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domingo, 28 de marzo de 2010

La Revista del Ciclón 205


Editorial


Y vos, ¿de qué lado estás?


Por Jorge Fuentes


La noticia es que Diego Sebastián Saja le ganó un juicio laboral al Club Atlético San Lorenzo de Almagro por el que la institución deberá pagarle al actual arquero del AEK de Atenas, Grecia, unos 520 mil pesos. En realidad, el futbolista ya tenía ganado el litigio desde el año pasado, pero recién ahora la Comisión Directiva del Ciclón dio a conocer el resultado y la cifra que tendrá que abonar. Se puede agregar que San Lorenzo no va a apelar, pero que sí elevó en el Tribunal Arbitral du Sport (TAS) una demanda a Saja y al club griego por los derechos federativos del jugador, algo que, según los entendidos en materia de leyes deportivas, San Lorenzo ganará sin demasiadas complicaciones.


Pero para los cuervos la noticia es mucho más que eso. Es una situación que duele en el corazón y que obliga a tomar una postura. Porque no es Mariano Messera, Alex Comas, Leonardo Fabio Moreno o Pepe Portocarrero, por nombrar sólo un póker de paracaidistas que se pusieron la gloriosa azulgrana, el que está haciéndole juicio al club, es Sebastián Saja, el Chino, uno de los mayores ídolos que ha tenido el Ciclón en toda su historia.


Algunos pensarán que la afirmación es un tanto exagerada, pero no lo es. Saja participó activamente de los títulos en el Clausura 2001, de la Mercosur 2001 y de la Sudamericana 2002. Y, como si fuera poco, el tipo tiene más que probado su fanatismo por el Ciclón desde chico. De hecho, en la tapa de la edición 61 de La Revista del Ciclón, publicada el 22 de septiembre de 2002, se puede ver a un Saja de no más de dos años, con chupete y todo, con la camiseta de San Lorenzo.


¿Cuál fue el motivo que llevó al Chino a enjuiciar al club que amó desde pequeño y que lo formó como persona? Un hecho que ocurrió al principio de 2008, cuando el entonces técnico Ramón Díaz le impidió entrenarse con el plantel profesional. Por esa época, el entrenador se creía que era algo así como el emperador de Boedo. Había sacado campeón a San Lorenzo en el Clausura 2007 y, amparado en un imperdonable silencio dirigencial, ordenó barbaridades como la contratación de sus hijos Emiliano y Michael al plantel profesional y, como quedó expuesto, no dejó que Saja se entrenara con el primer equipo a pesar de que el arquero tenía un vínculo contractual con el club.


No hay mucho más para agregar. Los cuervos tienen la libertad para pensar lo que les parezca. Estarán los que jamás perdonarán a Saja por esta actitud y esgrimirán que “Romeo jamás hubiera hecho una cosa así”. Muy probablemente tengan razón. Pero también estamos los que no podemos creer cómo se le ha faltado el respeto a un ídolo del club, más en una época donde tener a un jugador a quien querer es muy complicado. Aun admitiendo que el arquero no es ningún inocente, si la elección es entre Saja, Ramón Díaz o los dirigentes del club, disculpen, pero yo me quedo con el Chino. Y vos, ¿de qué lado estás?

La columna del Hermano Cuervo

La tristeza de nuestros ojos

Por Eduardo Bejuk

Los ciclos, en San Lorenzo, en la vida, se van terminando. Algunos dejan su marca. Otros, se pierden en el olvido. El propio Diego Simeone adelantó que su ciclo en este club podría terminarse esta tarde, si el resultado contra Colón es adverso. Si así fuera (ojalá que no, por supuesto), habremos despedido a un técnico que llegó para revolucionar, dejar un sello, probar que está para ser el próximo DT de la Selección… y qué diferente es el panorama que deja.

Incluso con el resistidísimo Russo habrá que conceder que vivimos ratos de felicidad, gran fútbol, toque y gol y que, en la fría estadística, terminamos arriba de todos en la tabla de posiciones. Con Simeone, en cambio, se hace muy difícil recordar qué partido jugamos bien en serio, qué estilo intentó plasmar en la cancha y apenas nos queda aquel arranque favorable en el Apertura anterior, cuando llegamos a la punta y desde ahí comenzó el declive total.

En relación a la expectativa creada y a los resultados obtenidos, el ciclo Simeone supone una gran decepción. ¿Qué pasó? ¿Por qué nunca encontró 11 ó 13 jugadores para armar una estructura sólida? ¿Por qué cambió tanto de esquemas tácticos? ¿Por qué no pudo imprimirle su sello ganador y corajudo a los jugadores? ¿Por qué nunca hubo juego colectivo o sociedades en el campo de juego? ¿Tenemos menos plantel que Independiente, por ejemplo? No me parece un mal técnico, sí creo que le falta madurar. Y esta experiencia, que seguro vive con enorme frustración (la apatía de su equipo debe ser el pecado que menos perdona el Cholo) lo dejará tan marcado como el último puesto con River.

Mientras, San Lorenzo nos duele. Nos golpea. Nos desanima. Y nos hace preguntar quién tendrá la solución para salir de este momento, de los más tristes que se recuerden en los últimos tiempos. Estoy triste por San Lorenzo. Triste posta. Los dirigentes no parecen muy orientados, para decirlo de algún modo. Y repito: así nos va. Qué tristeza...

Torneo Clausura


Cada vez peor

Parece imposible, pero San Lorenzo se la rebusca para generar una desilusión tras otra. Parecía que el triunfo ante Chacarita traía la calma, pero no. El Ciclón fue a Rosario y, de manera inexplicable, Simeone armó un equipo para defender. Y, más allá de la injusta expulsión de Bottinelli, perdió con total justicia. Esto no da para más, Cholo.

Por Jorge Fuentes

Antes que nada, hay que decir que si es verdad que Diego Simeone dejará de ser el técnico de San Lorenzo si esta tarde el Ciclón no le gana a Colón, ojalá que en el próximo partido ante Arsenal el Cholo esté en el banco de suplentes dirigiendo al equipo. Aunque parezca increíble, es necesario hacer la aclaración porque hay gente que está esperando (y deseando) que San Lorenzo pierda para que el entrenador deje su cargo. Increíble, pero real. Y miserable…

Ahora sí, vayamos al análisis sobre el por qué de este presente tan triste del Ciclón. Resulta imposible no repetirse con lo escrito en anteriores ediciones. Básicamente porque los que se repiten son los errores y los problemas que viene padeciendo el equipo. Hace rato que la pregunta “¿A qué juega San Lorenzo?” busca una respuesta.

De acuerdo a cómo se levante Simeone, el Ciclón puede defender con tres, con cuatro o con cinco jugadores. También puede jugar con un solo delantero y cinco volantes o, si el resultado es adverso, hasta con cuatro puntas y dos volantes ofensivos. También pudo observarse en estas nueve fechas a marcadores laterales jugando de volantes, a volantes externos desempeñándose como “doble cinco” y viceversa.

En fin, San Lorenzo es puro desconcierto. Y de esto, lógicamente, el único responsable es el director técnico. Se sostuvo desde este espacio, en el número anterior, que el ciclo de Diego Simeone había llegado su fin. Y no se trató de algo dicho en caliente o producto de un mal resultado. (En todo caso, fueron varios malos resultados). Se llegó a esa conclusión porque es evidente que el Cholo no le encuentra el rumbo al equipo. No es casualidad que San Lorenzo haya llegado a la mitad del torneo en el 15º lugar, sin chances de salir campeón, y que, luego de Atlético Tucumán, tenga la delantera menos efectiva del campeonato. El Ciclón, hay que admitirlo, ocupa el lugar que merece.

