Lo
números avalan la gestión de Juan Antonio Pizzi como DT azulgrana. Pero también
lo hacen sus intenciones, su propuesta de juego y su pulso firme para tomar
decisiones.
Por
Aquiles Furlone
Se
termina un nuevo campeonato y, como en cada final, llega el momento de los
balances y las conclusiones. En este caso la idea es desglosar un poco la
campaña de Juan Antonio Pizzi en el banco azulgrana.
Para
empezar, hay algo claro: los resultados respaldan la gestión. Pero los fríos
números no son lo único positivo de la tarea del “Macanudo” –como lo llaman en
España- al frente del primer equipo de Boedo. Lo realizado en este Torneo Final
reafirmó todo lo bueno que había insinuado la primera parte del ciclo.
Después
de varias temporadas San Lorenzo superó la barrera de los 30 puntos (a falta de
este último partido acumula 31, producto de ocho victorias, siete igualdades y
tres caídas). Para eso resultó determinante la campaña como visitante, en la
que el Ciclón fue el mejor del certamen y terminó invicto: cinco triunfos y
cuatro empates.
La
deuda en ese aspecto estuvo en el Nuevo Gasómetro, donde el equipo cosechó
todos sus traspiés. De todos modos, si comparamos con otros equipos ese rubro
no estuvo tan mal para los dirigidos por Pizzi, ya que sólo Lanús perdió menos
(dos partidos) y hasta Newell’s, ya campeón, tiene más derrotas (cuatro).
Además,
“Juanchi” sacó al equipo de la zona baja después de mucho tiempo, lo metió
nuevamente en una copa internacional y sigue adelante en la Copa Argentina, que
le otorga al campeón un estrella oficial y la chance de jugar la próxima
Libertadores...
Más
allá de eso y de los partidos malos o buenos que hubo, la propuesta suele ser
más de búsqueda que de especulación. El equipo se planta en campo rival, juega
adelantado y siempre intenta poner buena cantidad de gente en posición
ofensiva. No es poco en el fútbol que se ve en estos días.
La
apuesta por los pibes es otro punto a favor. Y Pizzi no sólo los puso. También
los bancó, incluso teniendo que dejar en el banco a tipos de renombre como
Jara, Stracqualursi, Piatti en su momento y hasta el propio Romagnoli. Tampoco le
tembló el pulso a la hora de dejar afuera del once a jugadores en su momento titulares
indiscutidos como Kalinski o Buffarini, y demostró personalidad y firmeza en
una situación difícil como la que se vivió con Aguiar. Por último, su perfil
bajo, alejado de las exposiciones mediáticas y sin declaraciones polémicas, ha
caído muy bien en la dirigencia y buena parte de los hinchas.
Hay
cosas para mejorar, seguro, en varios aspectos. Pero si de balances se trata,
Pizzi está aprobado con holgura. Ahora, a ir por más en el próximo semestre.
Nota de la edición impresa 242
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