Aunque
muchos no lo recuerden, Carlos Bilardo nació futbolísticamente en San Lorenzo,
club en el que hizo Inferiores y debutó en Primera. Y aunque él no lo quiera
decir, de chiquito era hincha del Ciclón, como su padre y su tío. En esta
entrevista con La Revista del Ciclón, el Narigón nos recuerda su pasado
cuervo y sus anécdotas en el Gasómetro. Además, se mostró contento por la
Vuelta a Boedo y aseguró que está dispuesto a colaborar con la compra de metros
cuadrados.
Por
Gastón García
La
Copa del Mundo de 1986 ganada con la Selección Argentina es, sin duda, el
máximo logro deportivo conseguido por Carlos Salvador Bilardo. A casi 27 años
de haber coronado ese título mundial, el Narigón sigue siendo el último DT en
haber levantado ese preciado trofeo con la celeste y blanca. Como futbolista,
pasó sus momentos más esplendorosos en Estudiantes de La Plata. Sin embargo, San
Lorenzo también es una marca indeleble en su vida. Su vinculación con el club se
remonta a los primeros años de su vida. Su padre, Calógero, y su tío, fueron
dos hinchas fanáticos del Ciclón. Y desde los cuatro años, el Narigón acompañó
a ver a San Lorenzo por todas las canchas del país. Luego, un poco más
grandecito, se alistó en las Inferiores cuervas hasta lograr debutar en Primera,
en 1959. Sin mucha participación y tapado por Coco Rossi, integró el equipo
campeón que tuvo a Sanfilippo como goleador y máxima figura. También dejó su
huella como entrenador. Fue en 1979, época de vacas flacas en San Lorenzo. Y
vaya si serían flacas, que tiene el triste privilegio de haber dirigido al
Ciclón en el último partido jugado en el Gasómetro de Avenida La Plata, estadio
que supo disfrutar desde que era un purrete. San Lorenzo es una parte
importante de la vida de Bilardo. No lo decimos nosotros, lo asegura él. Por
eso, desde La Revista del Ciclón lo invitamos a repasar su pasado cuervo
y salió esta jugosa nota…
Carlos,
¿cómo nace su vínculo con San Lorenzo?
Por
mi viejo, que era hincha y socio, y mi tío. Mi padre era fanático, desde que yo
nací tengo noción que era hincha de San Lorenzo.
¿Vivía
en Boedo?
No,
él era de la zona de San Blas y Juan B. Justo, un barrio donde todos eran de
San Lorenzo, o la gran mayoría. Mi viejo tenía un grupo de amigos, eran unos diez
pibes que lo iban a ver a San Lorenzo a todos lados. Si mal no recuerdo, yo empecé
a ir con ellos desde que tenía cuatro años.
Entonces,
tendrá sus vivencias como hincha en el Gasómetro…
Uf,
ni te imaginas. Al principio me llevaban mi viejo y mi tío, tenían ubicación en
el sector de la Platea Blanca, donde iban los dirigentes, que estaba ubicada cerca
de la zona del túnel de los jugadores. Ahí me llevaban cuando era muy pibe.
También recuerdo que íbamos a un sector llamado Urso. Después, de más grande, a
veces me iba solo.
¿Qué
recuerdos tiene del estadio?
Era
el mejor lugar que había para ver fútbol. Ahí, por ejemplo, también se jugaba
la Copa América, porque era la mejor iluminación que había en el país. Y los
tablones le daban algo especial. Fui muchos años a esa cancha.
O
sea, es parte de su infancia…
¡Claro!
Mirá, te cuento una anécdota de esa época. Cuando terminaban los partidos me
iba por la calle Inclán y esperaba a los jugadores que salgan del vestuario. Siempre
recuerdo que a Blazina (Nota de LRDC: Mirko Blazina, arquero del equipo
campeón en 1946) lo acompañaba caminando hasta Avenida La Plata y
Rivadavia donde tomaba el colectivo. Después, picaba hasta la cancha para
encontrar a otro jugador.
¿Qué
otros nombres recuerda?
En
esa época yo miraba a todos los jugadores, los admiraba. Me acuerdo mucho de
Blazina, Basso, Grecco, Zubieta, Pontoni, Martino… Eran unos fenómenos.
Deberán
ser muchas las anécdotas…
¡Qué
te parece! Si yo pasé mi vida en San Lorenzo. Te cuento otra: Silva (Nota
de LRDC: Oscar Silva, puntero izquierdo, también integrante del equipo campeón
en 1946) me llevaba en sus rodillas cuando íbamos a ver a San Lorenzo
en tren a Rosario. Yo era chico, pero me enloquecía estar con los
jugadores.
