Páginas

viernes, 25 de mayo de 2012

Todos juntos podemos


Editorial: Edición impresa 234)

por Gastón García

El sábado pasado, ni bien consumada la derrota en Santa Fe, muchos, muchos hinchas de San Lorenzo se fueron llorando del estadio Ángel Malvicino. Hacía bastante tiempo que eso no ocurría. Y las últimas veces que pasó, fueron de otro tipo las lágrimas derramadas. El 1-7 con Boca nos dejó pasmados, pero solo fue tristeza por el sinsabor de una derrota de alta magnitud frente a un rival con el que no estamos acostumbrados y no nos gusta perder, ¡y menos de esa manera! Las frustraciones en la Libertadores 2008 (frente a la Liga de Quito) y el “misterioso” Triangular de ese mismo año, quizás sean, para los de treinta y pico para abajo, dos de los momentos más dolorosos que nos haya tocado vivir a los sanlorencistas, futbolísticamente hablando. Pero, en ambos casos, fueron tristezas o desilusiones por la frustración de no poder festejar, de conseguir una estrella más y volver a entrar en la gloria.

Ahora todo es distinto. Ahora, el llanto es desgarrador. Los cuervos penamos porque sabemos que nuestro club está al borde del precipicio. A uno, dos, tres o cuatro pasos de hundirse en el fondo del mar. El sufrimiento comenzó hace rato. La agonía parece interminable. Es un dolor que te pega en lo más profundo del cuore, que por momentos te amaga con que se va a ir pero no, no solo no se va, sino que vuelve más potenciado. San Lorenzo dejó pasar en las últimas dos fechas (Olimpo/Unión) la inmejorable posibilidad de salir de la zona de peligro. Pero no supo hacerlo y se hundió aun más en la oscuridad. De un alivio ansiadamente esperado, los cuervos caímos en la triste resignación y sabemos que solo un milagro mantendrá al Ciclón en Primera. Hoy, jugar una Promoción, si es que no ocurre algo peor, será el intento de evitar el abismo.

Es cierto que, como dice el refrán, “la esperanza es lo último que se pierde”. Así debería ser. Sin embargo, cuando uno agarra la odiosa calculadora y vuelve a hacer las temerosas cuentitas, esa esperanza se desploma en mil pedazos. Sin duda, estadística mata ilusión. Y si a eso le agregamos todo lo que se dice del futbol… Que Grondona, que los árbitros, que Massa y que los decretos, uno solo entra en resignación.  

A pesar de todo esto, los cuervos siempre guardamos una cuotita de fe. Porque somos los gauchos de Lorenzo Massa. Porque somos el San Lorenzo de los Milagros. Porque nos supimos despertar de las peores pesadillas. Porque somos los guardianes de la Vuelta a Boedo. Porque no está muerto quien pelea. Porque somos San Lorenzo. Vamos carajo, que todos juntos podemos. 

No hay comentarios: