La Revista del Ciclon

por Gastón García

Buena suerte y más que suerte, Gallego

Cuando Héctor Baldassi pitó el final del partido los cuervos que estábamos en la popular visitante del nuevo (e inconcluso) estadio de Independiente nos dimos un abrazo que pareció eterno. Y no era para menos. La última vez que el Ciclón se había ido victorioso jugando de visitante había sido en la primera fecha, contra Atlético Tucumán. Es más, aquel gol de Bordagaray en el Jardín de la República fue el último que los cuervos pudimos gritar fuera del Pedro Bidegain. Después se sucedieron cinco derrotas consecutivas y todas sin convertir un gol, al menos de descuento. ¿Penoso, no?

Por eso, los que estábamos en la impresentable tribuna visitante del Rojo (no se ve nada desde esa segunda bandeja), festejamos la victoria azulgrana como si valiese un campeonato. Pero el triunfo ante el CAI no debe esconder la basura debajo de la alfombra. Es verdad que sirvió para volvernos contentos de Avellaneda, porque siempre es bueno ganar, porque fue ante un grande, porque fue ante el puntero y porque hace mucho que no nos íbamos felices. Pero la realidad es que sólo fue un triunfo, que ni por casualidad podrá remediar la horrorosa campaña que hizo San Lorenzo en este campeonato. Por eso, lo festejamos mucho y listo. Punto y aparte.

La actualidad azulgrana nos obliga a enfocarnos en el nuevo entrenador de San Lorenzo, Sebastián Méndez. Antes de continuar amerita un párrafo aparte lo que ocurrió con Ángel Bernuncio. Su llegada y luego no llegada al club para asumir el interinato de San Lorenzo fue una situación que mínimamente debemos tildarla como confusa y bastante innecesaria, ya que Angel es un tipo de las entrañas del club y merecedor de otro trato. En fin… son algunas de las cosas que pasan hoy en día por Boedo.

Pero volvamos a Sebastián Méndez. Realmente fue bastante desprolija la forma en que el Gallego regresó al club, esta vez como D.T., interino. Desde ya queremos aclarar que no tenemos absolutamente nada en contra del Gallego. Es más, siempre se destacará la nobleza que tuvo en su retiro como futbolista azulgrana cuando admitió que él “no quería robarle la plata a San Lorenzo”. Y también nos endulzaron los oídos sus palabras al aceptar hacerse cargo de un plantel que hoy en día arde. “Acepté porque es San Lorenzo”, reconoció el Gallego. Bien por él y obviamente le deseamos la mejor de las suertes.

Ahora bien, ¿era Sebastián la persona indicada para hacerse cargo de este San Lorenzo? Difícil saberlo, porque en este fútbol los resultados son los que tienen la última palabra. A simple vista, la llegada del Gallego no es más que un salvavidas que Savino y compañía lanzaron para no ahogarse ante la crisis futbolística que acecha al club. Pero también a simple vista, Méndez no pintaba con el perfil adecuado para hacerse cargo de este barco que se venía hundiendo partido tras partido. Reiteramos que está todo bien con el Gallego, pero si consideramos que hace muy poquito que colgó los botines, que inició su curso de D.T. hace apenas unos meses, y que encima sólo podrá dar indicaciones desde una platea, realmente no parece bastante acertada su elección.

Días atrás un oyente del programa partidario Simplemente San Lorenzo esgrimió una frase que perfectamente clarifica la situación: “San Lorenzo es como un enfermo cardíaco que en vez de ir a buscar a un Favaloro, trajo a un estudiante de medicina”. Más clarito, echale agua.

Es evidente que los dirigentes buscaron en Méndez una espalda grande, que sirva para resistir la justificada bronca de los cuervos por la campaña actual y por si los malos resultados persisten. Ante Independiente hubo una luz de esperanza. Ahora se le vienen dos clásicos de esos que te marcan el futuro. que te pueden terminar de hundir el barco o empezarlo a sacar a flote.

Desde ya que al Gallego le deseamos buena suerte y más que suerte. Pero está claro que esto, no deja de ser un verdadero teatro antidisturbios.