Después
llegó la etapa como futbolista…
Sí,
a los 12 años me llevó a probar mi padre y quedé en la Novena. Desde ahí, hice
todas las Inferiores, pasé por Tercera, Reserva, hasta llegar a Primera.
Uno
de sus técnicos en Inferiores fue nada menos que René Pontoni…
Un
fenómeno. Lo respetábamos mucho porque era un campeón del club. Me acuerdo que
después de los entrenamientos nos quedábamos en el Gasómetro pateando al arco.
Él me decía “ahora tiro al palo” y le pegaba al palo, “ahora le tiro al
travesaño” y la pelota pegaba en el travesaño. Y así nos quedábamos un rato
largo.
¿Usted
de qué jugaba?
Era
mediocampista. Cuando estaba en Tercera ya pintaba para fenómeno. Había sido
convocado a la Selección juvenil.
Fue
integrante de un equipo importante, el campeón del ’59…
Había
cada jugador. Te cuento una… Un día, cuando tenía 19 años, me citaron para
jugar en Primera, llegué al vestuario y no me animaba a entrar. Cuando abrí la
puerta y vi a todos esos monstruos dije “me voy”, la cerré y me fui. Después, me
tiraron la bronca porque me había ido. El técnico era José Barreiro.
¿Recuerda
su debut?
Si
no me falla la memoria primero debuté en la Copa Suecia, creo que un partido
que ganamos 2 a 0 y yo hice un gol. Me acuerdo que estaba en casa estudiando,
me llamaron y fui en motoneta hasta la cancha.
Y
en el campeonato…
Enseguida
de esa Copa me pusieron en Primera en lugar de Omar Higinio García.
Se
dice que Omar Higinio era bueno, habrá sido difícil reemplazarlo…
Uf.
Él venía muchas veces a dormir a mi casa. Era bueno, muy bueno, pero no
hablaba. En una gira, como San Lorenzo fue sin médico, él volvió con la rodilla
hecha pelota. Entonces, me ponen de 9, en su lugar. Creo que fue con Atlanta,
en la cancha de River.
¿Y
cómo le fue?
No
toqué una pelota. ¡Ni una toqué! Después de ese partido, ni había llegado a mi
casa y los dirigentes ya habían ido a buscar a Coco Rossi. Empezó a jugar él y yo
fui a Tercera otra vez. Luego de eso llegó una oferta de Deportivo Español y me
fui a jugar ahí.
También
tuvo su momento como técnico…
Cuando
me vinieron a buscar les dije “si siguen así saben dónde van a ir a parar”. El
club estaba muy mal en ese momento pero para mí dirigir a San Lorenzo era
bárbaro. ¡Cómo no iba a aceptar!
¿Y
cómo fue esa historia?
Éramos
un equipo que luchábamos como podíamos. Trajimos a algunos jugadores y el
primer año nos salvamos del descenso. Después, creo que hicimos una gira a
Japón, fue la primera vez que fui a ese país, y cuando volvimos me fui.
¡Usted
dirigió el último partido que se jugó en el Gasómetro!
Sí,
eso lo recuerdo. Fue algo muy triste, pero se veía venir.
Siempre
se dijo que mucho no se hablaba del tema. ¿Fue así?
Sí,
no se hablaba de eso. Recuerdo que algunos decían que íbamos a ir a jugar a un
lugar mejor y todos nos preguntábamos ¿un lugar mejor que el Gasómetro, a dónde
vamos a ir a parar? Porque mejor que ese estadio no había. Fue algo muy triste
para el club y para los que disfrutamos esa cancha.
¿Cómo
tomó el tema de la Vuelta a Boedo?
Lo
de la gente fue bárbaro. La recuperación de las tierras me parece algo muy
bueno para San Lorenzo porque es volver a su lugar histórico. Además es un
lugar céntrico, ideal porque es en el medio de la Capital Federal.
¿Qué
le genera pensar que haya nuevamente un estadio en Avenida La Plata?
Muchas
cosas. Estando ahí es recuperar la historia de San Lorenzo, es volver a todo
eso que viví desde que tenía cuatro años. En esa cancha tengo recuerdos de mi
madre, de mi padre, infinitas cosas. Mi vida futbolística nació ahí, desde los
cuatro años mi padre me llevaba a la cancha, me ponía entre sus piernas para
ver los partidos. Son muchos recuerdos.
¿Lo
invitaron a colaborar con la compra de metros cuadrados?
No,
la verdad que no sé nada de eso.
¿Le
gustaría participar?
Mis
padres compraron plaquetas cuando se hizo la cancha nueva, la de ahora. Hay una
de cada uno debajo de una Platea. Me gustaría colaborar, cómo no. Ya te digo,
mi vida es San Lorenzo y también Estudiantes de La Plata.
Nota de la edición impresa N° 242