Páginas

lunes, 11 de mayo de 2009

La columna del Hermano Cuervo

Por Eduardo Bejuk

No podrán imitarnos…

Todos tenemos un amigo hincha de Boca. Todos. Pero digo hincha bien bostero, que quizás hoy esté en la tribuna de enfrente, tratando de copiar nuestras canciones. Y cuando digo bostero, me refiero a las características que acompañan a estos simpáticos seres.

En la Universidad de Princeton se elaboró una teoría que asegura que los hinchas de Boca se reproducen mediante un ancestral sistema de clonación, que los equipara en cuanto a su elevada autoestima, nula concepción del “otro” como ser y, atención, un severo complejo de Edipo. Al parecer, los cientos de turistas yanquis que pueblan la Bombonera, convertida en gran monumento al marketing, conmovieron a los filósofos. Y a todo el mundo, digámoslo, porque Boca ya es una marca globalizada (en gran parte gracias a Diego, a quien ahora desprecian).

Desde este espacio, señores del mundo, tenemos las respuestas que a ustedes les faltan. Porque somos Cuervos y los conocemos. Y es más: los criamos. Ellos no son malos, no. Pero ahí está la clave de sus rabietas: ese Edipo no resuelto. Porque papá pasó las mil y una toda la vida, sufrió y se desangró, lloró y llora, traga saliva y se decepciona, pero llega el momento de ver a su hijo y le cambia la cara, se pone la mejor ropa, sale al sol con una sonrisa y le canta, lo primerea, se divierte y, encima, casi siempre le gana. Y el pibe rico, que tiene todo, no sabe como comprar el juguete del ingenio eterno y de la fe inquebrantable.

El secreto lo tiene papá. Si alguien de Princeton quiere redondear la teoría, que hoy se dé una vuelta por el Nuevo Gasómetro. Y entenderá quién intentó imitar a quién toda la vida.

No hay comentarios: