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martes, 1 de diciembre de 2009

La columna del Hermano Cuervo

Paternidad milenaria

Por Eduardo Bejuk

Como detesto el racismo, detesto los cantos racistas contra el club Atlético Boca Juniors y sus particulares seguidores. Por el contrario, me encantan los hinchas de Boca. Me hacen feliz. Verlos crecer, lentamente, a la sombra de su padre, siempre me conmovió. A veces reflexiono: presionar a un hijo, querer que sea como uno, querer transmitirle sentimientos (olé, olé, olé, olá te la vamos a enseñar) y lecciones de vida (nos fuimos al descenso, nos vendieron la cancha) no siempre da el resultado deseado. Pero hay que seguir intentándolo, con cariño, sin violencia, de tribuna a tribuna, en esta misión educadora que todo progenitor le debe a su niño.

La paternidad. Qué tema. Qué trauma. Junior pierde con San Lorenzo y no me come. Junior pierde con San Lorenzo y no se va a la cama, melancólico, buscando una explicación que su ego inflamado no puede concebir. Esta noche, después del partido, si la historia mantiene su curso y el nene –dolido en su recogimiento-- no puede dormirse, todo Hermano Cuervo debe leerle un cuento.

Boca nació de la bandera sueca. Los suecos son nórdicos. Los nórdicos, mil años atrás, observaban su propia mitología. Vikingos batalladores, creían que Odín era el Dios máximo, el que cabalgaba sobre un corcel de ocho patas, el que dominaba la guerra, la poesía, la sabiduría, la muerte. Le temían. Lo adoraban. Y a veces, cuenta la leyenda, el mismísimo Odín se aparecía en el campo de batalla, para llevar la victoria a su pueblo. En cada hombro, Odín siempre llevaba lo mismo: a Huginn y Muninn. Sus dos cuervos. “Pensamiento y memoria”.

Pensá por qué les ganamos siempre.
La memoria --y quizás una historia milenaria-- te dará la respuesta.

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