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miércoles, 9 de octubre de 2013

El museo en casa (Cuervos de Ley)

El dueño de una de las colecciones azulgranas más grandes del país reside en Núñez y le abrió la puerta de su casa a La Revista del Ciclón. Te contamos la historia de un fanático que vive entre cuatro paredes repletas de objetos de San Lorenzo. Pasá y conocela…      

Por Gastón García

Apenas se abre la puerta entrás en situación de admiración. A tu derecha, el lateral de un modular te recibe con una galería de imágenes de formaciones de equipos históricos del Ciclón. A tu izquierda, sobresale una repisa con decenas de muñequitos con los colores azul y rojo. Sobre esa pared, relucen un banderín del Campeón 1946 y la portada del Diario La Nación con referencia al equipo campeón amateur de 1927, entre otras fotos de glorias cuervas de todas las épocas. Si avanzás un paso, te chocás con no menos de cinco columnas de casi un metro de alto formadas por cajas que almacenan cientos de revistas de tinte azulgrana. Y si te introducís en el departamento, de inmediato te atrapa la sensación de que estás haciendo un viaje en el tiempo, recorriendo cada minuto de la historia de San Lorenzo.

Sería imposible graficar en esta nota todos los objetos que componen la colección que Martín Vartanian tiene en su domicilio del barrio de Núñez. Ni siquiera todas las páginas de esta revista alcanzarían para describirlos. Son más de 40.000 piezas que este Cuervo de Ley atesora celosamente en su departamento. En ese lugar, calificable como “El Museo Azulgrana”, el socio del Ciclón N° 106.931tiene, quizás, la mayor recopilación de productos relacionados a la gloriosa historia sanlorencista. Dentro de su casa podrás encontrar diarios y revistas, posters, fotos, partituras de tangos, medallas, banderines y postales. También hay muñequitos, llaveros, almanaques, traba corbatas, carnets, pines, vinchas, entradas, figuritas… En fin, todo lo que se te pueda ocurrir, este cuervo lo tiene.

El nacimiento de una colección
Según le contó a La Revista del Ciclón, Martín comenzó a recopilar cosas cuervas hace 20 años aproximadamente. En realidad, como la mayoría de los fanáticos de algo, en este caso de un equipo de fútbol, desde pequeño le gustó eso de comprar y guardar revistas y objetos relacionados al Ciclón. Pero fue en el inicio de los 90 cuando al ver que tenía en su poder una gran cantidad de recuerdos, entró en el mundo del coleccionismo, del que jamás pudo ni quiso salir.

“De un día para otro empecé a ir a los parques Rivadavia, Centenario, Chacabuco, Lezama, los recorrí todos. Me pasaba tardes y tardes revisando pilas de revistas buscando las que tenían tapas de San Lorenzo”, recuerda. Así, logró tener los 223 ejemplares de El Gráfico en los que Boedo ilustra la portada, al igual que de otras revistas como Alumni (167), La Cancha (124) y Goles (85). Lo mismo ocurre con la histórica El Ciclón y, además, posee distintas publicaciones que salieron a la venta o fueron distribuidas en algún momento de la historia cuerva. Hasta La Revista del Ciclón (le faltan algunos ejemplares y prometimos conseguírselos), está bien almacenada en su domicilio.

Pero no solo de revistas está compuesta su formidable muestra. “De repente, empecé a juntar cualquier tipo de objetos, desde muñequitos hasta partituras de tango, desde carnets hasta banderines. Cualquier cosa referida a San Lorenzo servía para agrandar mi colección. Así, la obsesión fue creciendo con el paso del tiempo”, explica. Y se confiesa: “Esto es como uno droga: entrás y no salís más”.

Reliquias
Uno de los rubros que más impacto generan cuando estás en su vivienda es el de las fotos. “Todas originales” –aclara- hay algunas jamás vistas que erizan la piel de todo aquel que llegue a su casa. Entre esas, relucen dos del Viejo Gasómetro que pocos deben conocer de su existencia. Una permite ver al viejo estadio desde un plano aéreo y, la otra, está tomada desde la propia Avenida La Plata, desde unas tres cuadras para el lado de Rivadavia, en la época en que la estación de servicio de Inclán aún era una ESSO. También, se destacan dos imágenes de Lorenzo Massa: una muestra al fundador dando el puntapié inicial de un partido en Tierra Santa y, la otra, es del día de su muerte, y se aprecia su féretro rodeado por Los Forzosos de Almagro.

Hay otras perlitas que merecen ser mencionadas: El pañuelo de la Negra Petronila (“Único en el mercado”, según Martín), la primera mujer que se hizo famosa por seguir al Ciclón a todas partes y que solía frecuentar la parte baja del sector mujeres del Gasómetro; un ticket del partido Valencia-San Lorenzo, de aquella famosa gira a España en 1946/1947; y un ¡carnet social de Jacobo Urso! Sí, leyó bien, un carnet, estilo librito, de quien se convirtió en héroe de los cuervos por dejar su vida por la azulgrana. Así, podríamos seguir describiendo objetos hasta la edición 246. 


Orgullo, historia y ¿herencia?
“Esto no tiene precio, ponerle un valor comercial es imposible. Es un tesoro que tiene que ver con lo sentimental, con el orgullo, con la pasión. Solo el hincha es capaz de hacer algo así. Yo no lo cambio ni por la plata que se te ocurra. No sé qué haría si un día tengo las paredes en blanco, antes de ver eso me pego un tiro o me tiro por la ventana”.

De antemano imaginábamos cuál sería la respuesta, pero la pregunta ¿Qué valor tiene tu colección? había que hacerla de todas maneras. Sus palabras lo resumen todo. Y no esperábamos oír otra cosa de un fanático que se levanta, desayuna, almuerza, merienda, cena y se acuesta viendo imágenes de San Lorenzo. Es vivir y convivir con la historia del club. Probablemente, la mejor manera de conocerla. “Aprendí mucho leyendo revistas, analizando cada imagen, investigando quién era el jugador de una foto, el personaje de otra…”, cuenta, al tiempo que admite que siempre se sintió atrapado “por saber todo sobre los primeros años del club”. A la hora de destacar un equipo, se queda con el de 1914, ya que, según él, “cerró un ciclo que comenzó en 1908 y nos instaló en Primera”. Y si de ídolos se trata, no duda en mencionar a “Lángara”. “Llegó y le metió cuatro a River, hizo un lío bárbaro”, justifica su elección, aunque no lo haya visto jugar. 


Martín jamás se puso a pensar qué sería de su vida sin su colección, a la que le dedicó, justamente, gran parte de su vida. Pero también es consciente de que algún día él no va a estar y su fortuna pasional deberá tener un destino. “Por ahora, solo lo disfruto y no pienso mucho en lo que pueda venir”, avizora. Una linda alternativa, al menos sugerida desde esta revista, sería que su colección forme parte de un gran museo ubicado debajo del futuro estadio que se montará sobre Avenida La Plata. Sería, quizás, el destino perfecto para el tesoro más preciado de su vida. Nada menos que en Tierra Santa, ese lugar que él mamó “desde que tenía cinco años”. Justó ahí, debajo de esa cancha que se levantará gracias al esfuerzo de miles de cuervos que, como él (1m²), aportaron pusieron su corazón para que la utopía se convierta en realidad.      

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