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miércoles, 16 de diciembre de 2009

La Revista del Ciclón nº 200

Aquella caja de velas

Sin darnos cuenta, La Revista del Ciclón se fue ganando un lugar cada vez más importante en nuestros archivos. Es que ya hay 200, una cifra que nos enorgullece y emociona. Y a la que llegamos con esfuerzo y poniendo mucho corazón. A lo camboyano.

Por Fernando Fuentes

Ahí está el montoncito de revistas. Por suerte, ya en una caja más espaciosa y confortable. Fue cambiando de morada, a medida que pasaron los años y su progreso exigía mayor comodidad. También, claro, para la operatividad del trabajo de archivo. Empezó en una cajita de velas Ranchera, habitáculo amarrete si los hay. Apiñado, casi como introducido con calzador. No existía el desperezo para el montoncito.

Transcurrieron temporadas, vivencias, alegrías, amarguras, entrevistados y todo lo que venís viendo desde hace una década. Entonces, el montoncito fue adquiriendo un mayor volumen. Algo tan simple como un traspaso de cajas, para nosotros, los que hacemos La Revista del Ciclón, era una bocanada de regocijo. Es como cuando, casi sin darte cuenta, tu pibe empieza a caminar o lo ves con la mochila y el guardapolvo blanco.

Por estos días, el montoncito pasó a ser montón. La caja de la que hablamos arriba, la espaciosa y confortable, podría cobijar a tres o cuatro de las de las Ranchera. Con el pecho inflado, se puede presumir con iluminar una misa dominical en la parroquia del barrio. Apiladas prolijamente, las revistas dejan caer las gotas de sudor y espíritu camboyano. El sabor de lo artesanal, la mística de un sentimiento plasmado en papel, los kilómetros recorridos en busca de publicidades, el esfuerzo mancomunado con la imprenta… Todo eso se respira cuando se guarda una nueva o se busca una vieja.

En épocas donde parece más importante tener que ser, La Revista del Ciclón es un ejemplo de que cuando se engendra un proyecto desde la pasión genuina, no existe obstáculo que se anteponga. Ni siquiera en momentos de ajuste, se sopesó la entrada de un mecenas con objetivos espurios, eso que tanto se da en este tipo de ediciones partidarias. No se vuelve atrás cuando se pierde la independencia periodística y, mucho menos, cuando se habla de algo tan nuestro como San Lorenzo.

Con 200 números sobre el lomo, La Revista del Ciclón redobló su esfuerzo y le puso color a su portada. Un nuevo triunfo del sacrificio y un motivo más que decora lo festejos de este aniversario. El resto lo hicieron ustedes, hermanos cuervos, semana tras semana. Viniendo a buscar un ejemplar, sin la necesidad de interponernos en tu camino para que la aceptes. O escribiendo lo que te parece o mandando la foto de un nuevo cuervito. También, participando del Cuervo Test y divirtiéndote con el recuerdo de los que alguna vez pasaron por San Lorenzo y ahora lo hacen en Birmania o Costa Rica.

Hay fiesta en La Revista del Ciclón. Nos parece ayer que estábamos preparando la número cien, con su primera tapa a color. Acá, en la oficina, donde se gesta y analiza su contenido, se escuchan, casi misteriosamente, risas y aplausos. Ahora va in crescendo: ya es bochinche, pitos y matracas. Parece que viene de esa caja que te hablé. Son ellos, los protagonistas de las notas que fueron cobrando vida y que, desde hace un buen tiempo, habitan la casa de cartón corrugado. Festejan la armoniosa convivencia y brindan por la vigencia del esmero. Al lado, permanece la cajita de velas Ranchera. Vacía. Nadie nos entiende cuando la vemos y se nos escapa un lagrimón.

1 comentario:

Enca dijo...

Generalmente suelo coleccionar distintos volantes, publicidades, revistas que me entregan en la cancha; hubo una que siempre segui y obvio que es esta, esto puede ser una anecdota repetida para ustedes, pero para mi NO, por que esta me trajo a nuevos amigos compañeros que viven esta pasion como yo, con distintas opiniones pero respetandonos.
Aguante la Revistita!