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sábado, 11 de junio de 2011

Romeeeo, Romeeeo…

Por sus goles y por su forma de ser, Bernardo Romeo se transformó en un ídolo contemporáneo para el hincha de San Lorenzo. Un honor que muy pocos pueden disfrutar.


Por Jorge Fuentes

Crecimos juntos. Cada uno en lo suyo, lógico. Salvando las enormes distancias, Bernardo Romeo y La Revista del Ciclón fueron haciendo su camino de manera paralela y, en algún punto, tomados de la mano.

Han pasado ya doce años de aquel primer número, en el que Bernie (junto a otros chicos como el gran Pipi Romagnoli) apareció en la tapa de esta revista. Hemos cambiado, por supuesto. Pero la esencia sigue siendo la misma. Nosotros, más viejos, con más experiencia, pero con la misma humildad y amor por San Lorenzo. Y Bernardo, menos veloz, con más experiencia, pero también con la misma humildad y amor por San Lorenzo.

Quizás por eso, sin ser amigos ni mucho menos, siempre nos llevamos bien. Profesionalmente, nunca recibimos un “no” cuando quisimos hablar con él. Y como hinchas, que jamás dejaremos de ser, siempre nos generó admiración. Por sus goles, por supuesto. Pero mucho más por su respeto a la camiseta de San Lorenzo y a su gente, aun cuando él es un confeso hincha de Estudiantes.

Romeo es un gran goleador. Pero es mucho mejor tipo. Por eso se lo sigue ovacionando. Por eso hay mucha gente que quiere que la popular local se llame Bernardo Romeo. Y por eso, hinchas de treinta y pico como los que hacemos La Revista del Ciclón, cuando lo vemos a él retrocedemos hasta nuestra infancia. Esa época hermosa en la que cruzarse con un jugador de San Lorenzo nos provocaba cosquillas en la panza.

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