pude ver que en una de las vereda había una ambulancia y muchos policías. Seguí caminado pero unos metros más adelante un amigo me dijo que ahí, estaba el hincha que había muerto. Me acerqué pero el cuerpo ya estaba cubierto. En los pocos minutos que duró mi caminata hacia el auto, en lo único que pensaba era en lo que había visto antes de llegar al estadio y la coincidencia con el lugar donde estaba el muchacho muerto. Me costaba creer que las fotos que le había sacado a un muchacho en vida, luego pudieran relacionarse con alguien que había muerto. Cuando estaba llegando al auto, me crucé con unos cuervos amigos y les comenté la situación pero siempre sin querer creer lo que después se confirmaría. Llegué a la casa de mis padres, empecé a comparar las imágenes de mi cámara con las que veía en televisión y mis sospechas fueron creciendo cada vez más. Bajé las imágenes a la PC y se las envié por mail a un periodista conocido del diario Olé. Ansioso, preocupado y lleno de intriga, minutos después me comuniqué con él y le planteé la situación. Recuerdo decirle: “No sé si estoy sugestionado, si es casualidad o si lo que vi tiene algo que ver con el hincha muerto, pero te envié las imágenes para ver si ustedes pueden averiguarlo”. Pasada más de una hora de esa comunicación, volví a llamarlo y me confirmaron la triste notica de que las fotos que había sacado, mostraban a Ramón Aramayo, el hincha de San Lorenzo muerto. En ese momento empecé a sentir miles de cosas. Entre ellas, mucha impotencia e indignación. De Olé me preguntaron si podían utilizar las imágenes y obviamente les dije que “sí”. También me consultaron si quería que figure mi nombre o el de la revista y les contesté que “no”. Horas más tarde, luego de charlar la situación con un amigo, enviamos las imágenes a periodistas de los diarios Tiempo Argentino y Crónica. También a varios medios partidarios. Al otro día, esas fotos fueron utilizadas por varios diarios y revistas y hoy, junto al video, circulan por toda por la web. Esa es nuestra historia. Esa es mi historia. Hoy me invade una gran tristeza por la muerte de un hincha de San Lorenzo. Siento bronca por la manera estúpida en que un ser humano perdió su vida por ir a ver un partido de fútbol. No sé si a Ramón lo mató la policía. No estoy capacitado para decir eso. Sí, puedo decir que a mi parecer lo trataron de una manera desmedida y brusca. Será la justicia quien determine qué fue realmente lo que causó su muerte. Ojalá haya más testigos que puedan contar qué sucedió cuando yo me fui del lugar. Por lo pronto, el material que nosotros registramos ya está a disposición de los abogados de la familia Aramayo. También me comuniqué con Mabel, la mujer del cuervo Ramón, para disponerme como testigo. En mis 34 años, es la primera vez que me ocurre una cosa así. Espero haber obrado correctamente. Mi más profundo deseo es que se haga justicia. Y que el fútbol, alguna vez, sea una fiesta y no haya más muertes como la de Ramón. Gastón García


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