Otros culpables
Está claro que Simeone es uno de los responsables de este momento frustrante. Quizás el más responsable. Pero no puede achacársele al Cholo toda la culpabilidad. Los jugadores han contribuido bastante. Algunos con rendimientos muy bajos (Romagnoli, Leiva, Menseguez, Papu Gómez) y otros con actitudes estúpidas (Bottinelli, Pintos) que dejaron al equipo en inferioridad numérica en partidos que San Lorenzo tenía más o menos controlados (sí, la referencia es a los encuentros ante Racing y Central).

También es cierto que la suerte no nos acompañó (River fue testigo de eso) y que los árbitros se equivocaron en contra del Ciclón. Fue muy grosero lo de Sergio Pezzotta y su asistente Julio Ayala, quienes convalidaron el gol de Racing cuando Hauche estaba casi dos metros adelantado. Y fue demasiado riguroso Néstor Pittana a la hora de echar a Bottinelli el domingo pasado, en una jugada que, como mucho, podría haberse castigado con una amarilla.

De todos modos, San Lorenzo juega tan mal que ni siquiera dan ganas de quejarse de los pitos. Ante el Canalla, cuando todavía estaba con once jugadores, el Ciclón ni siquiera había pateado al arco. Y el equipo rosarino, con todas sus limitaciones a cuestas (que son muchísimas) arrinconó a San Lorenzo contra su área desde el principio. Todavía uno se pregunta por qué Simeone no arrancó el partido con Alfaro y Romeo en la delantera, Bordagaray por la derecha y Seba González como enlace, como jugó el segundo tiempo ante Chacarita en lo que fue, por lejos, la mejor producción del equipo en el campeonato.

Pero ahí volvemos al inicio de todo. A Simeone y sus permanentes cambios. Y a la pregunta que nos venimos haciendo hace rato: “¿A qué juega San Lorenzo?”. Todavía no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que lo hace muy mal. Y el Cholo Simeone, lamentablemente, no parece tener la solución a este problema.

lunes, 15 de marzo de 2010

La Revista del Ciclón 204


Editorial

Que el sentimiento no se termine

Por Gastón García

Es triste la realidad que le toca vivir hoy a nuestro querido San Lorenzo. Créame que estuve sentado frente a la computadora durante más de media hora sin saber qué escribir, por dónde empezar. Obnubilado, preferí cerrar los ojos por unos minutos y me empezaron a revolotear imágenes, situaciones, jugadores, pensamientos de amigos (cuervos, claro está), y tristemente eran una sucesión de pálidas. Una tras otra. De vez en cuando, aparecía algo tibiamente positivo, pero que nunca termina siendo suficiente para compensar semejante frustración.

Claro, habían pasado apenas horas del partido que el Ciclón había perdido contra uno de los peores ejemplares que haya tenido River en su historia, que la mayoría de las cosas que veía con los ojos cerrados se retrotraían al Monumental. ¿Qué veía? La apatía del paraguayo Torres. La lentitud y mediocridad de Leiva (parece que estuviera jugado en una plaza). La inercia del Papu Gómez (¿cómo puede jugar tan mal ese pibe?). El desgano de Menseguez (dio la impresión de que entró a la cancha sonámbulo). La indiferencia de Romagnoli (¡qué bronca me da tener la sensación de que el Pipi se está ganado la plata de manera indebida!). Y encima, también recordaba los dos cabezazos de Botinelli (uno en el travesaño). La bocha que la sacan en la línea a Bordagaray. El llanto de Aguirre que se rompió al talón de Aquiles. El gol de River. El enmudecido Monumental que de repente deja de chiflar a sus jugadores y empieza a cacarear y ¡la puta que los parió, che! Parece que estuviésemos meados por los perros.

Como si sirviera como un pequeño consuelo, también me llegan a la mente las imágenes del Kily González y del Burrito Rivero. Por eso, salen unas merecidas líneas para ellos, como para contrarrestar a tanta malaria. Como dirían nuestros viejos, “hay que sacarse el sombrero” por la profesionalidad con que juega al fútbol el Kily. Debo reconocer que jamás fue santo de mi devoción pero el tipo demostró (y me demostró) que juega al fútbol porque lo siente y que a diferencia de otros, le corre sangre por sus venas, sobre todos cuando las papas queman. De Rivero lo único que le puedo decir es que hoy en día es del único jugador de San Lorenzo que me gustaría tener su camiseta. Porque con todo lo que pone ese muchacho, me deja la sensación de que aún hay algunos jugadores que dejan hasta la última gota de sudor por la gloriosa casaca azulgrana.

Pero Rivero y el Kily no son suficiente consuelo cuando uno vuelve a recordar todo lo demás que ocurre en San Lorenzo. Porque ahí de inmediato viene la imagen del técnico y el ánimo se nos cae por el piso nuevamente. A la hora de reflexionar sobre el DT, ya no quedan dudas de que su ciclo en San Lorenzo está terminado. Y si bien no creo que el Cholo sea el máximo responsable de la situación actual (se las tuvo que arreglar con lo que hay), es evidente que tiene su responsabilidad y que parece casi imposible que le encuentre la vuelta al equipo. Nunca encontró un esquema de juego, no supo valorizar a ciertos jugadores (como Bordagaray que fue de lo mejorcito y no lo bancó en la titularidad), y encima, como a muchos de los que últimamente deambulan por Boedo, se le salió la cadena con la gente al gritarle un gol en la cara a los “terribles” cuervos de la Platea Norte. Así, las cosas ya no van más y esperemos que el Cholo tenga la capacidad de entenderlo y sepa dar un paso al costado en el momento justo.

Después de un largo rato, abro los ojos y, antes de empezar a escribir todo esto, recuerdo algo que en los últimos días varios cuervos, de esos que jamás faltan y que son de ley, me comentaron al pasar: “esta situación me saca las ganas de ir a la cancha”. Y ahí me preocupo más que nunca. Porque siento que últimamente el único valor agregado que tiene San Lorenzo es su gloriosa hinchada. Y si empezamos a perder eso también, ahí sí que vamos a estar mal de verdad. Espero que todos los cuervos entendamos que a pesar de esta triste realidad, como dice esa canción, “el sentimiento no se termina”. Abrazo, cuervos.

Torneo Clausura


Un sufrimiento que no puede parar

El presente de San Lorenzo es doloroso. El ánimo de los hinchas está alterado. El equipo se quedó afuera de la pelea bastante antes de la mitad del torneo. Inadmisible. Ni siquiera gritamos goles y hasta la suerte nos da la espalda. No es el único culpable, pero el ciclo del Cholo Simeone en el club se ha terminado. Una pena.

Por Jorge Fuentes

Por dónde empezamos. Si les parece, podemos arrancar reuniendo la gran cantidad de preguntas que nos hacemos los cuervos cada vez que vemos un partido de San Lorenzo, y para las cuales no tenemos respuesta alguna. Aquí van: ¿A qué juega este equipo? ¿Por qué lo hace tan mal? ¿Cómo puede ser que haya hecho sólo dos goles en siete partidos? ¿Cuál es la idea futbolística de Simeone? Papu Gómez, ¿es o se hace? ¿Y Aureliano? ¿En serio va a jugar un Mundial? ¿Cuántos jugadores mejores que Leiva hay en la popular de San Lorenzo? ¿Por qué Menseguez siempre se cae? ¿Por qué Romagnoli ni siquiera le pega bien a la pelota parada? ¿Por qué, encima, ni la suerte nos acompaña? ¿Cuándo se terminará todo esto? ¿Cómo terminará todo esto?

