En este loco fútbol de nuestros tiempos quedan pocos como él, capaces de resignar dinero a cambio de afianzar el idilio con un club. Por eso, y por lo que dejaba en cada partido, la hinchada azulgrana lo recuerda como un héroe. Después de un buen tiempo de silencio, Pablo Michelini habla de todo en esta entrevista exclusiva con La Revista del Ciclón. Pasen y lean.
Por Aquiles Furlone
Siete años. Tres títulos. Más de 200 partidos y casi una docena de goles. Infinidad de impecables cruces a los pies, litros y litros de sudor por la camiseta y un sacrifico admirable, a veces increíble.
No es fácil convertirse en símbolo en un club como San Lorenzo, menos cuando se trata de un futbolista cuya característica principal no es precisamente el virtuosismo a la hora de tener la pelota en los pies. Y más difícil se vuelve si el recuerdo fresco del pasado trae imágenes de éxito e idolatría en un rival clásico, de los menos queridos por la hinchada azulgrana.
Pero este león del mediocampo se sobrepuso a todo eso y lo logró. Se paró frente a lo que le fue tocando en cada momento y consiguió dejar su huella en una parte de la historia más gloriosa en la vida del ciclón.
Retirado desde 2005, hoy vive de sus negocios personales, alejado completamente del fútbol y con pocas ganas de reinsertarse en el ambiente. Con la mirada fina y punzante que dan la distancia y el tiempo, Pablo Michelini, de él se trata, en este mano a mano exclusivo con La Revista del Ciclón repasa sus notables años en Boedo, analiza el presente del club, se queja por la desprolija salida de un amigo y recuerda la etapa en la que, ad honorem, se desempeñó como dirigente.
¿Qué es de tu vida Pablo?
Nada relacionado al fútbol, ahora como hincha nada más. Estoy vinculado a otras cosas y me va bien. Mientras jugaba ya estaba haciendo negocios por mi parte, sigo con eso y estoy muy contento. Cuando dejás de jugar no hay muchos caminos a seguir, o sos director técnico o sos representante. La verdad es que lo de ser representante no me parecía, no me sentía cómodo, y ser técnico tampoco me cerraba por la presión que implica. Fui manager y me gusto, pero lo concreto es que no era lo que quería para mi futuro.
¿Cómo fue eso?
Me fui solo, cuando consideré que era hora de hacerlo. En su momento me querían pagar un sueldo pero siempre lo hice desinteresadamente y sin cobrar, sobre todo para tener la libertad de irme cuando quisiera. En total estuve diez meses.
¿Te quedó algún vínculo con San Lorenzo?
Tengo contactos con algunos ex compañeros y hablo cada tanto con Savino pero nada profesional. A la cancha también voy poco porque pienso que tenés que romper el vínculo para no vivir de recuerdos todo el tiempo.
¿Te costó el retiro?
No, porque como te decía antes ya venía con otros temas, no me quedé con ningún vacío. Terminé y ya tenía mis ocupaciones, entonces me resultó relativamente fácil.
Estuviste adentro como manager ¿Cómo ves a San Lorenzo institución hoy en día?
Al haber elecciones habrá un cambio grande y ya veremos cómo se manejan los nuevos dirigentes. Creo que Savino hizo un buen mandato, pero la verdad es que basta con estar al lado de él un rato para entender lo desgastante que es ser presidente de un club. Un jugador depende de lo que hace adentro de la cancha y nada más, en cambio al frente de un club dependés siempre de terceros y eso no es un tema sencillo. Ojalá que la gente que venga pueda seguir un buen camino.
¿Y en los futbolístico?
No tiene grandes figuras pero sí muy buenos jugadores y me parece que el equipo está bastante bien, incluso por arriba de la expectativa que podía haber tenido el hincha en la previa.
En este equipo combativo y batallador encajarías perfecto…
(risas) Sí, es cierto, pero la verdad es que durante el tiempo que estuve en el club pasaron varios técnicos, casi uno por año, y me adapté a diferentes sistemas. Más defensivos, más ofensivos, presionando adelante o esperando unos metros atrás, siempre jugué y me acomodé bien.
Fuiste el último gran caudillo. ¿Por qué no hay más jugadores así?
Es difícil porque hoy al jugador no le dan tiempo de identificarse con el club. Yo estuve siete años en San Lorenzo y tuve posibilidades de irme a lugares como México, donde iba a ganar más dinero, pero opté por no empeñar el hecho de identificarme con un club a cambio de algo más de plata. Aparte yo pertenecía a San Lorenzo, ahora los futbolistas son de grupos empresarios que, por supuesto, enseguida buscan sacar una ventaja económica. En mi caso era yo quién decidía si irme o no.
¿Le faltan a los equipos figuras emblemáticas?
Es por esto del tiempo que te decía antes, por una cuestión de identificación. Está Verón en Estudiantes y casi nadie más. En San Lorenzo Bottinelli apuntaba para eso pero ya se fue y volvió. Orión era otro y al final se tuvo que ir y no del todo bien. No es algo fácil, todo jugador pasa por momentos difíciles y a veces cuesta sobreponerse. Lo concreto es que necesitás por lo menos cuatro o cinco años en un lugar para convertirte en un emblema.
Hablando de emblemas ¿Te molestó cómo se fue Romeo del club?
Sí, Bernardo es un ejemplo dentro y fuera de la cancha. Se manejó diez puntos con San Lorenzo y siempre dio todo. Cuando viene un técnico y le dice que no a un jugador así, el club tiene que tener la capacidad de hacerle entender que ése futbolista debe seguir en el plantel. Es ahí, ante esas situaciones, cuando uno se replantea: ¿habrá valido la pena regalarle un millón de dólares al club estando con el 20 por ciento durante diez meses?...
1 comentario:
Pablo!!! Ídolo!!! Jamás, pero jamás, y aunque pasen 6 millones de jugadores "mejores" que vos, jamás voy a olvidarme de lo que diste por ésta camiseta. Eternamente agradecido a vos por todo lo que me entregaste a través de tu compromiso.
Para toda la vida, gracias!!!
Cristian Walker
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