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sábado, 31 de octubre de 2009

"Me llevé un poco de pasto a mi casa"


Diego Díaz pudo conocer el Gasómetro pero en sus tiempos más difíciles. Sufrió su desaparición como todos los cuervos y también sueña con volver algún día. En una charla con esta revista, nos cuenta su visión sobre la Vuelta a Boedo. También nos revivió, con mucho orgullo, como cumplió su sueño de ser jugador del Ciclón.

Por Gastón García

Diego Díaz es un verdadero “cuervo de ley”. Vivió su infancia yendo al Gasómetro de Avenida La Plata, tanto a alentar al Ciclón como a jugar al fútbol dentro del club. Sufrió como todos la desaparición del estadio, del que alguna vez se llevó pasto a su casa, con la nostalgia de saber que estaba por desaparecer. Hoy trabaja en varios programas de fútbol de radio y TV y siempre disfruta de reconocer su pasión azulgrana. Charlamos con él para la sección “Pensando en la Vuelta” y como bonus track nos contó cómo se cumplió el máximo sueño de su vida: “defender profesionalmente la camiseta azulgrana”.

¿Conociste el Gasómetro, Diego?
Sí, claro que lo conocí. Mis viejos eran de la zona, me llevaban a avenida La Plata a jugar al fútbol. Y también he ido con mi vieja hasta los 9 o 10 años. Con ella a la platea de mujeres que tenía el Gasómetro, ahí pegado a la tribuna local. Me quedaba siempre pegadito al banderín del corner que daba a avenida La Plata por el sector derecho. Mi viejo se iba a la tribuna y después volvíamos todos juntos a casa.

¿Qué recuerdos futbolísticos te dejó el estadio?
La verdad que no muchos. Pensá que eran los años 78/79 y era un San Lorenzo que andaba muy mal. Para los que vivimos esos poquitos años del estadio, futbolísticamente no nos quedaron grandes recuerdos. Los resultados casi siempre eran malos.

O sea que lo que más te dejó el estadio tiene que ver con lo sentimental…
Así es. Eran años no muy buenos, el equipo no hacía buenas campañas y la gente estaba mal. En esa época uno empezaba a conocer de a poco hinchas que hoy son mis amigos. Cacho Papasso, el Colorado, el Panadero, Madera, el Tano Franco, Milanesa, y muchos más. Uno veía como sufrían y ya se vivían esos momentos institucionales con mucha tristeza. Eran tiempos feo, que nos terminaron dejando sin cancha, que nos mató en lo sentimental.

Te quedó algo material del estadio…
Mirá, cuando ya no se jugaba mas profesionalmente, a los que íbamos a jugar a la pelota a Avenida La Plata nos dejaban meternos a la cancha, y uno se creía que era un jugador profesional. Pero cuando veías los tablones que ya se estaban abandonando, el pasto crecido, y todo como lamentablemente empezaba a ser historia, te daba mucha nostalgia. Recuerdo que cuando nos decían que de un momento a otro en ese lugar se construiría un supermercado, me lleve un poco de pasto a mi casa, pero ya no lo tengo más.

¿En qué creés que afectó o perjudicó más la pérdida del estadio en la vida de San Lorenzo?
Y… uno no reaccionaba, por ser chico pero después, cuando se cerró, y mas tarde vino el descenso, fue toda una situación de mierda que nos hizo tocar fondo. Por suerte, de la mano de la gente se empezó a resurgir. La vuelta a primera, reventando Ferro, Vélez, la Bosta, River, la Quema. Pero una vez que pasó el envión, en los años ’84/’85 los hinchas estábamos cada vez más molestos por no tener tu casa, tu identidad. Molesto por tener que darle vida y plata a clubes chicos y ahí empezaron las promesas, las colectas. En fín, años verdaderamente difíciles.

¿Creés que la vuelta del estadio a Avenida La Plata es algo posible?
Y la verdad no sé cuánto hay de realidad y cuánto de ilusión. Pero sin dudas que ojalá así sea.

Se están comprando muchas propiedades aledañas a la sede del club. ¿Te parece que sea un camino a seguir para lograr el máximo sueño?
Todo lo que sea por el bien de San Lorenzo bienvenido sea. Lo que hacen agrupaciones como la Subcomisión del Hincha me parece muy positivo. Tengo mucha gente conocida
ahí, y se que todo lo que hacen es por amor al club.

¿En qué creés que se beneficiaría más San Lorenzo volviendo a Boedo?
Y… sería algo totalmente distinto. Se que el estadio que tenemos es bárbaro. Yo viví dentro de la Ciudad Deportiva los fines de semana durante años. Veranos enteros. Cuando sólo eran quinchos, pileta y en el medio canchas, pasto y nada mas. Ahora se creció muchísimo. Y tener la cancha de nuevo fue fundamental para el club. Así empezaron a llegar los resultados, volvimos a ser campeones y a partir de ahí volvimos a ser el tercer grande de la Argentina, separándonos del resto. Imaginate todo lo que podría pasar si tuviéramos el estadio en Avenida La Plata. Sería una revolución cuerva.

¿Creés que la dirigencia el club está comprometida con la vuelta?
Se que si es por Rafa (Savino) ya trasladaría la cancha. La arrancaría y la pondría donde debería estar. Pero imagino que no es algo fácil. En esta época, donde la Capital tiene tanto estadios, tener otro más en pleno corazón de Buenos Aires no se si se podría…

¿Pero vos soñás con eso?
¿¡Y qué hincha de San Lorenzo no sueña con la vuelta!? Si es por un deseo: ojalá se concrete. Si es por ayuda: lo que esté a mi alcance, San Lorenzo lo tendrá.

Cambiemos un poquito de tema, Diego. En esta revista siempre decimos que hay un grupo selecto de hinchas que se dieron el privilegio de vestir profesionalmente la camiseta azulgrana. Casos como el de el Chino Saja, Gonzalo Rodríguez y algunos otros. Vos también tuviste esa suerte. Contanos algo de eso…
Me fui a probar cuatro veces a San Lorenzo. Nunca fui a otro club porque sólo quería jugar ahí, ese era mi máximo sueño. Fui a la novena, a la séptima, a la sexta, a la cuarta y nunca me tomaban. Como no pasaba nada y Deportivo Riestra entrenaba dentro de la Ciudad Deportiva, un día un amigo me llevó ahí. Por dentro pensé: “estoy todo el dia dentro del club, entreno unas horas para Riestra y después me vuelvo con mis amigos cuervos”. Quedé con 18 años. Llegué a tercera después de hacer muchos goles en un campeonato. ¿Dónde me salió una prueba? Sí, en San Lorenzo. A través de unos amigos, hablaron con el Bambino, me probó y quedé. Firmé mi contrato y ahí se cumplió el sueño de mi vida. No jugué mucho, solo tres partidos, pero el hecho de ponerme mi camiseta, mis colores, no me lo saca nadie.

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