Así uno podría seguir hasta el final de la nota. Las preguntas sin respuestas sobran en San Lorenzo. Y el dolor y el sufrimiento, también. Pero es la realidad que nos toca. Y no nos queda otra que asumirla y afrontarla. Al comenzar esta fecha, el Ciclón estaba decimosexto en la tabla, a ocho del líder ¡Godoy Cruz! y a tres de los últimos, Central y Atlético Tucumán. O sea que, haciendo el cálculo más pesimista, hasta podríamos quedar últimos dentro de un rato, de acuerdo a cómo le haya ido ayer al Decano. Porque si los tucumanos vencieron a Banfield (algo difícil, pero nada imposible) alcanzaría al Ciclón. Y si perdemos contra Chacarita y luego el Canalla le gana a Gimnasia en el Bosque, el equipo de Cuffaro Ruso también lo haría. Hasta este punto hemos llegado: a mirar contra quién juegan los que están en el sótano de la tabla.

Un problema de fondo
Los malos resultados del Ciclón no son sorpresivos. Son la confirmación de que las cosas se están haciendo mal en varios aspectos. Alguno podrá argumentar que si San Lorenzo le ganaba a Racing y a River, como mereció hacerlo, no hablaríamos de estas cosas. Y tendrían razón. Quizás estaríamos pensando en dar el zarpazo hacia la punta y disfrutando por haberles cantado a los de Avellaneda y a los de Núñez, luego de ganarles, que “se van para la B”. Probablemente lo hagan igual, pero ese no es nuestro problema. Pero aún si el Ciclón se hubiera llevado los tres puntos en esos encuentros, nos estaríamos haciendo la misma pregunta que nos hacemos desde hace tiempo y que encabeza el cuestionario con el que se arranca esta nota: ¿A qué juega este equipo?

Está claro que Simeone no le dio una identidad a este San Lorenzo. A no ser que se entienda como identidad a un equipo que solo ataca con pelotazos de su arquero y de sus defensores para que los delanteros (o el delantero, según como se haya levantado ese día el Cholo) hagan lo que puedan. ¿Es Simeone el único responsable de este momento? Quedó dicho en la bajada de este artículo que no lo es. Los dirigentes y los jugadores también colaboraron bastante para llegar a esta situación.

Los directivos porque siguen sin bajar una línea clara al técnico y al plantel. Todos hacen lo que quieren sin que nadie “de arriba” les diga algo. Así, Simoene hace traer a Rusculleda para que ocupe un lugar en la platea. O se empecina en traer a Alfaro cuando, después de mucho tiempo, aparecía en el club un juvenil (Rovira) con una proyección a futuro más que interesante. Pero no, en una maniobra que nadie aclaró todavía, el pibe de la cantera azulgrana se fue a hacer goles a La Serena (ya hizo varios) y el club chileno podrá quedárselo si pone 500 mil dólares, una cifra bastante escueta teniendo en cuenta los números que se manejan en el fútbol internacional.

Esto no es algo en contra de Alfaro, para nada. El uruguayo, pobre, le pone ganas, se esmera, corre a todos, recibe de espaldas al arco y con dos o tres defensores respirándole en la nuca y raspándole los tobillos. Así, va a ser imposible que se luzca. Por más condiciones que tenga.
Los jugadores, dijimos, también tienen gran parte de responsabilidad por este momento. Ya se coló en esta nota algún que otro palo para ellos. No es culpa de Simeone que Bottinelli se haya hecho expulsar como lo hizo contra Racing. Tampoco puede apuntársele al DT cuando se ve a jugadores errando pases de tres metros. Si, quizás, el técnico no haya sabido sacarles lo mejor ni ubicarlos correctamente en la cancha, pero los futbolistas son los que tienen que resolver a la hora de entrar a la cancha. Y varios de los que usaron la camiseta azulgrana en este torneo lo hicieron bastante mal.

Un negro porvenir
Se intentó recurrir un fetiche para que cambie la mano. Por eso, San Lorenzo jugó los dos últimos partidos con la camiseta alternativa oscura, porque “nunca se perdió cuando jugó con la negra”. La derrota ante River, al menos, acabó con esa boludez. Nos queda el consuelo de que volveremos a ver a San Lorenzo vestido de San Lorenzo…

No es bueno lo que viene para el Ciclón. Sin chances de pelear por el título, cualquier derrota derivará en un foco de conflicto. La gente, que bastante bien la viene llevando, en algún momento va a exteriorizar su bronca. Es de esperar que lo haga civilizadamente y que no haya que volver a vivir hechos como el de aquel 2-4 con Quilmes, en 2006. Y también es de esperar que Simeone se dé cuenta de que no hay que dejar que la situación se extienda demasiado. Cuando la cosa no va, no va. Y este San Lorenzo, así, no va a ningún lado. O peor, se está yendo a… otro lado del que debería ir

Entrevista


“San Lorenzo representó mucho en mi vida”

Alfredo Rifourcat dialogó con La Revista del Ciclón y recordó el hecho que identificó su paso por el club. Hace 21 años, fallecía uno de sus mellicitos y el Flaco, con una entereza impresionante, salió a la cancha para jugar contra Argentinos Juniors. Todavía se emociona cuando rememora el aliento que le brindó la hinchada azulgrana.

Por Fernando Fuentes

La nota con Alfredo Rifourcat se da en el marco de un clima festivo. Se trata del reencuentro con sus ex compañeros de Almirante Brown, en el quincho de la Ciudad Deportiva del club de Isidro Casanova. Se lo ve bien al Flaco. Siempre flaco, como si el tiempo se consumiera con la lentitud de una babosa. Llevó una carpeta que atesora los recortes periodísticos de su paso por Brown. Hojas amarillentas de la vieja revista Sólo Fútbol. Por lo visto, la corrosión puede con el papel pero no con los recuerdos. Se amontonan los ex jugadores y se ríen a carcajadas con lo que se escribía de ellos hace casi dos décadas.

Seguramente, no fue el mejor momento para sumergir al Flaco, por un instante, en el pasado azulgrana. Su recuerdo en San Lorenzo se remite inmediatamente a aquel partido contra Argentinos Juniors, cuando el volante salió a la cancha 48 horas después de haber enterrado a uno de sus mellicitos, quien nació con complicaciones luego de un parto prematuro. Tenía quince días de vida.

Fue el 5 de marzo de 1989, en la cancha de Huracán. Estamos a 21 años, al Flaco lo golpea el recuerdo y al cronista, la pregunta. Cuando la vida pega ahí, adonde más lastima, el dolor perpetuo mete la cola y obstaculiza las palabras. Se le humedecen los ojos y busca aire con desesperación para continuar el diálogo. “De ese partido contra Argentinos Juniors (NdeR: ganó El Ciclón 2 a 1) tengo los recortes de los diarios y los audios de cuando la gente me alentaba. Me gritaban ‘Flaco/Flaco’”, revive Rifourcat.

¿Qué significó San Lorenzo en tu vida?
Mirá… San Lorenzo representó mucho en mi vida. Cuando volví de jugar en México fui a ver al Bambino a la cárcel; la pérdida de mi hijo; el apoyo de mis compañeros y de la dirigencia… Son cosas que me quedaron grabadas en el corazón.


La tuvieron que remar bastante en la época de Los Camboyanos.
Sí. Ése era un grupo bárbaro, que se la jugaba adentro y afuera de la cancha. San Lorenzo, en esa época, era una cancha con un alambrado y un banco de suplentes. El club estaba en crisis: un día llegábamos y teníamos ropa para entrenar y al otro día no teníamos nada. Con todo eso en contra, llegamos hasta las semifinales de la Copa Libertadores y luego ganamos la liguilla contra Boca. Eso demostró la unión del grupo.


Para el Bambino eras como Marco Van Basten…
Ja, ja. Eso fue en un partido contra Talleres de Córdoba. El Beto Acosta estaba lesionado y la nueve no la quería nadie. Cuando fui a firmar la planilla, vi que jugaba con la nueve. Ahí el Pipo Gorosito le dijo al Bambino: “¡Le diste la nueve a Rifourcat!”. “¡Y… el Flaco es Van Basten!”, le respondió Veira. Esas son las cosas que tenía el Bamba: te hacía creer que eras Pelé.


Rifourcat está pisando los 50. Cuenta que después del fútbol manejó algunos negocios y hasta un restaurant. Ahora trabaja en la secretaría de Deportes de la provincia de Buenos Aires, donde uno de los directores, Carlos Rosales, es un cuervo fanático. “Me recibí de técnico y también estoy viendo la posibilidad de vincularme nuevamente con el fútbol”, añade.

Lo llaman los compañeros de Almirante. Hace mucho calor y el brindis es inminente. Agradece la entrevista y envía un fuerte saludo para “esa gente que me brindó su apoyo en ese día”. Hoy, dos décadas después, el sólo recuerdo de aquel pasaje de su vida provocó un escozor emotivo. La misma sensación que se vivió el 5 de marzo de 1989, en la tribuna de la cancha de Huracán.

lunes, 1 de marzo de 2010

La Revista del Ciclón 203


Editorial


Miele, el inocente

Por Jorge Fuentes

Para el Tribunal Oral Nº 25, integrado por los jueces Carlos Binda, Rodolfo Bustos Lambert y Rodolfo Goemer, Fernando Miele no entregó comisiones de hasta un 40% por venta de jugadores, no tuvo nada que ver en la desaparición de las recaudaciones de la semifinal y la final de la Copa Mercosur 2001, ni depositó en cuentas propias cheques del club por el pase de Gustavo Campagnuolo a Racing.

Para el Tribunal Oral Nº 25, es decir para la Justicia argentina, Fernando Miele no es culpable de administración fraudulenta en el Club Atlético San Lorenzo. Si hubiera sido encontrado culpable, se hubiese transformado en el primer dirigente de fútbol en ir a prisión, ya que el delito del que se lo acusaba era contra una Asociación civil sin fines de lucro, y no era excarcelable. Hasta aquí, la información precisa, fría y objetiva.

Para los hinchas de San Lorenzo, en cambio, las cosas no están tan claras. Están los que celebraron el fallo, ultramielistas que ya sueñan con su líder encabezando o apadrinando alguna de las listas que se postularán a fin de año, y los que recibieron la noticia de la absolución del ex presidente azulgrana como si fuera una derrota en un clásico, sobre la hora y con un gol con la mano. Lo concreto es que, para bien o para mal, el nombre de Fernando Miele jamás pasa inadvertido para los cuervos.

¿Qué hará Miele ahora? No hay que ser muy despierto para darse cuenta de que intentará reaparecer con todo en la arena política del Ciclón, con ánimo revanchista, a tratar de recuperar el terreno y el tiempo perdido. Ya se lo escuchó exultante en el programa “Simplemente San Lorenzo”, cuando salió a avisarle a quién quisiera oírlo que “me quisieron convertir en un cadáver político y hoy estoy más vivo que nunca".

Miele tuvo todo a su favor para transformarse en una leyenda de San Lorenzo. Todo. Aún con su criticable estilo personalista, levantó a un San Lorenzo que estaba inmerso en una crisis de enormes proporciones y encabezó la epopeya de construir una cancha. La gente lo quería. Y tenía motivos para hacerlo. Pero luego, quizás afectado por la ceguera y la soberbia que provoca el poder desmedido, comenzó con una serie de descalabros que tiraron por la borda todo lo anterior. El proyecto de gerenciamiento de ISL, la represión del 30 de noviembre de 2000 y varios manejos de dinero “poco claros” fueron determinantes para su caída y su posterior desaparición de la vida institucional del club.

Pero ahora, el Tribunal Oral Nº 25 determinó que Miele es inocente. Pero Miele no debería festejar demasiado. Hay otro Tribunal, mucho más importante, al que todavía le debe varias explicaciones. Es un Tribunal integrado por cuatro millones de personas. Y muchos de ellos, no piensan como el Tribunal Oral Nº 25.

La columna del Hermano Cuervo

Así nos va

Por Eduardo Bejuk

Pensé que íbamos a pelear el torneo. Boca y River son una banda, dije, otros equipos fuertes van a jugársela por la Copa, no da para tenerle miedo a nadie y mirá vos dónde estamos hundidos. Un rotundo fracaso. Un gol en cinco fechas. No hay 11 titulares-titulares. El técnico ya avisa que tiene miedo que lo rajen. Bottinelli se hace echar, de nuevo, porque total no pasa nada, en San Lorenzo cada uno hace lo que se le canta y como faltan líderes en serio, dale que va.

Como me voy poniendo viejo (como todos los que nos vemos en la cancha desde hace años), empiezo a añorar los tiempos pasados. Y digo: en San Lorenzo jugaban Monserrat, Galetto y Silas. La pucha. Y me pongo a llorar como el Bambino Veira el día que salimos campeones en el 95. ¡Qué poca identificación me une a este plantel! Poquísima. Casi nula. Hoy, el Pampa Biaggio sería como Kempes para este equipo. ¡Volvé, Pampa! ¡Volvé, Perazzo! La gente está depre. Mal.

Pero como esta camiseta tira más que una yunta de bueyes, ir a la cancha es obligación. Así que uno va, porque hay que estar en las malas y esperamos que estos muchachos al menos hagan un gol... ¡¡un gol!! Para mí siguen sin darse cuenta. Hay que hacer un trabajo importantísimo con los pibes, ilustrarlos acerca de este club, transmitirles un compromiso, una mística, un sentimiento que hoy no se ve. Y la solución no es putearlos. Son inimputeables. No entienden nada.

Zafará alguno que otro (Romeo, obviamente, queda lejos del cuestionamiento acerca del compromiso) y los rendimientos variarán un poco. Pero la realidad es siempre la misma, desde hace muchísimos partidos: no jugamos a nada, el equipo no nos representa y la gente está triste, cansada de irse con las manos vacías. Y mirá que le metemos carnaval, palmas, cantitos nuevos (hermosos), optimismo cuervo a flor de piel... Yo estaré más viejo, pero estos muchachos que se ponen la camiseta no saben nada acerca de San Lorenzo. Y así nos va.

Torneo Clausura

De mal en peor

San Lorenzo no da pie con bola. Juega mal, no hace goles, uno de sus jugadores referentes se hace expulsar estúpidamente y, encima, los árbitros lo perjudican de manera alevosa. Así no hay chances de recuperarse.

Por Jorge Fuentes

Duele ver a San Lorenzo. En los ojos y en el corazón. Porque ni siquiera el más pesimista de los hinchas se imaginaba que el equipo iba a mostrar esta imagen tan desalineada que ofrece hoy. El equipo juega de mal a muy mal. No es capaz de hacerle goles ¡ni a Racing! Jonathan Botinelli, uno los jugadores más experimentados del plantel, sufrió una recaída en su adicción a las expulsiones estúpidas. Y si a ese combo letal se le suman árbitros como Sergio Pezzotta… bueno, no hay mucho más para agregar: es desilusión garantizada.

