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jueves, 24 de mayo de 2012

Prohibido bajar los brazos


(Nota de la edición impresa N° 234)

Este terrible momento que estamos atravesando nos tiene a todos preocupados y con el ánimo por el piso. Pero de nada sirve dejarse ganar por la desazón. Los jugadores, en la cancha, y nosotros, en la tribuna, la tenemos que seguir peleando. Porque podemos zafar. Y porque San Lorenzo sabe de milagros.

por Jorge Fuentes 

Olvídense encontrar, en este artículo, críticas a los dirigentes de antes y a los de ahora. Ni piensen que van a leer alguna objeción a las cualidades futbolísticas de los integrantes del plantel actual de San Lorenzo. Tampoco se van discutir decisiones sobre la táctica empleada y los cambios realizados por el cuerpo técnico encabezado por Ricardo Caruso Lombardi. Ni siquiera se van a mencionar los nombres de los entrenadores de los últimos tres años. Y por más tentado que esté a hacerlo, quien esto escribe tampoco va a enumerar la extensa lista de jugadas “dudosas” que perjudicó al Ciclón y benefició a algún rival en el último tiempo. No se hará hincapié en nada de esto. No porque no haya fundamentos para hacerlo (lamentablemente, es todo lo contrario), si no porque a esta altura de la historia, no serviría absolutamente para nada. Estamos muy cerca del abismo. Y la única manera de no caernos es dejando todos los aspectos negativos de lado (solo por un tiempo, nada más) y concentrándonos en tratar de zafar del descenso. ¿Cómo lo hacemos? Los hinchas, alentando, como siempre. Intentando no transmitirles desesperación ni nerviosismo a los que están adentro de la cancha. Y ellos, los jugadores, los que están adentro de la cancha, dejando la vida en cada pelota. Porque pese a las falencias técnicas que puedan existir, se sabe que en el fútbol, muchas veces el corazón termina siendo el músculo más importante para conseguir el objetivo planteado.

Cuatro finales… O seis
Más allá de toda la buena onda que pueda tirarse desde una nota en una revista partidaria como ésta, está claro que no se puede (ni se debe) desconocer la gravedad de la situación que estamos padeciendo. De hecho, probablemente cuando estemos repartiendo la revista, el Ciclón estará en zona de descenso directo (al cierre de esta edición jugaban San Martín y Olimpo). Si no es así, mucho mejor. Y si efectivamente ese es el escenario, habrá que poner el pecho y tratar de salir lo antes posible. Esta tarde sería lo ideal. Y si no, en la última fecha. Porque, cuervos, a no mentirnos: el nuevo objetivo es zafar del descenso directo. Si podemos salir de todo, obviamente, será más que bienvenido, pero la realidad nos marca que el rival a vencer es el equipo sanjuanino, al que tenemos que recibir en la última fecha.  Y que la Promoción sea ha transformado en un escenario que yo no miramos con malos ojos. 

Uno relee lo escrito y no puede creer haber llegado a esta situación. Parece que fue ayer que estábamos festejando el título de 2007, en San Juan y Boedo. O dejando afuera de la Libertadores a River, en el Monumental, con dos jugadores menos. O peleando el Apertura de 2008 hasta el final, hasta ese maldito y nefasto triangular. Algo mal habremos hecho para estar acá. Pero ahora no hay tiempo para repartir culpas ni para sacar chapa recordando los presagios realizados en su momento. Solo hay tiempo seguir peleando. Quedan cuatro partidos. Quizás seis. Estamos mal. Pero no hay que perder la fe. Nunca. Muchos nos dan por muertos, como lo hicieron tantas veces. Pobres de ellos. No aprendieron. Se olvidan de que somos San Lorenzo. Y nosotros, más que nadie, sabemos de resurrecciones. Ya van a ver.

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