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domingo, 1 de mayo de 2011

San Lorenzo autodestructivo (Parte II)

(Edición impresa 224)



La salida de Ramón Díaz refleja, nuevamente, que el Ciclón continúa autoflagelándose y provocándose sus propias heridas. Las diferencias entre la dirigencia, el cuerpo técnico de turno y los jugadores han generado estos años de fracasos futbolísticos.

por Jorge Fuentes



El lunes 13 de abril de 2009, en la contratapa del suplemento deportivo del diario La Nación, el periodista Juan Pablo Varsky realizó un excelente diagnóstico sobre la realidad de San Lorenzo en aquel tiempo. El artículo (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1117857, para el que lo quiera buscar en Internet) reflejaba lo que los cuervos veníamos sufriendo desde hace rato. Las constantes peleas entre jugadores, técnicos y dirigentes nos habían costado varios campeonatos y un par de copas Libertadores. Y ni hablar del armado de aquel nefasto triangular, aprobado por nuestra propia dirigencia. San Lorenzo siempre fue víctima de algún error generado por alguien vinculado a algún sector de la institución. Y en 2011, volvió a ocurrir.

Ramón, otra vez Ramón



Cuando todavía no se habían terminado los festejos por el Clausura 2007, Ramón Díaz ya empezaba a mostrar su otra cara, no tan simpática, al traer a sus hijos al club. En ese mismo momento, comenzó a romperse el clima de bienestar en un grupo de jugadores que tenía a nenes como Agustín Orión, Adrián González y Santiago Hirsig, entre otros futbolistas a los que no les costaba demasiado generar conflictos puertas adentro. La historia terminó como ya sabemos y Ramón, increíblemente, se fue del club sin que nadie le recriminara nada. Aún habiendo sido tan culpable como los jugadores.




Tan tranquilo se fue el riojano, que, al poco tiempo, y luego de varios fracasos futbolísticos, lo fueron a buscar. Los dirigentes necesitaban una figura fuerte para ganar las elecciones, pero el tiro les terminó saliendo por la culata. Ramón se abstuvo de apoyar a algún candidato y, luego de las elecciones (¿o antes?) terminó haciendo migas con Carlos Abdo, el presidente electo.




Mientras, el equipo siguió sin jugar a nada. Tan mal jugaba el Ciclón que hasta al propio Abdo se le salió la cadena y criticó públicamente los planteos de Díaz. Y eso, para una persona tan egocéntrica como Ramón, fue una herida mortal. Esa crítica, justa pero desubicada, terminó siendo el punto de partida para un nuevo problema que derivó en su inevitable salida. Y, otra vez, sin que nadie le dijera nada. Porque más allá de alguna queja aislada e individual, los cuervos jamás se manifestaron de manera masiva en contra del técnico.




El hecho es que San Lorenzo, nuevamente por un enfrentamiento interno, y que lógicamente derivó en un mal clima generalizado, volvió a despedirse de la pelea por el título en la mitad del torneo.

DT se busca
La búsqueda del reemplazante de Ramón Díaz también deja al desnudo que las cosas en la cúpula dirigencial no están muy tranquilas que digamos. Cada uno de los sectores que conforman el oficialismo quiere imponer a su DT. Todos tiran nombres de entrenadores, con proyectos y estilos de los más disímiles. Así, da la sensación de que seguimos sin aprender de nuestros propios errores. Y si no queremos sufrir en un corto plazo, deberemos dejar de lado los intereses particulares y pensar solamente en la salud de San Lorenzo.



“¿Dónde está ese club que se recuperó de un descenso, la demolición del Gasómetro y quince años sin estadio propio con el compromiso y el amor de toda su gente?”, se pregunta Varsky, en el final de aquella nota. Ya pasaron dos años de esa pregunta, pero si encontramos la respuesta, encontraremos la solución. Más de 20 mil cuervos demostraron hace poco, frente a la Legislatura Porteña, que se puede soñar con una institución unida, seria y pujante. Por allí habrá que empezar buscar la solución. Llegó el momento de dejar de autocastigarnos. Ojalá hayamos aprendido la lección.

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