¿A qué jugamos, Cholo?
No queda otra que ser reiterativo y seguirle preguntando lo mismo al DT del Ciclón. Porque, sinceramente, el juego de San Lorenzo es desconcertante. Nunca se sabe con cuántos delanteros va a jugar, si los volantes centrales mañana serán carrileros, si los laterales son laterales, volantes o qué son…

Lo único que repite el Ciclón fecha tras fecha es su manera de atacar: pelotazos de Migliore (o Aguirre o Bottinelli o el que ande por ahí) para Alfaro (1.73m), Bordagaray (1.78m) o ¡Papu Gómez! (1.68m). A esta altura del torneo, y luego de haber realizado una pretemporada completa con el plantel que él eligió, Simeone ya tendría que haber encontrado, al menos, un boceto de equipo. Pero no. Pasan los partidos y la pregunta del subtítulo de arriba no se va.

Alerta roja
Lo de las expulsiones de Jonathan Bottinelli (10 desde que debutó en Primera a fines de 2002) ya es inexplicable e indefendible. Realmente parece que es un problema que no tiene solución. El tipo no será Passarella ni, para citar a alguno con pasado cuervo, Coloccini (ni Osvaldo ni Fabricio), pero es buen jugador. Tiene un respetable cabezazo y, más allá de algunas imperfecciones (como ante Verón, en la jugada del segundo gol de Estudiantes en la fecha 3) suele ganar bastante seguido cada vez que sale a cortar afuera de la cueva. Además, de vez en cuando aporta algún golcito.

Sin embargo, su presencia es un riesgo para San Lorenzo. Sus salidas de cadena ya le costaron bastantes dolores de cabeza al Ciclón. Como en el partido ante Racing, en el que fue el principal responsable de la derrota. Sí, aun más que Pezzotta, al que ya le vamos a dedicar un parrafito. Hasta su expulsión, el equipo de Russo miraba el empate con mucho cariño. Y después de eso, el partido cambió. Tuvo que salir Romagnoli. Y Racing se fue un poco más arriba a ver qué pasaba. Y lo que pasó fue ese gol en offside de Hauche.

Algo personal
Con Sergio Pezzotta, evidentemente, San Lorenzo no tiene mucha suerte. Algunos antecedentes al gol en posición adelantada de Hauche: ante el mismo rival, en el Clausura 2009, dio un descuento exagerado y la Academia empató en la última jugada. Contra Vélez, en el torneo pasado, no vio el penal de Montoya a Romeo (le fracturó el tabique de un rodillazo).

Y hay más, pero el poco espacio que queda juega a favor del árbitro rosarino. Además, no es justo cerrar el análisis responsabilizando por este presente a un tercero. La culpa de que San Lorenzo no esté jugando la Copa y de que se haya quedado sin margen de error en el torneo en la quinta fecha hay que buscarla dentro de San Lorenzo. En su técnico, que no puede lograr que sus buenas intenciones se transformen en buenas acciones. Y en sus jugadores, muchos con un nivel bajísimo y otros cometiendo errores que no se ven ni en partidos de fútbol infantil.
Faltan 14 partidos. 42 puntos. Es bastante. Las matemáticas dicen que el Ciclón aún tiene chances de prenderse. Pero la realidad no invita a ilusionarse demasiado.

Partidos Inolvidables


Una hinchada Monumental

Es inevitable que cada vez que juguemos ante Tigre no se nos venga a la mente lo que ocurrió en la tarde del 13 de marzo de 1982. Ese día, San Lorenzo jugó ante el equipo de Victoria, por la sexta fecha del torneo de Primera B, y la gente del Ciclón marcó un hito imborrable en la historia del fútbol argentino. Más de 70 mil cuervos reventaron la cancha de River, en lo que fue el partido con más entradas vendidas en un torneo organizado por la AFA. Inolvidable.

Por Jorge Fuentes

Hay fechas que están marcadas a fuego en la historia de San Lorenzo. Pueden estarlo por hechos felices (los títulos, el debut de alguna gloria, triunfos inolvidables en algún clásico), por situaciones lastimosas (el descenso, la pérdida del Gasómetro) y, también, por alguna gesta heroica de su hinchada, que bien ganado tiene el mote de “Gloriosa”. Aprovechando que nos visita Tigre, y teniendo en cuenta que en 13 días se cumple el 28º aniversario de este acontecimiento, vale la pena recordar, una vez más lo que sucedió el 13 de marzo de 1982, en cancha de River.

Aquel día, el Ciclón empató 1 a 1 con el Matador de Victoria en el Monumental, pero lo más importante ocurrió afuera de la cancha, en las tribunas. El estadio se llenó como sólo había ocurrido en la final del Mundial de 1978, entre Argentina y Holanda. La única (y gran) diferencia fue que en lugar de predominar el celeste y blanco, la cancha de River se tiñó por completo de azul y rojo.

Sí, porque hasta el grupito de hinchas de Tigre colaboró con los colores. Ese día se vendieron 70.948 entradas (46.059 populares y 24.889 plateas) pero si se suman a los colados de siempre, hay que decir que hubo algo más de 75.000 personas en el Monumental. Sólo hay dos partidos en Argentina en que se vendieron más tickets: el mencionado del ’78 y la final de la Copa Libertadores de 1986 entre River y América de Cali.

Las estadísticas revelan que el partido con mayor cantidad de entradas vendidas en Primera División fue un Independiente-Boca jugado el 15 de agosto de 1954 (ganó el Rojo 3-1) en el que se expendieron 62 mil boletos, casi nueve mil menos que aquella inolvidable tarde en que el Monumental se vistió de azulgrana. De estos datos se desprende claramente que el partido con mayor venta de entradas en la historia del fútbol argentino fue aquel San Lorenzo-Tigre, por la sexta fecha del torneo de Primera B de 1982. Y también se explica por qué el Ciclón no necesita de ninguna copa para ser uno de los clubes más grandes del país.

La ficha del partido
Tigre (1): Sergio Rubén García; Abelardo Cheves, Ricardo Fertolani, Dardo Norberto Urchevick y Aníbal Daniel Bustos; Héctor Arregui, Rubén Giachello y Antonio Labonia; Pablo Sierra, Walter Fiori y Hugo Alberto Ruiz. DT: Pedro Enrique Mansilla

San Lorenzo (1): Oscar Quiroga; Pablo Comelles, Hugo Verdecchia, Hugo A. Moreno y Héctor Osvaldo López; Alberto Quinteros, Oscar Ros y Jorge Rinaldi; Héctor Raúl López, Hugo Paulino Sánchez y Eugenio Morel Bogado. DT: Juan Carlos Lorenzo

Goles: PT: 9m. Comelles (SL) ST: 6m. Sierra (T)
Cancha: River Plate (local Tigre)
Árbitro: Carlos Coradina
Recaudación: $ 1.834.570.000
Publico: 75.000 personas.

El recuerdo de Claudio Marasco*
Nunca me voy a olvidar de ese partido. Recuerdo que, cuando salimos a la cancha, no veíamos nada por la cantidad de papelitos. Y cuando paró la lluvia de papelitos, vimos que todo el estadio era todo azul y rojo. Observar la cancha de River así fue impresionante. Creo que solo en la final del 78 estuvo así, después nadie lo llenó como lo hizo San Lorenzo. Ese día estuve en el banco, pero no podía dejar de mirar a las tribunas. Había familias enteras, nenitos chiquitos, mamás con bebés en brazos… era algo muy impactante. Con solo 17 años me tocó ser parte de un momento histórico, tanto para el club como para el fútbol argentino, porque nunca había pasado lo que pasó con San Lorenzo en 1982. En cierta manera, me tocó ser protagonista de ese fenómeno increíble. Y eso me llena de orgullo.
*Integro el plantel que consiguió el ascenso en 1982. Jugó 14 partidos.

