“San Lorenzo representó mucho en mi vida”
Alfredo Rifourcat dialogó con La Revista del Ciclón y recordó el hecho que identificó su paso por el club. Hace 21 años, fallecía uno de sus mellicitos y el Flaco, con una entereza impresionante, salió a la cancha para jugar contra Argentinos Juniors. Todavía se emociona cuando rememora el aliento que le brindó la hinchada azulgrana.
Por Fernando Fuentes
La nota con Alfredo Rifourcat se da en el marco de un clima festivo. Se trata del reencuentro con sus ex compañeros de Almirante Brown, en el quincho de la Ciudad Deportiva del club de Isidro Casanova. Se lo ve bien al Flaco. Siempre flaco, como si el tiempo se consumiera con la lentitud de una babosa. Llevó una carpeta que atesora los recortes periodísticos de su paso por Brown. Hojas amarillentas de la vieja revista Sólo Fútbol. Por lo visto, la corrosión puede con el papel pero no con los recuerdos. Se amontonan los ex jugadores y se ríen a carcajadas con lo que se escribía de ellos hace casi dos décadas.
Seguramente, no fue el mejor momento para sumergir al Flaco, por un instante, en el pasado azulgrana. Su recuerdo en San Lorenzo se remite inmediatamente a aquel partido contra Argentinos Juniors, cuando el volante salió a la cancha 48 horas después de haber enterrado a uno de sus mellicitos, quien nació con complicaciones luego de un parto prematuro. Tenía quince días de vida.
Fue el 5 de marzo de 1989, en la cancha de Huracán. Estamos a 21 años, al Flaco lo golpea el recuerdo y al cronista, la pregunta. Cuando la vida pega ahí, adonde más lastima, el dolor perpetuo mete la cola y obstaculiza las palabras. Se le humedecen los ojos y busca aire con desesperación para continuar el diálogo. “De ese partido contra Argentinos Juniors (NdeR: ganó El Ciclón 2 a 1) tengo los recortes de los diarios y los audios de cuando la gente me alentaba. Me gritaban ‘Flaco/Flaco’”, revive Rifourcat.
¿Qué significó San Lorenzo en tu vida?
Mirá… San Lorenzo representó mucho en mi vida. Cuando volví de jugar en México fui a ver al Bambino a la cárcel; la pérdida de mi hijo; el apoyo de mis compañeros y de la dirigencia… Son cosas que me quedaron grabadas en el corazón.
La tuvieron que remar bastante en la época de Los Camboyanos.
Sí. Ése era un grupo bárbaro, que se la jugaba adentro y afuera de la cancha. San Lorenzo, en esa época, era una cancha con un alambrado y un banco de suplentes. El club estaba en crisis: un día llegábamos y teníamos ropa para entrenar y al otro día no teníamos nada. Con todo eso en contra, llegamos hasta las semifinales de la Copa Libertadores y luego ganamos la liguilla contra Boca. Eso demostró la unión del grupo.
Para el Bambino eras como Marco Van Basten…
Ja, ja. Eso fue en un partido contra Talleres de Córdoba. El Beto Acosta estaba lesionado y la nueve no la quería nadie. Cuando fui a firmar la planilla, vi que jugaba con la nueve. Ahí el Pipo Gorosito le dijo al Bambino: “¡Le diste la nueve a Rifourcat!”. “¡Y… el Flaco es Van Basten!”, le respondió Veira. Esas son las cosas que tenía el Bamba: te hacía creer que eras Pelé.
Rifourcat está pisando los 50. Cuenta que después del fútbol manejó algunos negocios y hasta un restaurant. Ahora trabaja en la secretaría de Deportes de la provincia de Buenos Aires, donde uno de los directores, Carlos Rosales, es un cuervo fanático. “Me recibí de técnico y también estoy viendo la posibilidad de vincularme nuevamente con el fútbol”, añade.
Lo llaman los compañeros de Almirante. Hace mucho calor y el brindis es inminente. Agradece la entrevista y envía un fuerte saludo para “esa gente que me brindó su apoyo en ese día”. Hoy, dos décadas después, el sólo recuerdo de aquel pasaje de su vida provocó un escozor emotivo. La misma sensación que se vivió el 5 de marzo de 1989, en la tribuna de la cancha de Huracán.
