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lunes, 19 de noviembre de 2012

Soy de Boedo...


Editorial edición impresa 238


Por Gastón García

Yo soy de Boedo. Tu eres de Boedo. Él es de Boedo. Nosotros somos de Boedo. Vosotros sois de Boedo. Ellos son de Boedo.

Sí, hermano cuervo, el sueño se hizo realidad. San Lorenzo logró la epopeya. El jueves, en una jornada inolvidable y llena de emociones, y de tensiones, la Legislatura porteña aprobó por unanimidad la Ley de Restitución Histórica. Fue 50 (votos) a 0. Una goleada impresionante a la historia. Un acto de justicia esperado y soñado desde hace más de treinta años. Casi 33 para ser precisos, desde aquel oscuro 2 de diciembre de 1979. Todo estaba preparado para que sea el 22 de noviembre. Para ese jueves, el próximo, se había programado el tratamiento definitivo de la ley y su votación. El mundo azulgrana ya se había reservado su espacio y todos hablaban (hablábamos) del 22N. Se esperaban más de 200 mil cuervos en las calles para hacer fuerza. Se presagiaba la caravana más grande del mundo. El país se preparaba para la explosión azulgrana. Pero todo se adelantó. De repente, el 22N comenzó a convertirse en el 15N. En la tarde del jueves empezó a circular el rumor por las redes sociales: “Algo bueno está por pasar”, se decía, aunque nadie se animaba a confirmar nada. Se pararon todas las rotativas, incluso las de esta revista, que ya había mandado a imprimir una tapa alusiva al 22 de noviembre (ver página 14). Que “se vota hoy”. Que no. Que “hay una contramarcha antivuelta de empleados de Carrefour”. Que “no vaya nadie de San Lorenzo a la Legislatura”. Que “todo queda igual y se define el 22”. Que “se vota a la madrugada”. Que “sí vayan”. Se llegó a decir de todo. Todos opinaban. Todos tenían su versión. Hasta que, entrada la noche, la gente no aguantó más y salió a copar las calles. Una vez más. Al menos, por las dudas. Los cuervos no se querían perder el día más importante de la historia azulgrana. Entonces, había que ir. Y fueron. Con gran incertidumbre, los sanlorencistas fueron marchando hacia Perú 130. El recinto se convirtió otra vez en una tribuna azulgrana. Afuera, miles de cuervos se aglomeraban y se preguntaban qué pasaba. Pasadas las 22:30, los legisladores anunciaron un cuarto intermedio. Fueron minutos de pura tensión. Adentro, afuera, en los autos, en las casas, los cuervos se comían las uñas. El suspenso crecía. Los nervios también. Se sentía olor a victoria. Hasta que los legisladores volvieron a salir. Y a las 22:59 lo anunciaron: “Es ley”. ¡Unánime! Y la restitución fue un hecho. La expropiación será una realidad. Y el “vamos a volver” pasó a ser “volvimos”. Y llegaron los abrazos. Las lágrimas. Las emociones... Y ahí estaba Adolfo Res, el San Martín azulgrana. Y toda su gente de la grandiosa SCH. Y el presidente Matías Lammens. Y los cuervos, esos locos soñadores. Los mejores hinchas del mundo. Cientos, miles, que representaban a millones. Todos juntos. Para gritar bien fuerte, con más razón que nunca, “soy de Boedo, soy de Boedo”. Y San Lorenzo fue leyenda. A lo San Lorenzo. Sufriendo, temblando, padeciendo. Pero, al final, festejando, celebrando, gozando.

Ya lo dijo alguna vez Osvaldo Soriano: “Ser de San Lorenzo es un interminable sobresalto”. Gran verdad la del querido Gordo. ¡Salud cuervos! La misión está cumplida.  

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