Correo de lectores

Sobre la inocencia de Miele

El polémico fallo que absolvió al ex presidente de San Lorenzo del delito de administración fraudulenta fue, sin dudas, el tema de la semana para todos los sanlorencistas, quienes, a penas se dio a conocer la resolución, utilizaron los foros y las radios partidarias para dar a conocer sus opiniones. Como lo hizo Matías, un cuervo que nos escribió un mail en donde expresa sus sensaciones luego de esta decisión de la justicia. También nos llegaron comentarios, mensajes y mails con respecto a la nota “Itaqui y el Ciclón”, que se publicó en la edición pasada. A todos, muchas gracias por comunicarse con nosotros.

Miele
Me cuesta escribir hoy. En general me gusta hacerlo y me sale con alguna facilidad, pero hoy me cuesta. Me cuesta ordenar las ideas, las sensaciones, los sentimientos. Pienso primero en mi viejo, claro, referencia inevitable cuando está San Lorenzo de por medio. En el desconcierto, creo que me alegra darme cuenta de que si bien lamento todos los días no tenerlo, por lo menos no va a tener que ver esto que lo amargaría profundamente y que seguramente agravaría su úlcera.

Se me viene a la cabeza Soriano, con eso de que “ser de San Lorenzo es un sobresalto interminable”. Y eso me ayuda un poco, se me ocurre entonces que decididamente esto va a ser así toda la vida. Porque lo que parecía evidente, de repente dejó de serlo para convertirse en lo opuesto. Parecía indudable, creía yo, que un imputado que depositó cheques del club en cuentas de sus empresas, que nunca pudo rendir el dinero recaudado por la final y semifinal de la Copa Mercosur y que pagó comisiones exorbitantes a representantes (por citar algunas cosas y no extenderme) sería condenado. Pero no. Este tribunal ha venido a imponer una nueva lógica donde todo lo que mencioné, y está probado, no es motivo suficiente de condena.

Falta conocer los fundamentos del fallo todavía, pero sinceramente cuesta imaginarse cómo puede haber sido posible que el tribunal haya considerado que existía insuficiencia probatoria. In dubio pro reo; en caso de duda, a favor del acusado. Hasta acá perfecto. Pero, ¿cuál es la duda en este caso?

Por citar dos ejemplos: el dinero de la recaudación de los partidos de la Mercosur no está y los cheques correspondientes al pase de Campagnuolo se depositaron en cuentas de una de sus empresas. No hay subjetividad ni interpretaciones en este caso: la plata está o no y los cheques de San Lorenzo se depositaron o no en sus cuentas. No es materia de debate. Le di mil vueltas al asunto y sigo sin comprenderlo. La impunidad que otorga este fallo estimula al delito, fomenta este tipo de conductas, induce a su repetición. Trato de consolarme y pienso que hay que esperar la apelación, pero otra vez vuelvo al principio y me cuesta ordenar las ideas, las sensaciones, los sentimientos.

Matías Lammens
Socio 24.842


Itaqui hizo ruido
La curiosa historia contada por Gastón García en el número pasado, donde relataba la intriga que le generaba la inscripción “Itaqui y el Ciclón”, que veía constantemente en baños de estaciones de servicio, generó bastantes comentarios. Néstor, un amigo de fierro que tiene La Revista del Ciclón en la Platea Sur (¡tiene todos los números!) nos contó que Itaqui era una calle.

También lo hizo Horacio, otro amigazo, quien nos confirmó lo mismo. Y Ramiro, tan amigo como Néstor y Horacio, fue un poco más allá y nos envió una foto de una bandera azulgrana con la inscripción “Itaqui” que supo acompañar al Ciclón durante mucho tiempo. Ellos tres, más unos cuantos que nos cruzamos en la cancha, se interesaron en esa historia. Y para nosotros eso es una gran alegría, ya que es lo que buscamos cada vez que publicamos una nota. Gracias a todos.

La Revista del Ciclón 202


Informe

La otra cara del Primer Mundo

Excluyendo a los apellidos de mayor jerarquía y alcance mediático, nos abocaremos al rastreo de aquellos embajadores de segundo orden que la van remando en Europa. Para eso debimos aplicar el filtro y concentrar la búsqueda en ligas de baja relevancia. De la coctelera y la mirada fina, nació un nuevo informe de los Jugadores Olvidados.

Por Fernando Fuentes

El constante movimiento en el mercado de pases nos obligó a confeccionar dos informes al hilo. En la edición pasada, nos referimos a algunos de los ex azulgranas que le siguen dando a la pelotita en tierras americanas. Cambiando de frente y cruzando el Océano, nos abocaremos, en este caso, a los embajadores que la luchan en Europa.

Relegados los Coloccini, Zabaleta y Lavezzi, por citar a algunos exponentes, hilamos fino y rastreamos la noción catastral de los que habitan en ligas menores del Viejo Continente. También de aquéllos que, muy de vez en cuando, pegan alguna notita en los medios nacionales. A continuación, los extirpamos del anonimato.

Bruno Fornaroli (2009, 14 partidos, 2 goles) encabeza el informe y nos trae noticias desde el Recreativo de Huelva, de la segunda división de España. Con el dorsal número 19, el uruguayo lleva dos goles en 10 partidos, un registro más efectivo de lo que exhibió en Boedo. Sin el termo bajo el brazo, se lo vio recorriendo la noche onubense, para no extrañar las calles palermitanas.

En la misma categoría que el Tuna, pero con mejor exposición, la viene embocando seguido Leonardo Ulloa (2005 y 2006, 32/3) en Castellón. El espigado delantero ya lleva más de 20 goles desde su llegada a la península, en julio de 2008, y no solo se ganó a la parcialidad con sus tantos, sino que le valoran la entrega y el sacrificio. Será así nomás… porque Osasuna ya le echó el ojo para la temporada que viene. Quién lo hubiera dicho…

Acá sacamos pecho: Matías Urbano (2004, 1 partido) protagoniza su primera experiencia en Europa, luego de un frustrado paso por España. El delantero rionegrino, quien ya había andado por Chile, Ecuador, Colombia y México fichó para el Pro Patria, de la Serie C de Italia. El conjunto que interviene en el Girone 1, marcha en mitad de tabla y todavía no le pudo sacar el jugo a Matías.

Osmar Ferreyra (2006-07, 66/9) está vivo y continúa en el FC Dnipro Dnipropetrovsk (¡mortal este nombre!) de Ucrania, a donde llegó en 2008. El entrerriano, campeón en Boedo en 2007, acumula 33 partidos (1 gol) en el equipo que actualmente ocupa la cuarta posición de la Liga Premier ucraniana. Por lo visto, los petrodólares pudieron más que el enriquecimiento futbolístico para Osmar. ¿Tenía necesidad de irse tan lejos? En fin…

A esta altura, Cristian Zurita (1999-03, 92/2) ya debe ser un turco más: va por su cuarta temporada en el Gaziantespor. Abrigado como se lo ve en la foto, el salteño se fue aclimatando a Turquía y ya superó el centenar de partidos jugados con la institución. Si no lo llama Diego Maradona, por ahí termina vistiendo la camiseta del seleccionado turco…

Leandro Álvarez (2001-05, 57 partidos), un amigo de la casa, que ya nos contó en La Revista del Ciclón sus vivencias por Chipre, se desempeña desde julio de 2008 en Olympiakos Volos, de la segunda categoría de Grecia. Mucha suerte para Lean, la misma que tuvo en 2001, cuando se ganó el departamento que sorteó Manuel Pellegrini…

Nos retiramos del traqueteo con el Marciano Jorge Ortiz (2004-06 y 2007-08, 72/3), quien está a punto de cumplir dos años en el AIK Solna, de Suecia. Ubicado al norte de la capital Estocolmo, el club del volante fue campeón en 2009, tras once años de sequía.