Alfredo Rifourcat dialogó con La Revista del Ciclón y recordó el hecho que identificó su paso por el club. Hace 21 años, fallecía uno de sus mellicitos y el Flaco, con una entereza impresionante, salió a la cancha para jugar contra Argentinos Juniors. Todavía se emociona cuando rememora el aliento que le brindó la hinchada azulgrana.
Por Fernando Fuentes
La nota con Alfredo Rifourcat se da en el marco de un clima festivo. Se trata del reencuentro con sus ex compañeros de Almirante Brown, en el quincho de la Ciudad Deportiva del club de Isidro Casanova. Se lo ve bien al Flaco. Siempre flaco, como si el tiempo se consumiera con la lentitud de una babosa. Llevó una carpeta que atesora los recortes periodísticos de su paso por Brown. Hojas amarillentas de la vieja revista Sólo Fútbol. Por lo visto, la corrosión puede con el papel pero no con los recuerdos. Se amontonan los ex jugadores y se ríen a carcajadas con lo que se escribía de ellos hace casi dos décadas.
Seguramente, no fue el mejor momento para sumergir al Flaco, por un instante, en el pasado azulgrana. Su recuerdo en San Lorenzo se remite inmediatamente a aquel partido contra Argentinos Juniors, cuando el volante salió a la cancha 48 horas después de haber enterrado a uno de sus mellicitos, quien nació con complicaciones luego de un parto prematuro. Tenía quince días de vida.
Fue el 5 de marzo de 1989, en la cancha de Huracán. Estamos a 21 años, al Flaco lo golpea el recuerdo y al cronista, la pregunta. Cuando la vida pega ahí, adonde más lastima, el dolor perpetuo mete la cola y obstaculiza las palabras. Se le humedecen los ojos y busca aire con desesperación para continuar el diálogo. “De ese partido contra Argentinos Juniors (NdeR: ganó El Ciclón 2 a 1) tengo los recortes de los diarios y los audios de cuando la gente me alentaba. Me gritaban ‘Flaco/Flaco’”, revive Rifourcat.
¿Qué significó San Lorenzo en tu vida?
Mirá… San Lorenzo representó mucho en mi vida. Cuando volví de jugar en México fui a ver al Bambino a la cárcel; la pérdida de mi hijo; el apoyo de mis compañeros y de la dirigencia… Son cosas que me quedaron grabadas en el corazón.
La tuvieron que remar bastante en la época de Los Camboyanos.
Sí. Ése era un grupo bárbaro, que se la jugaba adentro y afuera de la cancha. San Lorenzo, en esa época, era una cancha con un alambrado y un banco de suplentes. El club estaba en crisis: un día llegábamos y teníamos ropa para entrenar y al otro día no teníamos nada. Con todo eso en contra, llegamos hasta las semifinales de la Copa Libertadores y luego ganamos la liguilla contra Boca. Eso demostró la unión del grupo.
Para el Bambino eras como Marco Van Basten…
Ja, ja. Eso fue en un partido contra Talleres de Córdoba. El Beto Acosta estaba lesionado y la nueve no la quería nadie. Cuando fui a firmar la planilla, vi que jugaba con la nueve. Ahí el Pipo Gorosito le dijo al Bambino: “¡Le diste la nueve a Rifourcat!”. “¡Y… el Flaco es Van Basten!”, le respondió Veira. Esas son las cosas que tenía el Bamba: te hacía creer que eras Pelé.
Rifourcat está pisando los 50. Cuenta que después del fútbol manejó algunos negocios y hasta un restaurant. Ahora trabaja en la secretaría de Deportes de la provincia de Buenos Aires, donde uno de los directores, Carlos Rosales, es un cuervo fanático. “Me recibí de técnico y también estoy viendo la posibilidad de vincularme nuevamente con el fútbol”, añade.
Lo llaman los compañeros de Almirante. Hace mucho calor y el brindis es inminente. Agradece la entrevista y envía un fuerte saludo para “esa gente que me brindó su apoyo en ese día”. Hoy, dos décadas después, el sólo recuerdo de aquel pasaje de su vida provocó un escozor emotivo. La misma sensación que se vivió el 5 de marzo de 1989, en la tribuna de la cancha de Huracán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario