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lunes, 21 de noviembre de 2011

Boo, andate antivuelta

por Gastón García. Editorial, Edición Impresa 231.

Entretiempo del partido con All Boys. Los cuervos estamos desesperados porque San Lorenzo está perdiendo, una vez más, una final contra un rival directo y se sigue autocomplicando en esa pesadilla llamada Promoción. Se confirma esa sensación de que el fantasma llegó al Bajo Flores y con serias intenciones de quedarse.

A los que estamos en el Pedro Bidegain nos enloquece lo que un ratito antes hizo el jugador cuervo que porta la camiseta número 31. Emmanuel Gigliotti, que ya tenía amarilla desde el minuto tres por tirar un codazo, fue a disputar una pelota intrascendente a la mitad de la cancha y se tiró alevosa e imprudentemente con los pies para adelante generando la exagerada revolcada del rival. Obviamente, roja y a las duchas. Después de esa irresponsabilidad (símil Salgueiro en Bahía) el partido, que pintaba para un triunfo azulgrana, se complica y tuerce su rumbo. Enseguida, el gol en contra de Bottinelli (¡Sí, gol en contra de Bottinelli!). San Lorenzo volvió a regalar tres puntos fundamentales. Otra final perdida.

Los cuervos desesperamos. Esos quince minutos de entretiempo serán fatales. La mayoría se queda en su lugar, con la mirada al piso, las manos sobre sus cabezas y la mente en esa infantil actitud de Gigliotti. De repente, se acerca un hombre de más de sesenta años y, buscando un alma cómplice con quien entablar una conversación, esgrime la siguiente frase: “Para esto algunos quieren volver a Boedo. Sigan, boludos, sigan pensando en eso mientras nos vamos a la B”. Uno lo mira sorprendido, analiza si es un conocido, o al menos una cara conocida (no lo es), y no sabe cómo actuar. Si mandarlo al carajo, si decirle que no diga pavadas, si tratar de explicarle que está equivocado y mezclando las cosas… En fin, es tal la resignación que hay en ese momento, es tan duro recordar esa imagen de Gigliotti cagándose así porque sí en San Lorenzo, que los más sensato termina siendo agachar la cabeza y seguir esperando que vuelvan los jugadores para completar el encuentro. Con esa esperanza, vana, de que puedan revertir el resultado. Algo que, lamentablemente, nunca ocurrirá. Termina el partido y una vez más nos volvemos a casa destruidos. Ya no quedan ganas ni para hacer cuentas. Efectivamente, el fantasma ancló en el Bajo Flores y nos va a asustar durante mucho tiempo.

Transcurre la semana y es imposible dejar de pensar en el irresponsable de Gigliotti. Pero, hay algo que es mucho peor. Hay otros fantasmas que asustan mucho más. Porque en el fútbol uno siempre tiene esperanzas. Los hinchas nunca perdemos esa ilusión de que los jugadores nos den una alegría. Que en algún momento empiecen a dar vuelta la historia. Aunque sea, por el beneficio de ellos mismos.

Pero lo que es incomprensible es que existan tipos como ese del entretiempo con All Boys, aparentemente fana del Ciclón, que tengan la (in)capacidad de pensar que la vuelta a Boedo nos va a mandar a la B. Que estupidez. Cómo se puede ser tan necio. Cómo se puede poner en tela de juicio una causa tan noble como la que llevamos adelante los hinchas de San Lorenzo con ese hermoso sueño de volver a Tierra Santa, el lugar de origen…

Señores, en San Lorenzo pasa de todo. Hay dirigentes ineptos, hay jugadores mercenarios y hay técnicos incapaces. De eso, ya estamos bastante curtidos los cuervos. Pero a los que no podemos darle lugar, ni un poquitito de espacio, es a esos miserables antivuelta. Recuperar Avenida La Plata será el logro más importante en la historia de San Lorenzo. Más que un campeonato. Más que una Libertadores. Y, aunque duela, también es más importante que un descenso deportivo.

Volver a Boedo es recuperar los orígenes, la mística, la esencia. Es reconquistar la historia robada. Y al que no lo entienda así, mejor que se haga hincha de otro club. Andate antivuelta, que por acá no sos bien recibido.

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