Hasta aquí llega un nuevo paseo, con nuestro GPS sanlorencista, en busca de los embajadores que intentan dejar bien en alto la bandera azulgrana. Para la próxima volveremos con más sorpresas y paraderos. Y agarradas de cabeza, claro.

Cuervos de Ley


Itaqui y el Ciclón

La frase que titula esta nota se deja leer en un montón de baños de estaciones de servicio de la Capital Federal. Su autor, se merece este reconocimiento por su insistencia y su esmero en hacernos entender que Itaqui y el Ciclón son dos cosas que vienen unidas.

Por Gastón García

“Puto el que lee esto”. Espere, no se me vaya rápido de esta página ni se sienta agredido. Esto no es nada personal, ni mucho menos tenemos la intención de insultarlo. Mejor le explico. Con esa frase, el grandioso Roberto Fontanarrosa arranca “Palabras Iniciales”, el primer cuento del libro “Usted no me lo va a creer”. Antes de seguir, nos atrevemos a recomendarle que lo compre y lo lea, será ¡una buena inversión!

Bueno, volviendo a la frase y al cuento, el Negro explica el por qué de esa oración grotesca: “Lo leí en un baño público en una estación de servicio de la ruta. Eso es literatura. Eso es desafiar al lector y comprometerlo”. Y en otro párrafo agrega: “esto que yo cuento, que encontré en un baño público, es muy superior y no pertenece seguramente a nadie salido de un taller literario o a un cenáculo de escritores pasajeros…”.

Bien, hasta acá todo está en orden. La explicación que esgrime el inmortal Fontanarrosa justifica esa frase y al lector de esta revista le quedará la intriga de cómo continua ese cuento. Pero además de esa incertidumbre que sólo leyendo a Fontanarrosa podrá revelar, usted se estará preguntando que carancho tiene que ver todo esto con San Lorenzo, con La Revista del Ciclón y con esta sección llamada “Cuervos de ley”.

El tema es así. Por mi trabajo, ese que me da de comer, me viste y me permite placeres como entre otras cosas pagar la cuota social del Ciclón, suelo visitar asiduamente los asquerosos baños de las estaciones de servicio de la Capital Federal. Una, dos o tres veces al día mis necesidades urinarias me obligan a utilizar esos lugares públicos a pesar del mal olor y del estado lamentable en que se encuentran.

En fin, cuando la vejiga está hinchada, no queda otra que, a nariz tapada, recaer en ellos. Y acá viene el quid de la cuestión. En una gran cantidad de esos baños públicos me he cruzado con la frase “Itaqui y el Ciclón”, generalmente escrita con un fibrón negro, en letras mayúsculas y una tipografía siempre parecida, interpretando por consiguiente que fue escrita por la misma persona en todas las ocasiones.

Le puedo asegurar, y sin ser exagerado, que en cinco o seis de cada diez estaciones de servicio, al menos de las que habitúa quien escribe estas líneas, esa marca está impregnada en las paredes de los baños. Y la verdad que después de tantos años leyendo “Itaqui y el Ciclón”, la frase se insertó en mi cabeza cual canción de la Gloriosa cuando llega a la tribuna azulgrana.

Pero lo más llamativo de esto, es que el autor de esa marca y protagonista principal de esta nota, de quien no tengo ni el más mínimo conocimiento de su paradero, no deja su huella a la simple vista de cualquier orinador de estación de servicio, ni mucho menos al fácil alcance de quien sea el encargado de limpiar esas paredes. ¡No!, el tipo se toma el laburo de dejar su mensaje en los ángulos más inalcanzables para cualquier ser humano normal. Claro, su intención es bastante clara: “Quién quiera borrar mi mensaje deberá esforzarse para lograrlo”. Y ahí me lo imagino al tipo, con toda su enjundia, con sus pies sobre un mingitorio, su mano izquierda apoyada en una pared, y con un fibrón en su diestra tratando de escribir lo que a él mas le gusta: “Itaqui y el Ciclón”.

Honestamente no tengo idea que es o quién es Itaqui pero, claro está, todos conocemos la otra parte de la frase, el Ciclón. Obviamente, por tratarse de eso, del Ciclón, se ha ganado un lugar en esta revista. Itaqui…No sé si es un nombre, un apodo, un hombre, una mujer, un barrio… Vaya uno a saber de qué se trata. Mucho menos sé quién es el ser humano que, sin conocerme ni conocerlo a él, se encargó de impregnarme su marca en mi cabeza. Como dice Fontanarrosa en su cuento, “eso es un escritor. Pum y a la cabeza”. Una simple palabra y ahí te dejó clavada la espina. Por eso, a vos Itaqui, o a vos autor de la frase “Itaqui y el Ciclón”, si alguna vez te cruzás con esta revista y con esta nota, te quiero decir algo: ¡lo lograste! Me convenciste de que Itaqui es sinónimo de San Lorenzo. Te felicito: ¡sos un verdadero cuervo de ley!

La Revista del Ciclón 201


Editorial

Otra ilusión en marcha

Por Jorge Fuentes

Cuesta ser original y diferenciarse de los editoriales que se escribieron en esta revista en los inicios de torneos pasados. En todos los anteriores hubo algunas palabras que se repitieron invariablemente. Los términos ilusión, esperanza, expectativa, optimismo y fe, en orden aleatorio, nunca faltaron en las notas de esta página ante cada comienzo de campeonato. Y en esta oportunidad, tampoco van a estar ausentes. No hay motivos como para andar inventando algo diferente así porque sí. Si, en definitiva, esas palabras explican a la perfección lo que sentimos hoy los hinchas de San Lorenzo.

Hay ilusión luego del triunfo ante Atlético de Tucumán, en un reducto del que no muchos van a salir airosos. Por más que sea una perogrullada decirlo, ganar en la primera fecha, y encima de visitante, es fundamental para que el equipo tome confianza y pueda trabajar con toda tranquilidad.

Hay esperanza porque, salvo la salida de Renato Civelli, el plantel no sufrió una gran sangría como en otras ocasiones. Y, se sabe, ante mayor conocimiento, mejor rendimiento. El equipo de Simeone terminó dejando una imagen aceptable en el torneo pasado (buenos triunfos ante Huracán, Boca y Newell`s, regular partido contra Argentinos y derrota injusta con Lanús) y se espera que el funcionamiento continúe en alza en este campeonato.

Hay expectativa en lo que puedan realizar los tres jugadores que llegaron a reforzar el plantel. A priori, da para entusiasmarse. El uruguayo Emiliano Alfaro se cansó de hacer goles para Liverpool el año pasado. ¿Por qué no pensar que puede seguir festejando con la azulgrana? Sebastián Rusculleda puede aportar recorrido por la izquierda y una muy buena pegada (ya dio una muestra el sábado pasado, cuando estrelló un hermoso tiro libre en el travesaño). Y Nelson Benítez viene a colaborar en un sector de la cancha en la que el Ciclón venía teniendo problemas.

