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lunes, 2 de abril de 2012

Las Malvinas argentinas y cuervas


(nota publicada en edición impresa 222 del 1 de abril de 2011)

Hoy se cumplen 29 años del desembarco de los soldados argentinos en Malvinas. Un ex combatiente y Cuervo de Ley, que en diciembre volvió a pisar tierra isleña después de 29 años, le cntó sus vivencias a La Revista del Ciclón. Una historia, que tiene partecita azulgrana.

por Gastón García

No fue sencillo escribir esta nota. Trasladar un tema tan delicado como Malvinas a una revista de fútbol, en este caso de un equipo en particular, para muchos podría resultar poco atinado. Cualquier comentario podría patinar y ser considerado fuera de lugar. Sobre todo, por aquellos que fueron partícipes directos de aquella contienda bélica. Sin embargo, fue el protagonista principal de esta historia el que nos abrió el camino para narrarla.

Fue su frase “Malvinas y San Lorenzo son mis dos pasiones del alma” la que nos motivó y hasta obligó a plasmar su historia en esta revista. Para que la conozcan miles de cuervos como él, o como vos. Por eso, sin hacer demasiadas adjetivaciones, le dimos para adelante. Alejandro Martín, hincha fanático del Ciclón, fue combatiente de la guerra desatada entre Argentina e Inglaterra en 1982.

Desembarcó en Malvinas el 13 de abril de ese año, cuando él apenas tenía 19, siendo un soldado conscripto clase 1962 que estaba realizando el servicio militar obligatorio. Como él se encarga de contar en cada charla que ofrece, llegó a las islas “con toda la ilusión de ser argentino” y creyendo en ese lema que aprendió desde purrete: “Las Malvinas son Argentinas”. No tuvo miedo en ir, “porque no sabía lo que era una guerra”, sin embargo, aclara que “el miedo se siente una vez empezada la misma”. Su rol de combate fue “apuntador de MAG” (ametralladora 7,62). Permaneció en Malvinas 74 días y volvió como prisionero de guerra el 22 de junio de 1982.

El 10 de diciembre de 2010, casi 29 años después a haber pisado por última vez el territorio malvinense, pudo volver junto a otros ex combatientes en un viaje que tuvo que preparar durante dos años. “Dolor, miedo, orgullo, honor y paz, mucha paz”. Así describe Alejandro, el momento del reencuentro con esos recuerdos jamás olvidados.

En el cementerio de Darwin, ese lugar “tan sagrado” para él, donde descansan “sus héroes” y donde encontró esa paz necesaria, Alejandro pudo darse el gusto de unir a sus dos “grandes pasiones”: San Lorenzo y Malvinas. Ahí, frente al monumento a los ex combatientes argentinos “caídos en acción” y con una camisa azulgrana, réplica del equipo de Los Matadores, este Cuervo de Ley se sacó, quizás, una de las fotos más hermosas de su vida.

Esa imagen, que ilustra esta página, fue el disparador principal de esta nota y cumpliéndose hoy 29 años del desembarco de los soldados argentinos en las islas, elegimos esta edición de La Revista del Ciclón para revivir su historia.

¿Alejandro, qué es Malvinas para vos?

Malvinas me dejó un dolor en el alma que no se puede expresar. Saber que murió un compañero y no pudiste evitarlo, saber que ellos murieron para que nosotros estemos vivos, no se puede explicar con palabras.

¿Cómo conviven ustedes con esos recuerdos?

La mejor manera de mantener la llama prendida de la causa Malvinas es dando charlas en escuelas o en los lugares que la gente nos pida y nos quiera escuchar. Este sentimiento no tiene precio ni costo. El único precio y costo es la sangre derramada por nuestros héroes.

Contame del viaje. Sensaciones, sentimiento…

Nos llevó dos años prepararlo. Tuvimos charlas entre nosotros, con psicólogos y con nuestros familiares. Uno de los planteos que más nos hicimos antes de ir, fue si ingresar con pasaporte era faltarle el respeto a nuestros héroes. Pero llegamos a la conclusión de que cada uno escapa de este infierno, la post guerra, como puede y no como debe. Los días previos a viajar no dormimos ni dejamos dormir a nuestros familiares. Al pisar Malvinas, se nos vinieron todos los recuerdos encima.

¿Qué dejó el viaje?

Muchos sentimientos. Dolor, miedo, orgullo, honor y, sobre todo, paz, mucha paz. Lo principal fue pararse delante de la puerta del cementerio de Darwin, donde descansan nuestros héroes. Aplaudimos y dimos las gracias. Luego de comernos un mantecol y fumarnos un habano con ellos, les dijimos que estos años los vivimos con dignidad. Eso es lo menos que les debemos como argentinos y como ex combatientes.

Mientras cuenta su historia, orgulloso, los ojos de Alejandro se humedecen. La charla es extensa, necesitaríamos de toda esta revista para describir sus sentimientos. Por eso, decidimos hacer un alto y que nos cuente cómo fue eso de sacarse una foto con una camiseta azulgrana, uniendo, como él mismo cuenta “a sus dos pasiones”: Malvinas y San Lorenzo. San Lorenzo y Malvinas.

Así lo describe…

Sacarme una foto en ese lugar tan sagrado para mí con la camiseta de San Lorenzo puesta, me permitió juntar las dos pasiones de mi alma. Fue algo muy lindo y confortante.

¿Por qué con la camisa de Los Matadores?

Porque gracias a ellos fue que pisé por primera vez Tierra Santa, yendo Viejo Gasómetro.

Si tuvieras que buscar algún hecho de la historia de San Lorenzo para relacionarlo con Malvinas, ¿cuál sería?

¿Te acordás de los Camboyanos?… No tenían agua, toallas, ropa de entrenamiento y ni siquiera los sueldos al día pero jugaban con orgullo por la azulgrana. En Malvinas combatimos contra los ingleses, contra los yanquis, contra el frío, el miedo, el hambre y contra nuestros propios generales. Pero con el honor y el orgullo de tener en el pecho, en el corazón y en el alma, la bandera Argentina.

¿Cómo te gustaría cerrar esta nota?

Diciéndoles a todos los sanlorencistas que quieran conocer nuestra historia, que me encantaría poder darles una charla y, sobre todo, ver la llama de Malvinas en un trapo de la gloriosa Buteller y la de las islas en el estadio Pedro Bidegain.

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