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miércoles, 16 de diciembre de 2009

La Revista del Ciclón nº 200

Una parte de la cuerva vida

Por Eduardo Bejuk

San Lorenzo es, para cada uno, algo diferente. Y a la vez, lo mismo.
Para mí, San Lorenzo es una camiseta de piqué larga, ajustada y larguísima, cuya textura, color y aroma recuerdo perfectamente. Le cosí (le cosió mi vieja) un 9 de terciopelo, enorme, azulado, totalmente fuera de contexto, en honor al supremo y divino Walter Gol Perazzo, que se bañaba con agua mineral, era mejor que Francescoli y le hizo un gol memorable a Argentinos Juniors en la cancha de Atlanta. La camiseta, un día, se enrolló en la cadena de la bici (no la llevaba puesta, entenderán) y quedó destrozada, casi una metáfora del San Lorenzo ochentoso que aprendí a amar. No sé dónde está la remera. Aniquilada, imagino. Daría lo que fuera por volverla a tener entre mis manos. Sé que es imposible.


San Lorenzo es, para mí, noches y tardes memorables, es el mito del Viejo Gasómetro que conocí en brazos de mi vieja (eso dice ella, para mi orgullo), es la radio del domingo cuando todos jugaban el domingo, es Rosario en el 95, dando la vuelta olímpica que nunca había dado, arrancando pasto como un loco, absorbiendo cada minuto de la gloria inédita, cerrando los ojos para imaginar que todos, absolutamente todos los Cuervos que quiero, estuvieran ahí conmigo. San Lorenzo es, por supuesto, muchísimas cosas más. El trapo con ganchos de carnicero, las canciones que memorizaba como si fueran el Himno, más camisetas, más tardes, más llantos, de todo.

Y San Lorenzo es, para mí, desde hace tiempo, aun antes de escribir acá, La Revista del Ciclón. Diez años, 200 números. Y varios campeonatos, gracias a Dios. Saja, Pipi, Pellegrini, Bernie, Bergessio, Ramón, el Centenario, el 8M, la racha de 13 triunfos al hilo y las pequeñas grandes anécdotas que todos guardamos. No me imagino entrando al Nuevo Gasómetro sin la revista. Ni me imagino un entretiempo sin el “CuervoTest” a mano, para llenar los 15/20 minutos de espera. Nunca acierto más de dos. No tengo memoria.

Fantaseo. Revista del Ciclón número 500, dentro de 20 años. Yo, canoso, panzón, me siento en la platea de vitalicios “Bernardo Romeo” y, mientras la brisa de Avenida La Plata me despeina los pocos pelos (sí, ya vamos a estar de vuelta en Boedo), me dispongo a hacer el CuervoTest.

Puteo respetuosamente a Martín Fuentes, el que lo confecciona, por su puntillosidad. A su primo, Jorge, lo saludo por su gran editorial titulado “El regreso del Bambino era lo único que podía salvarnos”. Me sorprendo con la nota de Fernando, el otro Fuentes, al enterarme del paradero de algunos ex cuervos (¡Ramón Díaz es el presidente de Yokohama Marines, de Japón, y sus hijos conforman la dupla técnica del equipo!). Leo con atención un informe de Gastón García. Y vuelvo al CuervoTest.

Me detengo en las últimas preguntas, las difíciles, porque siento que un Cuervo de Ley como yo tiene que apuntar ahí, sin miedo:

1-¿Quién hizo el octavo gol el día del 8-1 a Boca, en el estadio Mauricio Macri?
(fácil: Palermo, en contra)

2-¿Quién es el goleador histórico de de San Lorenzo en la Copa Libertadores?
Me cagó, Fuentes me cagó. Como siempre. Qué sé yo quién es. Desde que la ganamos, perdí el interés en la Copa maldita ésa. La Copa, carajo... Pensar que me enteré del triunfo ya en la clínica, ocho días después de que salí del coma post-infarto, cuando Jorgito Fuentes, todavía emocionado, me mostró la tapa de La Revista del Ciclón.

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