Hay optimismo en que Pipi Romagnoli se recuperará de su lesión y aportará su talento para que San Lorenzo encuentre la luz en los momentos en los que las ideas se nublan. En que Diego Rivero seguirá siendo el motor y el alma del equipo. En que Bernardo Romeo aprovechará sus chances y colaborará con goles clave. En que Migliore, Aguirre y Bottinelli armarán una muralla en el fondo. En que Fabián Bordagaray seguirá haciendo goles y golazos. En que Pintos continuará dejando el pasto gastado del lateral derecho de las canchas de tanto desbordar. En que Aureliano Torres y Papu Gómez harán un gran campeonato y podrán recomponer su relación con la gente. En fin, en que todos los que les toque ponerse la azulgrana dejarán el alma en cada pelota.

Y hay fe. Claro que hay fe. Porque si no la hubiera no seríamos hinchas de San Lorenzo. Esa fe fue la que motorizó al pueblo azulgrana a levantar al club en circunstancias adversas. Esa fe es la que tenemos hoy, y la que nos lleva a gritar bien fuerte que “esta campaña volveremo a estar contigo”, una frase que es más que una estrofa de un cantito tribunero, sino que es un juramento que nos sale desde el corazón.

Sí, es verdad. Ese “esta campaña volveremo a estar contigo” también se repite. En la tribuna y en la revista. Pero no hay caso. No se puede ser original en este tipo de ocasiones. Ahí está San Lorenzo en la cancha. Y en las tribunas hay ilusión, esperanza, expectativa, optimismo y fe. Arranquemos de nuevo entonces, como todos los años: “Cuervo, mi buen amigo…”.

La Revista del Ciclón en Tucumán


El Norte, esta vez, fue azulgrana

La ciudad de Tucumán recibió a San Lorenzo con una inhumana temperatura de 40 grados. A pesar de ese calor agobiante, centenares de cuervos se juntaron en un predio municipal de la ciudad, y compartieron una linda tarde azulgrana, con asado, vino y mucho San Lorenzo. Más tarde llegó el postre por: triunfo del Ciclón y buen arranque del campeonato. Mejor imposible.

Por Gastón García

El Norte, esta vez, fue azulgrana La ciudad de Tucumán recibió a San Lorenzo con una inhumana temperatura de 40 grados. A pesar de ese calor agobiante, centenares de cuervos se juntaron en un predio municipal de la ciudad, y compartieron una linda tarde azulgrana, con asado, vino y mucho San Lorenzo.

Más tarde llegó el postre por: triunfo del Ciclón y buen arranque del campeonato. Mejor imposible. Lo primero que hacían la mayoría de los cuervos ni bien llegados a San Miguel de Tucumán era averiguar dónde quedaba el Parque Municipal 9 de Julio. Es que ese predio, una especie de Parque Camet tucumano, fue el punto de encuentro para todos los sanlorencistas para hacer la previa del partido que, a la noche, enfrentaría al Ciclón contra el Decano.

Los integrantes de la Peña Rafael Albrecht de Tucumán fueron los anfitriones y todo fana de San Lorenzo que andaba por la capital tucumana no podría encontrarse con mejor plan que plantar bandera en ese enorme parque de campo verde y gigantescos árboles, que si bien generaban una sombra importante, no era suficientepara combatir el fuego que irradiaba el aire tucumano.

Se está juntando la banda...
Desde las doce del mediodía y a pesar del calor inhumano (¡40º a la sombra!), los cuervos fueron cayendo al Parque 9 de Julio. Naturalmente, los primeros en llegar fueron los que hacían las veces de anfitriones. Para cortar un poco el verde dominante, la primera medida fue colgar entre dos árboles, un trapo azulgrana de unos cuatro metros de ancho que decía "Tucumán".

Después fueron llegando cuervos de todos los rincones del país. Cada filial plantaba su bandera. Pudimos ver a los cuervos de Salta, Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero y, por supuesto, a los infaltables que viajaron desde Buenos Aires, como los amigos de las Peñas de González Catán, San Justo y Berazategui. Además, se acercaron al lugar cientos de fanas del Ciclón que también quisieron compartir un ambiente sanlorencista previo al partido.

Asaditos, hamburguesas, choris, birras, vinos, fernet, algunas gaseosas (a decir verdad, muy pocas), y muchas camisetas de San Lorenzo, convirtieron a ese predio tucumano en una hermosa postal azulgrana, como si fuera una plaza del propio barrio de Boedo, que miembros de esta revista pudieron compartir con mucho placer.

Ya se va la caravana...
Luego de vivir una linda tarde (a pesar de los ¡40º a la sombra!), llegó el momento de ir a alentar al Ciclón al estadio de Atlético. Se descolgaron las banderas, se guardó algún bombo que andaba por ahí, se puso en orden el lugar y con algunos cuervos entonados por los efectos del alcohol (los palos borrachos se sintieron mas acompañados que nunca), partió una numerosa caravana azulgrana hacia la cancha.

No pasó mucho tiempo para que el diminuto sector destinado a los visitantes quede copado por los cuervos. Un gran recibimiento con miles de papelitos y globos rojos y azules (foto de tapa), y mucho huevo para alentar y hacerle el aguante a los jugadores en un estadio que realmente era una verdadera caldera. Disculpe que se lo vuelva a recordar, pero hacía ¡40º a la sombra! Inhumano.

En el campo de juego, el equipo del Cholo no demostró mucho, pero el gol del bailarín Boradagaray (es malísimo para esos bailecitos en los festejos, pero qué importa: ¡Qué siga bailando!) fue suficiente para que San Lorenzo logre sus primeros tres puntos y arranque el campeonato con el pie derecho.

Cuando el pito marcó el final del partido, los hinchas del Ciclón despidieron a sus jugadores y se retiraron velozmente de un estadio que mantenía acorralados a más de 25 mil tucumanos enmudecidos, pero con ganas de comerse a cuanto cuervo se le cruzara por la vida. De vuelta en las callecitas tucumanas, llegó una verdadera bendición: un diluvio increíble cayó del cielo y fue festejado por los cuervos y también por todo ser humano que deambulaba por la capital de Tucumán la noche del sábado.

Ahora sí, para los cuervos la noche era perfecta: triunfo de San Lorenzo y encima habían cesado los ¡40º a la sombra! La vuelta a casa, a Boedo, o a cada rinconcito de la Argentina, fue con una sonrisa indisimulable en cada sanlorencista que presenció el partido del Ciclón contra el decano de Tucumán.


Arévalo y una anécdota digna de contar
-Disculpá, ¿vos sos de la época de Passet, no?
-Sí, sí.

-Y de Ruggeri también...
- Claro

-Perá, ¿y del Gallego González y del campeonato en Rosario?
-Si amigo, yo fui uno de ellos.

-Loco, él es Oscar Arévalo, el dos de San Lorenzo en el equipo del Bambino
-¡Uhh! ¡Qué grande! ¡Ídolo, dejame sacarme una foto con vos!

Este lindo diálogo entre un cuervito tucumano (de no más de 17 años), el ex jugador Oscar Arévalo y otro cuervo que había llegado desde Buenos Aires, se produjo en los baños del Parque 9 de Julio, cuando los tres protagonistas esperaban para poder mojar sus cabezas y refrescarse un poco.

Fue muy agradable ver la alegría de ese hincha del Ciclón, al verse sorprendido por la presencia de un jugador que defendió la camiseta azulgrana y encima salió campeón. Sin dudas, será un recuerdo imborrable para el pibe que debería conocer al jugador por alguna foto o por haber visto algún video. Pero también fue un lindo y merecido reconocimiento para el Indio Arévalo, campeón del '95, que como padrino de la Peña "Vamos a Volver a Boedo" de González Catán, se lo ve en cada cancha del país alentando al Ciclón como un hincha más. ¡Bien Oscar!