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lunes, 24 de junio de 2013

Bilardo: “El Gasómetro era el mejor lugar para ver fútbol”

Aunque muchos no lo recuerden, Carlos Bilardo nació futbolísticamente en San Lorenzo, club en el que hizo Inferiores y debutó en Primera. Y aunque él no lo quiera decir, de chiquito era hincha del Ciclón, como su padre y su tío. En esta entrevista con La Revista del Ciclón, el Narigón nos recuerda su pasado cuervo y sus anécdotas en el Gasómetro. Además, se mostró contento por la Vuelta a Boedo y aseguró que está dispuesto a colaborar con la compra de metros cuadrados.     

Por Gastón García


La Copa del Mundo de 1986 ganada con la Selección Argentina es, sin duda, el máximo logro deportivo conseguido por Carlos Salvador Bilardo. A casi 27 años de haber coronado ese título mundial, el Narigón sigue siendo el último DT en haber levantado ese preciado trofeo con la celeste y blanca. Como futbolista, pasó sus momentos más esplendorosos en Estudiantes de La Plata. Sin embargo, San Lorenzo también es una marca indeleble en su vida. Su vinculación con el club se remonta a los primeros años de su vida. Su padre, Calógero, y su tío, fueron dos hinchas fanáticos del Ciclón. Y desde los cuatro años, el Narigón acompañó a ver a San Lorenzo por todas las canchas del país. Luego, un poco más grandecito, se alistó en las Inferiores cuervas hasta lograr debutar en Primera, en 1959. Sin mucha participación y tapado por Coco Rossi, integró el equipo campeón que tuvo a Sanfilippo como goleador y máxima figura. También dejó su huella como entrenador. Fue en 1979, época de vacas flacas en San Lorenzo. Y vaya si serían flacas, que tiene el triste privilegio de haber dirigido al Ciclón en el último partido jugado en el Gasómetro de Avenida La Plata, estadio que supo disfrutar desde que era un purrete. San Lorenzo es una parte importante de la vida de Bilardo. No lo decimos nosotros, lo asegura él. Por eso, desde La Revista del Ciclón lo invitamos a repasar su pasado cuervo y salió esta jugosa nota…            

Carlos, ¿cómo nace su vínculo con San Lorenzo?
Por mi viejo, que era hincha y socio, y mi tío. Mi padre era fanático, desde que yo nací tengo noción que era hincha de San Lorenzo.

¿Vivía en Boedo?
No, él era de la zona de San Blas y Juan B. Justo, un barrio donde todos eran de San Lorenzo, o la gran mayoría. Mi viejo tenía un grupo de amigos, eran unos diez pibes que lo iban a ver a San Lorenzo a todos lados. Si mal no recuerdo, yo empecé a ir con ellos desde que tenía cuatro años.

Entonces, tendrá sus vivencias como hincha en el Gasómetro…
Uf, ni te imaginas. Al principio me llevaban mi viejo y mi tío, tenían ubicación en el sector de la Platea Blanca, donde iban los dirigentes, que estaba ubicada cerca de la zona del túnel de los jugadores. Ahí me llevaban cuando era muy pibe. También recuerdo que íbamos a un sector llamado Urso. Después, de más grande, a veces me iba solo.   

¿Qué recuerdos tiene del estadio?
Era el mejor lugar que había para ver fútbol. Ahí, por ejemplo, también se jugaba la Copa América, porque era la mejor iluminación que había en el país. Y los tablones le daban algo especial. Fui muchos años a esa cancha.  

O sea, es parte de su infancia…
¡Claro! Mirá, te cuento una anécdota de esa época. Cuando terminaban los partidos me iba por la calle Inclán y esperaba a los jugadores que salgan del vestuario. Siempre recuerdo que a Blazina (Nota de LRDC: Mirko Blazina, arquero del equipo campeón en 1946) lo acompañaba caminando hasta Avenida La Plata y Rivadavia donde tomaba el colectivo. Después, picaba hasta la cancha para encontrar a otro jugador.

¿Qué otros nombres recuerda?
En esa época yo miraba a todos los jugadores, los admiraba. Me acuerdo mucho de Blazina, Basso, Grecco, Zubieta, Pontoni, Martino… Eran unos fenómenos.

Deberán ser muchas las anécdotas…
¡Qué te parece! Si yo pasé mi vida en San Lorenzo. Te cuento otra: Silva (Nota de LRDC: Oscar Silva, puntero izquierdo, también integrante del equipo campeón en 1946) me llevaba en sus rodillas cuando íbamos a ver a San Lorenzo en tren a Rosario. Yo era chico, pero me enloquecía estar con los jugadores.   

