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domingo, 26 de abril de 2009

Editorial (Pág. 3)



Por Jorge Fuentes

Hay que alentar sin olvidar

Ya quedó bien clara cuál es la posición de la inmensa mayoría de los hinchas con respecto a la (falta de) actitud que mostró el equipo en la mayoría de los partidos disputados en 2009. Ese cruel y doloroso “Mercenarios”, con el que se recibió a los jugadores ante Vélez no fue otra cosa que un castigo para un grupo de futbolistas que mostró mucha más energía en pelear premios y primas que en tratar de ganarle a San Luis de México y a Colón, los dos ejemplos más claros y contundentes de la extraña desidia ofrecida por el conjunto de Miguel Russo.

Pero ya pasó el tiempo del repudio. Eso no quiere decir que haya que olvidar lo (no) hecho por estos muchachos ni que haya que realizar algún tipo de amnistía. Nada de eso. Lo que sucede es que San Lorenzo (institución, hinchas) no se va a beneficiar en nada si se continúa con las hostilidades. Llegó la hora de alentar. A la camiseta. A los colores. Como se hizo en la última parte del partido ante los de Liniers, cuando los cuervos presentes en el Nuevo Gasómetro se unieron en un enfervorizado “…no importa en qué cancha jugués/a vos siempre te vengo a ver/,dale, dale San Loré…” (vale el paréntesis para remarcar esta gran versión de la hinchada más ingeniosa del mundo del tema “Cómo te voy a olvidar”, del grupo de cumbia mexicano “Los Ángeles Azules”, próximamente en todas las canchas del fútbol argentino).

Esa es la actitud que tenemos que mostrar desde ahora. En definitiva, no es nada del otro mundo lo que se sugiere desde estas líneas. La gente de San Lorenzo ya ha demostrado que en los peores momentos siempre aparece para poner el hombro. Lo hizo en situaciones más complicadas que estas. Y lo va a volver a hacer. Sin dudas.

Es cierto que lo bronca todavía no se fue. También es verdad que en Tucumán el equipo volvió a mostrarse desalmado, algo inaceptable para la historia de San Lorenzo, forjada más por el esfuerzo y el amor propio que por los lujos y el glamour. Pero llegó el momento de, otra vez, cargarnos el equipo a los hombros. Como lo hicimos en el ‘82, cuando logramos que el sábado sea más importante que el domingo en el fútbol argentino. O como lo hicimos en el entretiempo del partido ante Vélez en Liniers, el 1 de abril de 2001, cuando el grito de la gente transformó a un equipo abúlico en otro arrollador que, dos meses después, terminó llevando a miles de cuervos a San Juan y Boedo. Y no seguimos con los ejemplos porque se acaba el espacio…

Algunos de los que están en la cancha no nos merecen. Y otros que no están en el césped, pero que mucho tuvieron que ver con este penoso momento, tampoco. No lo hagamos por ellos. Hagámoslo por nosotros. Por ese sentimiento inexplicable que hoy nos trajo hasta acá. Y para que se entienda por qué sin necesidad de recurrir a ningún operativo de prensa (teléfono para los de la tribuna de enfrente) la hinchada de San Lorenzo se ganó el mote de Gloriosa. Ahí va. Sigamos gritando: “…La hinchada quiere descontrol/da la vida por salir campeón/dale, dale Matador…”

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