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sábado, 11 de mayo de 2013

Los chicos crecen e ilusionan


Nota de la edición impresa N° 241

Las apariciones en Primera de Héctor Villalba, Leandro Navarro y Ángel Correa fueron las mejores noticias, en materia futbolística, que recibió San Lorenzo en este semestre. La esperanza de ver a un Ciclón Fatto in Casa empieza a tomar forma.

Por Jorge Fuentes

“Vamos, vamos Los Pibes”. Esa fue la frase que utilizamos en la tapa de la primera edición de La Revista del Ciclón, allá por agosto de 1999. La portada, además, venía con las imágenes del Pipi Romagnoli, Morel Rodriguez, Mirko Saric, Bernardo Romeo, Omar Gallardo y el Pipa Estévez. Catorce años después, hay que decir que solo la pifiamos con el pobre Gallardo. No está tan mal. Los otros cinco estuvieron a la altura de lo esperado. Pipi y Bernie llegaron a la estatura de ídolos. Mirko, eterno recuerdo, pintaba para eso. El Pipa, más allá del enojo de muchos hinchas por su conflictiva salida del club y su llegada a Boca, la rompió toda, especialmente en el Clausura 2001. Y Morel, nobleza obliga, antes de las actitudes desagradecidas para con el club que lo hizo conocido, también respondió con jerarquía. Su salvada heroica ante Nacional, en la Mercosur 2001, será imposible de olvidar…

A esos nombres después se le sumaron, entre otros, los de Guillermo Franco, Walter Erviti y Sebastián Saja. Y más acá en el tiempo, surgieron los de Gonzalo Rodríguez y Pablo Zabaleta. Después hubo algunos que amenazaron con hacer historia con la azulgrana (Montillo, Barrientos, Luna, ¡Cornejo!), pero, o no llegaron a explotar o explotaron en otro lugar. Luego de aquella generación surgida entre el fin del siglo XX y el comienzo de este milenio, la cantera azulgrana no ha entregado demasiado material potable. Ya sea por falta de condiciones o por estar tapados por “refuerzos” traídos por las dirigencias de turno (muchos de ellos con niveles indecorosos), los pibes del club no han tenido mucho lugar en la Primera.

Por eso, la aparición de Héctor Villalba (18 años), Leandro Navarro (21) y Ángel Correa (18) en el primer equipo del Ciclón nos remonta, inevitablemente, a aquella época. A la del nacimiento de La Revista del Ciclón. A un momento de florecimiento de juveniles que, poco tiempo después, derivó en tres títulos inolvidables. Quizás sea una exageración creer que éste presente puede terminar de la misma manera. Pero en aquel 1999 no muchos pensaban que íbamos a ir tan seguido a San Juan y Boedo a festejar. Villalba es pura explosión. El gol a Racing aun da vueltas por el mundo y provoca sorpresa y admiración. Navarro es dueño de una pegada magistral, algo fundamental en una época en la que los partidos se definen por una pelota parada bien ejecutada. Y Correa, recuperado para el club por el presidente Matías Lammens porque su contrato había sido “perdido” por la CD anterior, pinta para ser un enganche de esos que surgen muy de vez en cuando. Como botón de muestra se puede exhibir la deliciosa habilitación a Gonzalo Verón, en el segundo gol a Quilmes, la fecha pasada. Y ya que hablamos de Verón, un ex Italiano no tan pibe pero tampoco tan grande (tiene 23 años), vale mencionar a los otros juveniles que hay en el plantel y que, sin brillar como Villalba, Navarro y Correa, también merecen tener más chances. Uno de ellos es Walter Kanemmann (22), que ya parece todo un veterano luego de lo vivido en el semestre pasado, en el que anotó uno de los goles más importantes en historia de San Lorenzo. Nada menos. Zaguero, devenido en marcador de punta izquierdo, el entrerriano deja el alma en cada partido. Y la gente se lo agradece. A la lista habría que agregar a Matías Catalán (20), lateral derecho que viene cumpliendo muy buenas actuaciones en la Reserva, a Fernando Meza (23), otro no tan pibe que ahora empezó a

tener más rodaje luego de estar relegado, al ex Gimnasia Alan Ruiz (20), figura en el torneo pasado y con notables condiciones como para resurgir con fuerza en un futuro no muy lejano, y a Rodrigo Contreras (17), delantero que se cansó de romper redes en las Inferiores y en la Reserva.

Por supuesto que el crecimiento de los chicos solo puede darse en un contexto agradable y tranquilo, no como el que había en el semestre pasado, cuando el descenso era una amenaza seria, o en el arranque de esta temporada, cuando el promedio todavía asfixiaba. Y por más que estemos bastante más tranquilos, hasta que ese fantasma no se aleje definitivamente no se verá lo mejor de ellos.

Por lo pronto, que las Inferiores de San Lorenzo hayan empezado a aportar buenos valores es una gran noticia. Y que haya vuelto el “Vamos, vamos los pibes” a la tribuna genera una enorme ilusión. La misma que teníamos en 1999.

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