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lunes, 22 de agosto de 2011

Editorial

(Edición impresa 229)

La historia de nunca acabar

por Gastón García

-: ¿Querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
-:¡Síiiiiiii!
- Yo no te dije “síiiiii”. Yo te dije si ¿querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
-: Bueno.
-: Yo no te dije “bueno”. Yo te dije si ¿querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
-: Bueno, dale contame.
-: Yo no te dije “bueno dale, contame”. Yo te dije si ¿querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
-: No, no quiero.
-: Yo no te dijo “no, no quiero”. Yo te dije…

La mayoría de los mortales hemos sido víctima alguna vez en nuestra entrañable infancia de esa absurda y fastidiosa pregunta. Cualquiera de nosotros ha sufrido la pertinencia y obstinación de un padre, abuelo, tío, o hermano menor, en realizar una y otra vez la misma pregunta, fuera cual fuera la respuesta elegida. El juego, si es que se lo puede llamar de esa manera, concluía cuando el niño se terminaba resignando y, probablemente, se ponía a llorar por la frustración que le generaba que alguien le prometa algo que, en realidad, nunca terminaría de cumplir.

¿A qué viene todo esto? A que la mayoría de los hinchas de San Lorenzo estamos cansados de que los dirigentes nos sigan tratando como si fuéramos unos niños y, descaradamente, nos sigan haciendo algo parecido a ese odioso cuento infantil de la buena pipa. Sinceramente, los cuervos, o al menos gran parte de nosotros, hemos llegado al límite de la frustración.

Carlos Abdo y su gente ganaron las últimas elecciones gracias a las bondades de una billetera gorda y a una campaña previa repleta de promesas, muchas de ellas faraónicas. No hay que ser un gran memorioso para recordar aquello de “los 20 millones”. Ese dinero se iba a destinar entre otras cosas a la ampliación de la sede social de Avenida La Plata y, lo más lindo y esperado, a la construcción del microestadio en la Plaza Lorenzo Massa. Todo eso, y muchas cosas más, iban a estar concluidas luego del primer año de gestión. Es más, en esta misma página, quien firma esta editorial se había expresado a principios de 2011 “ilusionado y con fe” porque había detectado la maqueta del microestadio en la vidriera de la sede operativa de Avenida de Mayo creyendo que sería una realidad en breve. Por ahora, lo único que pudimos observar es la colocación de algunas pancartas que decoran la fachada del Pedro Bidegain con las gigantografías de glorias del club pero que lejos, muy lejos, deben estar de aquellos “20 millones”. Ah, perdón, también algunos carteles señalizadores en los estacionamientos y algunas cositas de esas más. Sigue estando lejos de la cifra prometida.

Pero supongamos que entendemos que todo aquello que fue prometido no se haya realizado por la grave crisis económica que padece el club y que, si bien los directivos que llegaron ¡la conocían!, es real que es una herencia que les dejó el nefasto gobierno anterior del club. Hagamos de cuenta que entendemos el retraso de no cumplir con lo prometido y creemos en lo que le dijo Abdo a esta revista tiempo atrás, de que a fin de año empiezan todos los trabajos. Hagamos la vista gorda por unos minutos…

Ahora bien, quién no explica todos los tejes y desmanejes que ya le han saltado a esta dirigencia en apenas un poco más de seis meses de gestión. En el primer libro de pases bajo su mandato al menos dos de los seis jugadores que se incorporaron generaron un manto de sospechas. En el actual, ufff, todo lo que se pudo escuchar y sigue escuchando. Que el peaje del Malevo Ferreyra. Que la devolución de gentilezas a un representante por la llegada de un ex Banfield. Que la complicidad de alguno por lo del quebrado Diego Marínez. Qué lo del juvenil Bertocchi. Y así, la lista podría ser mucho más extensa.

Como si eso fuera poco, por los pasillos del Nuevo Gasómetro se hizo muy fuerte el rumor de que el vicepresidente segundo del club estaría involucrado en algunas cosas turbias. Jorge Aldrey se encargó de desmentir todas esas acusaciones en su contra. Desde el club nadie abrió la boca para defenderlo, algo que creemos que deberían haber hecho. Nosotros, hemos preguntado al respecto y recibido respuestas de todo tipo. Un allegado a Aldrey nos aseguró que al vice segundo “le quieren mover el piso y por eso lo están ensuciando”.

Obviamente, no hay ningún tipo de documento que sirva para probar algo de lo que se rumorea. Como tampoco, supuestamente, lo hay contra la dirigencia anterior. Y tampoco lo hubo, según dictaminó la Justicia ordinaria, contra el nefasto Fernando Miele.
Entonces, que siga la pepa. O mejor dicho, la pipa. El cuento de la buena pipa…

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