Después llegó la etapa como futbolista…
Sí, a los 12 años me llevó a probar mi padre y quedé en la Novena. Desde ahí, hice todas las Inferiores, pasé por Tercera, Reserva, hasta llegar a Primera.

Uno de sus técnicos en Inferiores fue nada menos que René Pontoni…
Un fenómeno. Lo respetábamos mucho porque era un campeón del club. Me acuerdo que después de los entrenamientos nos quedábamos en el Gasómetro pateando al arco. Él me decía “ahora tiro al palo” y le pegaba al palo, “ahora le tiro al travesaño” y la pelota pegaba en el travesaño. Y así nos quedábamos un rato largo.

¿Usted de qué jugaba?
Era mediocampista. Cuando estaba en Tercera ya pintaba para fenómeno. Había sido convocado a la Selección juvenil.

Fue integrante de un equipo importante, el campeón del ’59…
Había cada jugador. Te cuento una… Un día, cuando tenía 19 años, me citaron para jugar en Primera, llegué al vestuario y no me animaba a entrar. Cuando abrí la puerta y vi a todos esos monstruos dije “me voy”, la cerré y me fui. Después, me tiraron la bronca porque me había ido. El técnico era José Barreiro.

¿Recuerda su debut?
Si no me falla la memoria primero debuté en la Copa Suecia, creo que un partido que ganamos 2 a 0 y yo hice un gol. Me acuerdo que estaba en casa estudiando, me llamaron y fui en motoneta hasta la cancha.   

Y en el campeonato…
Enseguida de esa Copa me pusieron en Primera en lugar de Omar Higinio García.

Se dice que Omar Higinio era bueno, habrá sido difícil reemplazarlo…
Uf. Él venía muchas veces a dormir a mi casa. Era bueno, muy bueno, pero no hablaba. En una gira, como San Lorenzo fue sin médico, él volvió con la rodilla hecha pelota. Entonces, me ponen de 9, en su lugar. Creo que fue con Atlanta, en la cancha de River.

¿Y cómo le fue?
No toqué una pelota. ¡Ni una toqué! Después de ese partido, ni había llegado a mi casa y los dirigentes ya habían ido a buscar a Coco Rossi. Empezó a jugar él y yo fui a Tercera otra vez. Luego de eso llegó una oferta de Deportivo Español y me fui a jugar ahí.

También tuvo su momento como técnico…
Cuando me vinieron a buscar les dije “si siguen así saben dónde van a ir a parar”. El club estaba muy mal en ese momento pero para mí dirigir a San Lorenzo era bárbaro. ¡Cómo no iba a aceptar!  

¿Y cómo fue esa historia?
Éramos un equipo que luchábamos como podíamos. Trajimos a algunos jugadores y el primer año nos salvamos del descenso. Después, creo que hicimos una gira a Japón, fue la primera vez que fui a ese país, y cuando volvimos me fui.

¡Usted dirigió el último partido que se jugó en el Gasómetro!
Sí, eso lo recuerdo. Fue algo muy triste, pero se veía venir.

Siempre se dijo que mucho no se hablaba del tema. ¿Fue así?
Sí, no se hablaba de eso. Recuerdo que algunos decían que íbamos a ir a jugar a un lugar mejor y todos nos preguntábamos ¿un lugar mejor que el Gasómetro, a dónde vamos a ir a parar? Porque mejor que ese estadio no había. Fue algo muy triste para el club y para los que disfrutamos esa cancha.  

¿Cómo tomó el tema de la Vuelta a Boedo?
Lo de la gente fue bárbaro. La recuperación de las tierras me parece algo muy bueno para San Lorenzo porque es volver a su lugar histórico. Además es un lugar céntrico, ideal porque es en el medio de la Capital Federal.

¿Qué le genera pensar que haya nuevamente un estadio en Avenida La Plata?
Muchas cosas. Estando ahí es recuperar la historia de San Lorenzo, es volver a todo eso que viví desde que tenía cuatro años. En esa cancha tengo recuerdos de mi madre, de mi padre, infinitas cosas. Mi vida futbolística nació ahí, desde los cuatro años mi padre me llevaba a la cancha, me ponía entre sus piernas para ver los partidos. Son muchos recuerdos.  

¿Lo invitaron a colaborar con la compra de metros cuadrados?
No, la verdad que no sé nada de eso.

¿Le gustaría participar?

Mis padres compraron plaquetas cuando se hizo la cancha nueva, la de ahora. Hay una de cada uno debajo de una Platea. Me gustaría colaborar, cómo no. Ya te digo, mi vida es San Lorenzo y también Estudiantes de La Plata. 

Nota de la edición impresa N° 242

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