Un interesante artículo encontrado en la Web que explica cuestiones sobre el cierre del estadio cuervo...
El fútbol te ofrece historias maravillosas, conmovedores relatos que merecen ser contados. San Lorenzo de Almagro es todo romanticismo. Pero también es una especie de gigante fornido, capaz de aguantar todo lo que le echen, capaz de levantarse cuando le zancadillean, de gritar, de seguir caminando. A pesar de que nace en Almagro, en la parroquia de San Antonio y toma el nombre del sacerdote que apadrinó a ese grupo de chavales que peloteaba en la calle, Lorenzo Massa, el epicentro del sentimiento cuervo radica en Boedo, en la Avenida de la Plata, entre las calles Inclán y Las Casas, todo bajo la atenta mirada de la esquina que cantó Homero Manzi en uno de los tangos más representativos de Buenos Aires. Entre esas calles anteriormente mencionadas, en la Avenida de la Plata, se levantó en 1916 el Gasómetro. Era el primer estadio de San Lorenzo, que a penas contaba con ocho años de historia. Boedo, al Sur de Almagro, se convirtió desde entonces en la casa del equipo santero, denominado así por su origen ‘divino’. El campo, de tablones como todos los que se hacían en esa época, se parecía a los antiguos gasómetros, de ahí al sobrenombre. El estadio no se terminó hasta 1929, llegando a alcanzar entonces una capacidad de 75.000 espectadores y convirtiéndose en el coliseo con más lumbre del país. La selección nacional no tardó tiempo en hacerlo su sede por más de treinta años. El Gasómetro se conocía por aquel entonces como el ‘Wembley porteño’. Allí la albiceleste dio grandes tardes de fútbol. Allí se lució Isidro Lángara, allí deslumbro el famoso trío compuesto por Farro, Pontoni y Martino o la línea ofensiva más gloriosa que se recuerda en aquel país, los ‘Carasucias’. Allí San Lorenzo confirmó la supuesta grandeza que se le otorgó al inicio de la era profesional. El Cuervo levantó campeonatos en ese Boedo que ya era conocido en el mundo no sólo por el grupo literario de izquierdas que tomó su nombre en los años 20, sino por su equipo de fútbol, una alternativa real en Buenos Aires a River y Boca. Nunca pensó San Lorenzo ni Boedo, que su apacible vida allá por los años setenta, conllevada con una difícil situación económica, como ocurría con la mayoría de los clubes argentinos, se tornaría en una pesadilla con la llegada del Mundial en 1978. El Gasómetro estaba ciertamente deteriorado. Muchos creyeron que con la cita mundialista se le cambiaría la cara al que había sido hasta ese momento el templo del fútbol argentino. Pero no fue así. La dictadura prefirió obviar al Sur de la ciudad, quiso esconder esa realidad obrera, esas clases trabajadoras, a los periodistas y empresarios internacionales que venían a la capital. Por ello optó por potenciar otros estadios, en zonas más acomodadas, volcándose sobre el todo en el Norte, con River. Era el comienzo de un fin orquestado por el alcalde de la ciudad, el Brigadier Cacciatore, alcalde bonarense en aquella época dictatorial. Este militar acondicionó las inmediaciones del Monumental, eliminó, por ejemplo, la villa miseria del Bajo Belgrano. Además, renovó y terminó el estadio de los millonarios, lo puso bonito, lo convirtió en una maravilla… Y mientras todo eso ocurría, el Gasómetro, el mítico Gasómetro, veía impotente como el ominoso regimen amenazaba con extinguir su tradicional resplandor. Terminado el Mundial, el Brigadier Cacciatore quiso aprovecharse de la situación de debilidad de San Lorenzo. Los terrenos del Gasómetro eran muy golosos y comenzó una auténtica maniobra de expropiación sin precedentes, ante la que nada pudieron hacer los hinchas cuervos. Primero se alegó que había que hacer una reordenación urbana y se necesitaba una apertura de las calles Muñiz y Salcedo, para lo cual había que tirar el estadio. En este terreno el ayuntamiento se propone construir viviendas, prohibiéndose expresamente la construcción de supermercados. Se dicta una ley que obliga a que se lleve a cabo tal reordenación urbana. San Lorenzo se resiste a aceptar, se resiste a decir adiós al estadio de toda su vida, a su barrio, al lugar donde también estaba una de las sedes deportivas más completas del país. Pero nada se pudo hacer, porque las presiones de Cacciotere eran imposibles de soportar. En diciembre de 1979 jugó su último partido contra Boca. Luego el campo se echó abajo. San Lorenzo se quedó con 900.000 sucios dólares de consuelo que le pagó una sociedad fantasma, constituida pocos días ante de la venta. La canallada de la dictadura llega a su punto álgido con el devenir del tiempo. Pasaron los años y no hubo apertura de calles, tampoco se construyeron viviendas. En 1983 se establece una ordenanza que anulaba la prohibición de establecer un supermercado en esa zona y los terrenos se le venden a Carrefour por ocho millones de dólares. ¿Dónde van a parar? Pregunta sin resolver. Y ese es el final de la historia. Donde estaba el Gasómetro, donde se levantaba el orgullo del fútbol argentino, hay ahora un Carrefour, justo al lado de la sede del Club, que sigue allí, en plana avenida de La Plata. La desaparición del Gasómetro trajo la crisis deportiva cuerva más grave de toda su historia, por primera vez bajó a Segunda y estuvo 14 años sin estadio, peregrinando por diversos campos de la ciudad, soportando la vergüenza de no tener casa en contra de su voluntad. En 1993 se construyó el estadio Pedro Bideguain, en el Bajo Flores, más al Sur de Boedo, en una zona nada representativa para los azlgranas. Allí San Lorenzo, no obstante, ha conseguido volver a sonreír y levantar títulos, el último el anterior Clausura de la mano del Pelado Díaz. Ni siquiera el cruel destino ha impedido que el gigante siga en pie. Se da la circunstancia de que todos los triunfos importantes logrados por San Lorenzo se siguen celebrando en la mítica esquina de San Juan y Boedo, la esquina de Homero Manzi, la esquina por la que las masas cuervas deambulaban con sonrisas después de disfrutar en el Gasómetro antes de que esa dictadura cruel mezclara fútbol y política. Sí, la esquina por la que, puede, vuelvan a circular los aficionados azulgranas en las tardes de domingo. Eso ya lo contaremos mañana, porque no hay que olvidar que esa parte de Boedo es tierra santa para los sanlorencistas. Y ya se mueven los hilos para recuperar lo que siempre fue suyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario