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jueves, 15 de marzo de 2012

...La caravana más grande del mundo...




Las calles fueron tuyas. Y las pintaste de sol, una tarde cualquiera, una tarde única, con los colores que desde el primer día te dejaron en la cuna, como el padre que besa al niño durmiente, cuando sueña, cuando va a empezar a vivir, esos colores que mamaste del pecho puro y que prometiste no traicionar jamás. Cumpliste, vaya si cumpliste.

Las calles fueron tuyas. Y te volviste agua en el río azulgranado, caudaloso río con rumor de murga, fluyendo en los abrazos que nos dimos, mirándote a los ojos con desconocidos que fueron hermanos, nadando el río de Cuervos interminable que nadie puede abarcar con la vista y que parece un mar cuando desemboca en la Plaza.


Las calles fueron tuyas. De Avenida La Plata hasta la eternidad, miralá qué linda viene, miralá que linda va, bombo, sentimiento, garganta, Boedo, lágrima, piel, grito, canción, sudor, Ciclón, vos, yo, el abuelo, el nene, mi vieja, mi hermano, mi amor, la camiseta que me envuelve el alma, el CASLA que me acaricia el corazón, el tatuaje que brota en forma de escudo y que no se borrará nunca.

por Eduardo Bejuk


Las calles fueron tuyas. Y mías. Nuestras. Nos admiraron. Nos miraron como a los locos, como a los nenes, sin entendernos completamente, como si formáramos parte de una especie distinta, que se revelaba de cuerpo presente, una especie maravillosa con miles de piernas y brazos, marchando en paz hacia su propio destino de grandeza.

Las calles fueron tuyas. Vereda a vereda, sin principio ni final, incesante, y por cada lágrima recuperaste un tablón, por cada utopía hiciste crecer el pasto, por cada beso a la azulgrana levantaste los arcos del estadio más grande del mundo, porque contiene la pasión de la hinchada más ingeniosa, y su locura bella, y su fidelidad heroica.


Las calles fueron tuyas, Hermano Cuervo, y cada baldosa guardará el eco del 8 de marzo, para siempre, para la historia, cien mil, un millón, qué me importa si estábamos todos, qué me importa si me banqué todas, qué me importa si soy Cuervo, como mi abuelo, como mi viejo, carajo, y me vieron desde Arriba dar la vuelta al mundo en caravana, esa hermosa multitud que no festejó títulos, ni copas, ni oro, ni alhajas, ni baratijas. Festejó, una y otra vez, el inexplicable orgullo de ser hincha de San Lorenzo. Ya volvimos a Boedo, ¿te diste cuenta? Sale el equipo, me ciegan los papelitos, me tapa el telón, el-Ci-clón-el-Ci-clón-el-Ci-clón, y ya no paramos, se ensancha el río, se desbordan las calles, seguimos marchando, dale, dale, no aflojes, que si nos quedamos sin calles somos capaces de escalar al Cielo.


Para todos los millones de Hermanos Cuervos que, de una u otra forma, en este y otro mundo, estuvieron ahí.


POR EDUARDO BEJUK

4 comentarios:

Evy Cuerva dijo...

Poético, y simplemente hermosas palabras que describen un momento tan único,aguante el Ciclón!!

Unknown dijo...

hermoso, me encantó... reflejado el sentimiento de cientos de miles de almas

Unknown dijo...

hermoso, me encantó... reflejado el sentimiento de cientos de miles de almas

Emiliano dijo...

Hermoso!!!